Educación
Mariano, el profe que hace 160 kilómetros por día para ir a enseñar
Mariano Avila es sanfrancisqueño y viaja de lunes a viernes a dar clases a la ciudad de Morteros.
Por María Laura Ferrero
En la casa de Mariano Avila, de lunes a viernes, la alarma del despertador suena puntualmente a la 5 de la madrugada. Este profesor de Historia, se prepara algo rápido para desayunar y sale con su moto a la Terminal de Ómnibus de nuestra ciudad, donde a las 6 se toma el colectivo que lo lleva a la ciudad de Morteros, ubicada a 80 kilómetros de San Francisco.
Tras una hora y media de viaje, su parada es el Ipemyt N° 286 “Domingo Faustino Sarmiento” de esa ciudad del noreste del departamento San Justo. En el Día del Profesor, LA VOZ DE SAN JUSTO rescató esta historia que se parece mucho a la de otros de docentes que a pesar de las distancias y el tiempo que consume viajar priorizan su vocación y cubren las demandas de cargos y horas cátedras que existen en la región.
Mariano contó que hace 13 años y medio que trabaja en este centro educativo y como otros tantos docentes de nuestra ciudad toma un colectivo para cumplir con su tarea que es la de enseñar.
“A las 6 la mañana, la terminal parce un hormiguero. Hay muchos trabajadores y trabajadoras – principalmente docentes – que se toman un colectivo para ir a sus puestos laborales. Hay gente que va para Arroyito, otros que tienen sus horas en escuelas por la ruta nacional 158 hasta Las Varillas y los que partimos en el Transporte Morteros por la ruta 1”, indicó Avila.
“No somos todos amigos, pero entre nosotros nos reconocemos. Acá prácticamente cada uno tiene su asiento y eso se respeta. También sabemos dónde sube cada uno y cuál es su parada para bajarse. Entre todos nos cuidamos”, afirmó.
Mariano indicó que para él todavía viajar no es una “carga” y que desde que empezó el profesorado en Las Varillas no le pesa hacer 160 kilómetros por día arriba de un colectivo. “Ya estoy acostumbrado pero este año ya trasladé unas horas al Colegio Superior San Martín y al PIT que funciona en la escuela Lucía Vaira de Aimetta, de barrio La Milka”, apuntó.
“Con este cambio que hice ahora me vuelvo al mediodía y no tengo clases a la tarde en Morteros. Esto me evitó tener horas libres en el medio y poder regresar a casa más temprano. Pero en el secundario no es fácil trasladar las horas como pasa con un cargo en el nivel inicial o primario”, explicó el profesor.
Riesgos y costos
Salir a las rutas para ir a trabajar es un riesgo mayor por la falta de infraestructura vial que existe en nuestro país y la gran cantidad de vehículos que se trasladan a través de ellas. Mariano reconoció que una de las cuestione que hacen que siga viajando para ir a trabajar es el buen servicio que tiene en la línea de transporte interurbano de pasajeros.
“En todos estos años tuve muy pocos casos de rupturas y siempre que tuvimos problemas inmediatamente hay respuesta de la empresa para asistirnos. En todos estos años, tuvimos un accidente con un caballo que se cruzó la ruta pero no fue más que un gran susto porque ni hubo heridos”, afirmó el profesor. Y agregó: “Pero no solo es el tema de las calidad de las unidades sino también acá está en juego cuestiones como la niebla o lluvias que hacen que todo sea más peligroso”.
Otro de los aspectos que ayudó a continuar con su función fue la implementación del boleto educativo gratuito para alumnos y docentes. “Con los bajos sueldo que tenemos los docente y el costo que tienen los pasajes sería imposible de continuar viajando”, afirmó el profesor, quien también destacó la importancia de este programa provincial para muchos jóvenes de la región que viajan a San Francisco para seguir su carrera universitaria o terciaria.
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Cerca de la comunidad
Para este profe una de las ventajas de trabajar en ciudades más pequeñas es que las escuelas están más cerca de la comunidad. “Yo sé que esto de viajar suma un cansancio extra y casi cuatro horas que vos estás viajando, pero yo todavía la paso bien en mi colegio de Morteros y me gustan mis alumnas y alumnos”, remarcó.
Mariano también destacó que los centros educativos son más chicos que en las ciudades más grandes, pero las aulas son numerosas. “Pero se trabaja distinto porque hay algunas problemáticas que todavía no llegaron y en caso de algún problema la llegada con la familia y la comunidad es mucho más directa y eso en estos tiempos es impagable”, finalizó.