Una “Paloma” en San Francisco
La bailarina de ballet Paloma Herrera pasó de incógnito por nuestra ciudad junto a su pareja, el sanfrancisqueño Juan Ortega. Aunque conoció muy poco, Voz Mujer tuvo la oportunidad de hablar con la gran estrella de la danza. Su experiencia en el Colón, su carrera y la humildad que la hace enorme.
La bailarina de ballet Paloma Herrera es una de las grandes representantes de nuestra cultura en el mundo. Su gran talento la llevó a los quince años a dejar la Argentina para consagrarse en el American Ballet de Nueva York donde convirtió en la bailarina principal. Aunque fue directora del Ballet Estable del Teatro Colón, decidió dejar el puesto tras cinco años, reconociendo que ya no era su lugar, a pesar de los grandes cambios que logró.
Aunque su vida se divide entre Nueva York y Buenos Aires, encontró el amor en un sanfrancisqueño, Juan Ortega con quien visitó la ciudad raudamente. Aunque solo estuvo en una cena familiar, prometió volver por más tiempo. El paso de una grande por San Francisco.
- ¿Cómo estás hoy?.... Dividida entre Nueva York y Buenos Aires....
Renuncié a principio de año a la dirección del Ballet Estable del Teatro Colón por lo que volví a mi vida, a mi burbuja de la danza sin el estrés ni tanto dolor del Colón que era más compleja y puse mi vida en espera porque tenía que estar todo el día allí.
Volví a mi vida antes del Colón, al 2016, la época en que volví de los Estados Unidos, en que lancé mi perfume, que escribí mi autobiografía. Hoy estoy en un momento de mi vida en que puedo viajar, dar clases, cursos, poder estar en jurados de concursos cosas que cuando estuve en el Colón no pude hacer. También voy a poder lanzar mi tercera fragancia, siempre diferentes, únicas y muy pensadas con mucho amor.
La bailarina Paloma Herrera.
- Según supimos, no fue fácil tu paso como directora del Ballet y tu renuncia fue igual...
Fueron cinco años muy duros, difíciles, pero artísticamente se logró un montón, llenamos más funciones, logramos un repertorio maravilloso, tuvimos como invitados a grandes maestros, pero cuando hay cosas de base que no se pueden cambiar hay que dar un paso al costado porque para mí la ética es lo primero así como mi forma de trabajo.
Me quedo con lo mejor de los cinco años. Estoy contenta de haber dejado una etapa muy sólida, de mucho trabajo, que le puse un sello a la compañía, que la pude dejar bien. Esos cinco años lo di absolutamente todo y el público lo vio porque cada función estaba sold out. En todos lados se vio el crecimiento de la compañía, pero prioricé hacer las cosas bien porque no me interesa el cargo porque nunca lo hice por un eso o por un aplauso. Cuando hay cosas de base que no cambian y dar yo la cara, era avalar algo que yo no compartía.
- Por ejemplo....
Cuando hay una compañía con 100 bailarines, pero más de la mitad tiene más de 45 años y no pueden bailar, están en su casa cobrando su sueldo y sin participar, afecta a la compañía. Ellos, por su edad, tienen que retirarse y jubilarse como corresponde para dar paso a las nuevas generaciones. No digo que se los eche, sino que tengan su jubilación como ocurre con otras profesiones como el caso del fútbol.
"Hoy estoy en un momento de mi vida en que puedo viajar, dar clases, cursos, poder estar en jurados de concursos cosas que cuando estuve en el Colón no pude hacer", dijo Paloma a Voz Mujer.
- ¿Las trabas son estructurales o porque sos Paloma Herrera?
Esto no era por mí, viene de millones de años. El Teatro Colón pertenece al Estado y los bailarines son empleados públicos. Hay alguien que tiene que tener la grandeza de querer mejorar las cosas, hacerlas bien y muchas veces hay gente que no quiere hacerlo. Cuando me llamaron para el cargo pensé realmente que era para cambiar cosas, no solamente lo artístico sino también lo estructural como dar paso a las nuevas generaciones. Hay bailarines de 20 años que no pueden ingresar a ninguna compañía de ballet porque no se les da el lugar y allí perdemos a generaciones. Si hay 100 vacantes y están ocupadas por gente que no baila, no podía darle la chance a otros.
- ¿Esto ocurre en otras partes del mundo?
No, para nada. Nunca vas a ver una compañía de ballet profesional donde haya gente mayor bailando o que no esté asistiendo. Esto solo pasa acá. Las compañías privadas obviamente tienen una edad pero en la del Estado como es el caso de la Scala de Milán o la Ópera de París, los bailarines tienen su jubilación.
- ¿Cuál es la realidad del bailarín de ballet argentino?
En general, y lo que me pasó cuando tomé el cargo en el Colón, mi ideal era que los bailarines no tuvieran que irse al exterior a bailar, sino que aquí tuvieran el repertorio necesario y los maestros así como la inspiración para no dejar la Argentina. Esto tiene que funcionar para que los talentos jóvenes se queden en el país. Hay mucho talento, figuras de renombre.
- Eso ocurre en todos los rubros. Muchas veces no solo no se reconoce el talento sino también económicamente....
Yo adoro mi país y por eso estuve 25 años afuera y volví. Soy feliz acá y de hecho, cuando me propusieron quedarme en Nueva York para ser directora artística del American Ballet o del English National Ballet, lo agradecí muchísimo y que hayan pensado en m fue maravilloso pero honestamente, por mi vida personal está en la Argentina. Como me fui a los 15 años sin pensar en nada, eran otras épocas y ahora mi vida está aquí y apuesto al país aunque suelo ir a Nueva York y de hecho, volví hace dos semanas. Me divido entre Nueva York y Buenos Aires, mis dos lugares.
Paloma junto al sanfrancisqueño Juan Ortega, su pareja, con quien visitó nuestra ciudad de incógnito y prometió volver.
- Y es junto a un sanfrancisqueño, Juan Ortega...
Estoy re feliz con él. Es de San Francisco y de niño, se fue a vivir a Córdoba Capital. Por ese motivo, viajamos bastante seguido a Córdoba. Fui a San Francisco para acompañarlo y fue un lujo que me pude dar, algo que no podría haber hecho cuando estás tan abocada a una tarea.
- Una visita fugaz...
La verdad no pude ver casi nada de la ciudad y fue por tema de trabajo. Pasamos la noche allá, fue una visita corta, pero la pasamos divino con toda su familia con la posibilidad de reunirse todos en una mesa grande. La pasé muy bien en las pocas horas que estuve por la ciudad. Fueron pocas horas pero súper intensas. La próxima vez voy a ir con un poco más de tiempo.