El cadete de rulitos que se convirtió en empresario
Diego Palacios empezó a trabajar a los 13 en un negocio y un día dejó ese lugar para empezar su propia fábrica de indumentaria en Puerto Madryn donde es un "embajador" de la ciudad.
Por Ivana Acosta | LVSJ
Esta es la historia de un chico que no tenía que trabajar cuando era adolescente, pero decidió hacerlo porque el ocio le pesaba. Pelo negro, mota de rulos, simpático con el que lo conocía fue abriéndose camino en la vida, en la ciudad, en el país. Si lo mirás bien cuando está sentado en el hall de un hotel donde cuenta su historia ves todavía a un pibito de rulitos que a los 13 años era cadete.
Diego Palacios iba a la escuela a la noche y en el día quiso avanzar un poco más así que se convirtió en un "mandadero" de una tienda de ropa en la esquina de Av. 1° de mayo y Libertad. Ahora tiene 43 años y ya no vive en San Francisco, no es más cadete porque lleva adelante su propia fábrica en el austral Puerto Madryn. El pibito que de los mandados se convirtió en un empresario y hace 9 años regentea su propia marca.
El que era un pibe de rulitos es quien está detrás de Alfa Indumentaria, una empresa que eligió el Club Antártida Argentina para que diseñe su equipamiento deportivo esta temporada, un privilegio si se agrega el detalle de que él siempre fue asiduo de la institución y en su corazón están los colores del pingüino.
Ser un sanfrancisqueño allá no es que sea algo tan especial, pero es un lugar donde no muchas personas de acá residen, por eso sea que son amigos, conocidos o simplemente por comentarios muchos han pasado por su casa, conocido la fábrica o les ha servido de guía en sus viajes a dicha ciudad convirtiéndolo involuntariamente en una especie de anfitrión.
Primero cadete
En su casa solo estaban él y su mamá Mecha faltaban muchísimos años para que tuviera una hermana que hoy trabaja a su lado en la fábrica, están todos juntos porque él se fue hace 16 años y poco tiempo después se terminaron de mudar todos.
Cuando partió tenía 28 años y no miró hacia atrás dejó a la familia, los amigos, los mejores momentos que había vivido, en definitiva "todo lo que lo ayudó a crecer y ser quien es hoy", pero era un paso que quería dar para continuar cumpliendo sus objetivos personales y tuvo suerte porque logró "armar una empresita" con un socio y encarar algo que de verdad le gusta hacer.
Fue difícil que cuente todo eso porque le costó soltarse al principio, en parte se entiende porque no es lo mismo ser primos y reencontrarse a hacerlo porque te elijan para una entrevista, así que entre los dos en roles diferentes amasamos el diálogo.
Su vida laboral empezó a los 13 en una tienda de ropa donde trabajó hasta los 28 e inició como un cadete pequeñito hasta que se fue como un hombre que abandonaba su lugar en el mostrador donde era vendedor del negocio.
Esa fue su primera y única experiencia laboral acá y duró más de una década con ascenso incluido, allí aprendió todo lo que sabe y se formó como persona también. Mientras pensaba las palabras que iba a usar dijo que llegó ahí porque los dueños eran vecinos de donde vivía y como "tenía tiempo para hacer eso y ganas de avanzar en la vida, aprender aceptó ser cadete en el negocio Mayo Sport".
Después vendedor
Un buen día decidió emprender otros desafíos personales, mirar hacia otro lado y adquirir nuevas experiencias, así fue que aprovechó una oportunidad laboral junto con un amigo, armó las valijas y se instaló allá.
"Cuando me fui lo hice solo por una decisión personal para descubrir otras cosas, otra gente, experimentar y tener nuevos desafíos, no es que pensé puntualmente en Puerto Madryn en realidad me salió la oportunidad de trabajo. Lo que yo quería era conocer otro destino, ciudades, sociedades y con un amigo encaramos para allá donde nos fue bien y me asenté ahí", relató.
Su amigo tenía una agencia de motos en San Francisco y se fue para abrir una allá, Diego se transformó en su empleado y durante 4 años administró el lugar, esa es una etapa que recuerda con mucho cariño porque le permitió adquirir experiencia, que lo conozcan y hacerse conocer buscando nuevos clientes. "Escalé de a poquito hasta donde estamos hoy que no sé si es poco o es mucho, pero estamos", resumió refiriéndose a aquel tiempo.
Ahora empresario
Hace 9 años después de administrar su propio comercio lanzó junto con un socio Alfa Indumentaria, empresa del rubro textil la cual lo trajo para participar de la presentación de la ropa pingüina.
"Alfa va por los 9 años de actividad, fue un desafío de aprender en este tema, yo antes tenía otros negocios, pero siempre tuve la intriga por el rubro textil, aunque estaba en un área distinta respecto de la tienda, me tiraba un poco igual. Con mi socio pensamos y vimos la veta en este trabajo donde fuimos aprendiendo ahora yo me encargo de la parte comercial y él de la fabricación", describió.
Su aventura inició en un garaje con algunas máquinas y haciendo remeras para clubes de la región, le sirvió mucho articular con el club Ferrocarril Patagónico del cual es activo colaborador. "De a poco invertimos mucho tiempo y dinero, seguimos haciéndolo porque la política es invertir lo que se gana, eso nos permite tener hoy una estructura valorable con maquinaria propia, 14 empleados y crecemos todos los años en algo", puntualizó.
Con los años llegaron a incursionar también en la ropa para empresas produciendo indumentaria en el gobierno de la provincia de Tierra del Fuego. En el horizonte ya hay proyectos que espera concretar: "Queremos expandirnos sumando clientes hacia esta zona, el norte del país, queremos llegar hasta donde más podamos. El proyecto es hacer un local comercial en el mismo predio en el centro de la ciudad y lanzar después una línea deportiva de venta al público teniendo el showroom".
"Embajador"
Puerto Madryn le abrió con generosidad los brazos a Diego para que pudiera insertarse en la sociedad y el trabajo en la zona, en parte consideró es porque "en la Patagonia son todos foráneos" y eso la convierte en una sociedad muy diferente de San Francisco.
"Te abren las puertas, brindan trabajo, pero todo depende de lo que quieras hacer, de que estés convencido soy un convencido que así podés hacerlo en cualquier lugar. La gente tiene otras costumbres, sus dichos y formas de hablar son diferentes", ejemplificó.
La familia que ha formado convirtió a los Palacios en un pequeño grupo de sanfrancisqueños en la zona austral del país y cuando alguien de esta pampa gringa llega allá muchas veces los reciben con gran alegría.
Hace poco, por ejemplo, estuvo unos meses viviendo allá el jugador de Sportivo Belgrano (ahora en Gimnasia de Concepción del Uruguay) Tomás Rossi, pero también están esos amigos que quedaron acá, otros conocidos a los que les comentan que un pibe que vivía en San Francisco está allá y los puede ayudar si necesitaran algo. "El que me conoce o por contactos de alguien que me conoce lo recibimos en casa, siempre es lindo cuando hay alguien de San Francisco allá, tratamos de mostrarle la ciudad y recibirlo", subrayó.
Diego creció aprovechando oportunidades, primero a los 13 años, después a los 28, arriesgarse para cumplir sus propios objetivos es algo que le ha funcionado. Cuando le pregunté la motivación para eso, la fuente de todo se quebró: "Me constituí en una familia muy sana y buena que me dio muchos valores y me enseñó a caminar por ahí ¿qué podría decirle al Diego de 13 años? Qué se yo ... que haga lo mismo".