Entrevista
Roberto Bohn: “La meteorología no es una ciencia exacta, a veces acertamos, a veces no"
El meteorólogo de la UTN San Francisco, con muchos años de experiencia, reflexionó sobre la importancia y las limitaciones de la meteorología. Además, analizó las críticas hacia los pronósticos tras tragedias como la inundación en Bahía Blanca.
Por muchos años, Roberto Bohn ha dedicado su vida a observar y estudiar el cielo. Nació en Coronel Suárez, provincia de Buenos Aires, en 1956, y desde joven sintió una profunda vocación por la meteorología. De joven, ingresó a la Armada Argentina, donde se formó como meteorólogo marino. Allí trabajó durante un tiempo, hasta que decidió continuar su camino profesional fuera de la institución. Hoy es el responsable de la Estación Meteorológica y Climatológica de la Facultad Regional San Francisco de la UTN, y una voz respetada cuando se habla del clima en la región.
En diálogo con Posta / LA VOZ DE SAN JUSTO, Bohn repasó su recorrido profesional, explicó cómo funcionan los pronósticos y reflexionó sobre las críticas hacia la tarea de los meteorólogos, especialmente luego de eventos extremos como la tragedia que afectó a Bahía Blanca. "Es evidente que hay un cambio climático, pero también hay que tener en cuenta que las lluvias intensas y las inundaciones han ocurrido desde siempre en nuestro país. No podemos analizar un evento puntual sin mirar el contexto general", sostuvo.
Bohn comenzó a estudiar meteorología en la Armada como parte de su formación como navegante. "En la Armada, todo navegante o aeronavegante estudia meteorología, y ahí tomé contacto por primera vez con esta ciencia", recordó. Lo que empezó como una materia más se transformó en una pasión de por vida. Durante sus años en la fuerza, trabajó en distintos puntos del país, haciendo pronósticos para navegación y aviación. Luego de dejar la Armada, continuó perfeccionándose a través de cursos del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) y otros organismos especializados.
Aunque no es egresado de la carrera universitaria de Ciencias de la Atmósfera, que hoy se dicta en universidades como la UBA o la Universidad Nacional de Córdoba, su experiencia práctica lo convirtió en una referencia regional. "Esas carreras son bastante nuevas, pero hoy son las que forman a los meteorólogos de manera formal. En mi época, se aprendía en el trabajo y con cursos", explicó.
"Las inundaciones son muy difíciles de prever. No se pueden ver con radar, y los milimetrajes de lluvia que se estiman son aproximados. Por eso muchas veces no se puede dar una alerta a tiempo".
El debate sobre la credibilidad de los meteorólogos
Cada vez que un pronóstico falla o que una tormenta causa estragos, surgen críticas hacia los meteorólogos. En redes sociales, muchas veces se pone en duda su labor. Frente a esto, Bohn reflexionó: "Hay críticas que no tienen fundamento, y otras que sí, pero lo cierto es que la meteorología no es una ciencia exacta. Dependemos del material con el que se trabaja, y muchas veces ese material es limitado".
A su vez, el especialista indicó que para realizar pronósticos precisos se necesitan datos de calidad y en cantidad. Una de las herramientas clave son los radiosondeos, instrumentos que se envían con globos para medir la presión, temperatura y humedad de la atmósfera en distintas alturas. Sin embargo, en Argentina se realizan muy pocos de estos estudios. "Hoy hay solo cuatro o cinco estaciones que hacen radiosondeo en el país, y apenas una vez por día. En otros países, con más recursos, se hacen tres veces por día y en muchos más lugares", detalló.
Esta falta de información precisa y actualizada dificulta la elaboración de pronósticos confiables, especialmente cuando se trata de fenómenos severos. "Las estaciones meteorológicas miden en superficie, pero los fenómenos más importantes, como las lluvias intensas o las tormentas, se dan en altura. Ahí es donde está el problema", subrayó.
Consultado sobre las lluvias y lo ocurrido en Bahía Blanca, donde una tormenta devastadora provocó inundaciones, muertes y grandes destrozos, Bohn afirmó que "no cabe duda que el cambio climático está generando efectos, pero también hay antecedentes de lluvias muy intensas en nuestro país". Y recordó un episodio que vivió en carne propia: "En 1981, la provincia de Buenos Aires quedó prácticamente bajo el agua y no era por el cambio climático, sino porque esos fenómenos siempre existieron".
Para Bohn, es importante analizar los datos en un contexto amplio. "Hay que mirar los promedios, no un evento puntual. Lo que pasó en Bahía Blanca fue terrible, pero no es algo que no haya pasado nunca. Por supuesto que ahora, con el cambio climático, estos eventos pueden ser más frecuentes o más intensos, pero no son nuevos", manifestó.
“A veces acertamos, a veces no, pero siempre trabajamos con la responsabilidad de saber que detrás de cada alerta hay personas que dependen de esa información".
El desafío de predecir lo impredecible
Uno de los puntos que más le preocupa es la falta de herramientas adecuadas para prever este tipo de fenómenos con la anticipación necesaria. "Las inundaciones son muy difíciles de prever. No se pueden ver con radar, y los milimetrajes de lluvia que se estiman son aproximados. Por eso muchas veces no se puede dar una alerta a tiempo", agregó.
Además, señaló que el Servicio Meteorológico Nacional emite sus pronósticos en términos de probabilidades. "Cuando ves que dice entre 40% y 70% de probabilidad de tormenta, significa justamente eso: que puede pasar o no. Pero la gente muchas veces espera certezas, y eso no es posible", remarcó.
A pesar de las dificultades, Bohn destaca que en San Francisco y la región se trabaja con los recursos disponibles. "Hacemos lo que podemos con lo que tenemos. No contamos con la máxima tecnología ni con grandes computadoras como el SMM, que es el ente oficial. Nosotros tomamos los datos que ellos publican y también hacemos observaciones locales para ver si hay diferencias y ajustar el pronóstico", describió.
Para Bohn, la meteorología es mucho más que una profesión. "Es una forma de vida. Es lo primero que uno hace cuando se levanta: mirar el cielo, ver si hay nubes, cómo están formadas. Es algo que te acompaña siempre", confesó.
Aunque ya lleva décadas en la tarea, no piensa en dejarla. "Quiero seguir con esto hasta el último día de mi vida. Es algo que me apasiona y que creo que es muy importante para la sociedad", afirmó.
El entrevistado sostiene que la meteorología cumple un rol clave en la prevención de desastres y en el cuidado de las personas. "Es una ciencia que ayuda al bienestar de la sociedad, a proteger bienes materiales y, sobre todo, vidas. Por eso es importante que la gente esté informada y que entienda que, aunque no sea exacta, la meteorología trabaja con lo mejor que tiene a mano", destacó. "No se trata solo de predecir si va a llover o no. Es una labor compleja, que depende de muchos factores, y que tiene un impacto directo en la vida de todos. A veces acertamos, a veces no, pero siempre trabajamos con la responsabilidad de saber que detrás de cada alerta hay personas que dependen de esa información", concluyó.
Así, con la mirada puesta en las nubes y los pies firmes en la tierra, Roberto Bohn sigue firme en su puesto en la Estación Meteorológica y Climatológica de la UTN, recordándonos que, aunque el clima sea incierto, siempre habrá alguien observando y tratando de entenderlo para cuidar a los demás.