Marcelo T. de Alvear fue un presidente industrialista que ubicó al PBI per cápita argentino en el 6° lugar del mundo
Se cumplieron ayer 75 años de su muerte. Entre 1922 y 1928 la Argentina convirtió su economía y pasó de ser un país basado en la producción primaria a otro que creció fuertemente en su desarrollo industrial y tecnológico.
El presidente Marcelo T. de Alvear, de cuya muerte se cumplieron ayer 75 años, impulsó con sus políticas industrialistas el PBI per cápita de la Argentina hasta posicionarlo en el sexto lugar a nivel de la economía mundial.
Entre 1922 y 1928 la Argentina convirtió su economía y pasó de ser un país basado en la producción primaria a otro que, sin abandonar ese recurso, creció fuertemente en su desarrollo industrial y tecnológico.
En ese tiempo el poder de compra del salario real creció de manera significativa y se introdujeron normas en favor de los sectores más postergados.
Máximo Marcelo Torcuato de Alvear falleció el 23 de marzo de 1942, 75 años atrás, en su casa de la localidad de Don Torcuato, en el actual Gran Buenos Aires, en momentos en que parte de la sociedad esperaba un nuevo mandato suyo que enfrentara al régimen conservador encabezado por Ramón Antonio Castillo, a quien, tres meses más tarde, derrocó un movimiento cívico-militar que pronto devino en la llegada al gobierno de Juan Domingo Perón.
Al ofrecer su primera exposición ante el Congreso de la Nación, al inaugurar las sesiones de 1922, Alvear expuso con precisión que, si bien era su intención seguir prestando atención al negocio agrícola-ganadero como una cuestión tradicional, esencial para la economía nacional, en la nueva etapa el Poder Ejecutivo iba a poner especial atención en impulsar el crecimiento de la actividad industrial; cosa que cumplió.
Durante ese período, además de la aparición de muchas pequeñas y medianas empresas y la continuidad del avance de algún gran conglomerado local como el Grupo Tornquist, se radicaron en la Argentina 58 consorcios extranjeros, en un alto porcentaje con casas matrices en Estados Unidos de América, de los cuales el primero en llegar fue la automotriz Ford Motor Company y el último, antes de la finalización del mandato en 1928, la industria química Stanford Rousselot.
Entre otras empresas se pueden citar también General Motors, la aseguradora Boston, las envasadoras de gaseosas Crush y Coca-Cola, la petrolera Standard Oil, la alimentaria Royal, el laboratorio Parke Davis, la farmacéutica Scholl y la también farmacéutica y química Colgate-Palmolive.
El caso de la Ford es particularmente interesante ya que, con una inversión de u$s 240.000 (unos u$s 10 millones actuales tomando como parámetro la evolución del precio del petróleo), a los nueve meses de comenzar su actividad como armaduría ya había producido 6.633 vehículos, en tanto que ya, en 1925, circulaban por el territorio argentino 100.000 de sus famosos y legendarios Ford T.
Ello fue particularmente impulsado por la decisión del ministro de Hacienda, Rafael Miguel Herrera Vegas, un venezolano que había llegado a la Argentina de niño cuando el gobierno contrató a su padre, médico, para ponerse al frente de la lucha contra la epidemia de fiebre amarilla.
Herrera Vegas, con ideas sociales avanzadas, como el propio Alvear, aplicó un arancel del 25% a todos los bienes importados, lo que promovió la producción de los mismos en el país generando, al mismo tiempo, trabajo para la mano de obra local, que en seis años se incrementó con 600.000 nuevos inmigrantes, salarios más elevados y una legislación protectora para mujeres y menores.
Durante ese período también se estableció el Impuesto a la Herencia cuya recaudación, en buena medida, sirvió para mejorar la educación popular y se pretendió sancionar el Impuesto a las Rentas (Ganancias) pero ello fue rechazado por el Congreso, lo que dio lugar a la renuncia del ministro quien, para investigar a fondo la cuestión, había enviado a Australia, dónde regía desde 1849, al destacado economista Raúl Federico Prebisch.
En 1923 también se sancionó el antecedente del actual sistema jubilatorio, que rigió hasta 1926 cuando el propio Alvear debió dar marcha atrás y anularlo ante la presión que ejercieron, en conjunto, la Unión Industrial Argentina (UIA) y la Confederación General del Trabajo (CGT) ya que ambos, empleadores y empleados, se opusieron a que realizasen los correspondientes aportes.
A instancias de Herrera Vegas, en 1923 se creó el Frigorífico Nacional, luego denominado "Lisandro De la Torre", para competir con las empresas británicas y estadounidenses que manejaban ese negocio. Ese mismo año, a través del ministro de Agricultura, convocó al general de aviación e ingeniero Enrique Carlos Alberto Mosconi para llevar adelante el proyecto de creación de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) que ya en 1925 tuvo, en La Plata, una de las 10 destilerías más importantes del mundo.
Otro latinoamericano, el paraguayo Manuel Tomás Domecq García, ministro de Marina de Alvear, y almirante, fue el impulsor de la creación de la marina mercante y del astillero que ahora lleva su nombre y cuya idea central era destinarlo para la fabricación de submarinos. Y, en 1927, se creó la Fábrica Militar de Aviones (FMA) de Córdoba que ya en 1928 entregó sus primeras aeronaves.
Siendo diputado nacional desde 1912, Alvear fue uno de los impulsores del proyecto de Juan Félix Cafferata para la construcción de barrios de viviendas populares de los cuales dos de ellos hoy llevan los respectivos nombres de sus impulsores y, también tuvo que ver con la sanción de la Ley N° 9688 de Accidentes de Trabajo. (Télam)