A 10 años de la Ley de Identidad de Género o ser lo que se quiera ser
Con orgullo desde 2012 muchas personas lograron obtener un DNI que las identifique por cómo se autoperciben. Libertad, comodidad, plenitud, felicidad, esos son algunos de los sentimientos que surgen de quienes se beneficiaron con la legislación.
Por Ivana Acosta | LVSJ
Para muchísimas personas el 9 de mayo de 2021 fue un día más en el calendario, pero para las disidencias significó todo y decir "todo" no es exagerar porque esa jornada se festejó en las calles la aprobación de la Ley de Identidad de Género que les cambió la vida.
Esa euforia y lágrimas fueron sinónimo de triunfo por haber aplastado años y años de opresión. No quería ni quiere decir que la discriminación haya terminado, pero sí que existe un Estado que explícitamente las y los acompaña en su decisión de ser quienes quieren ser y que su identidad se congruente con ello.
Argentina es un país que lamentablemente en distintas épocas y por motivaciones varias tuvo que luchar por la identidad y por eso es imposible pensar en vivir siendo quien no somos, incómodos. El documento es una prueba de identidad, los derechos conquistados hace 10 años a través de la Ley N° 26.743 también lo materializan.
Jimena Agüero lo dijo mejor graficando las dos situaciones: "Es muy importante para una persona que se autopercibe distinta al sistema tener una ley (que las ampare), pero también no me parece justo que tenga que haber una ley para que vos puedas tener una identidad, porque la identidad es lo básico en cualquier persona".
¿Por qué fue importante esta ley? Argentina pasó a tener un sistema basado en el principio de la autonomía en relación a la identidad de género, eliminando la criminalización, judicialización y patologización a la que fueron sometidas las disidencias y que las segregaba como si fueran ciudadanos de segunda.
Identidad y salud
Sin embargo, son mayoritariamente las y los heterosexuales los que construyen estos relatos y es mejor que sean los propios protagonistas quienes digan qué significó la ley en sus vidas. En una gran ronda de reflexiones afloraron algunas respuestas importantes.
Por ejemplo, Jimena Agüero tiene 39 años de vida, pero su identidad no siempre fue la que decía el DNI que le dieron al nacer, así que para ella esta ley se asimiló a la idea de renacer.
"Fue un quiebre y cambio muy grande, es como volver a nacer, tu foto, tu nombre, sin tener que estar escondiéndolo. Nos pone de igual a igual con cualquier otra persona cosa que antes nosotras no teníamos eso".
La identidad no solo engloba a este derecho en sí mismo, si no que se vuelve una garantía base de la que dependen muchas otras, como pasa con la salud y el respeto que se le otorga a cada paciente.
Araceli Acosta lo siente así: "La ley nos ha permitido posicionarnos socialmente, volver a espacios que abandonamos por discriminación y exclusión de la sociedad. Se nos garantizó el derecho a la salud que era uno de los espacios donde menos concurríamos por un tema de exposición y desconsideración".
La ley les garantiza el acceso a una atención médica enfocada en lo que verdaderamente necesitan porque su transición no es algo que debieran haber afrontado solas. Las chicas contaron que muchas veces se automedicaban o inyectaban porque no había un plan de hormonización, podían enfermarse de cualquier cosa y su esperanza de vida no sobrepasaba los 40 años. Diez años después de esta legislación en San Francisco hay un área especializada a la que pueden concurrir con seguridad y ser atendidas en plenitud, sin vergüenza ni discriminación.
Identidad y trabajo
No se puede vivir a escondidas porque la carga se termina haciendo muy pesada y aunque se simule estar completo en realidad se va por la vida a medias. Eso le pasaba a Débora Andino que es reconocida por ser la primera mujer trans empleada en la municipalidad, una bandera que alza con orgullo, pero cuando marcaba su horario de ingreso y egreso el sistema le devolvía un nombre que no era el suyo.
"Cuando cambié mi identidad para mí fue muy importante en lo laboral, siempre sentí incomodidad con mi otra identidad. Ahora puedo disponer de mi recibo de sueldo con mi nombre actual, mis tarjetas, en la parte de salud. Estoy orgullosa de tener el nombre que tengo, una se siente más completa de lo que quiere ser y aspira a ser. Fui la primera, ese día me lloré todo, cambió mi vida", contó.
A Alan Chaves le devolvió las ganas de salir a enfrentar la vida. Su autoestima cambió mucho desde que su DNI dice quién es. Aunque tenía un grupo fuerte de amigas y amigos eso no alcanzaba para mantenerse firme ante la discriminación laboral.
Sobre el impacto de la ley en su día a día sostuvo: "Me cambió y ayudó a realizarme bien masculinamente. Me costaba mucho conseguir trabajo, no era sociable, ahora me dan más ganas de salir, de trabajar porque la gente te trata como te tiene tratar, si bien yo digo siempre que para ser respetado hay que respetar antes de la ley no era así".
Identidad y orgullo
Melina Peralta empezó su transición a mujer cuando todavía estudiaba el secundario a la noche, sus compañeros no la discriminaron, la respetaron porque les interesaba ella más allá de lo que veían, pero la plenitud de la vida ella la alcanzó con los derechos otorgados por la ley.
"Al hacerme el cambio en el DNI me cambió a mí, me sentía más cómoda, había un acto y me llamaban por mi nombre. Me encanta, una se siente segura y eso ayuda un montón para que la gente entienda y aprenda. Yo era de las que no quería salir por el qué dirán cuando me llamaban por mi anterior nombre, el DNI fue otra cosa", aseguró.
Además de las mujeres y varones trans la ley de Identidad de Género también tiene efectos en la vida de quienes se autoperciben como no binarios. Ese es el caso de Chano Asencio que tiene una curiosa forma de hablar de su identidad de Federico.
"Siempre cuento esta historia, Fede es una persona que maté, por así decirlo, y Chano es esta persona que ven hoy en día y que gracias a la ley también puedo estar tranquilo. Me considero una persona no binarie, antes me consideraba una persona gay. No me represento con el hombre ni con la mujer. No me represento ni con la masculinidad ni con la feminidad. Yo no lo sufrí tanto por ser hombre hetero en su momento cuando nací, crecí y armé mi identidad, pero sí es cierto que por ser un poco más amanerado la gente ya te dice y grita cosas", explicó.
Su pronombre es la, él o le, su ser es fluctuante por eso no le molesta si alguien le dice Chano, Chana o Chane ya que lo asume con naturalidad. "Podés decirme como quieras porque no tengo género. Lo que percibas de mí también nos sirve para empezar una conversación, eso nos sirve para deconstruir y construir".
Tolerancia
El 9 de mayo cuando se cumplió el décimo aniversario de la sanción de esta ley la bandera de la colectividad trans flameó a la par de la nacional en el centro de la ciudad. Eso para muchos fue un escándalo, una afrenta, pero lo cierto es que hay un mástil y no por ser compartido o invitar a la reflexión mediante un simbolismo se deja de ser menos patriota.
El hecho no pasó a mayores, en otros tiempos no habría ni sucedido porque "era una forma de esconder lo que la sociedad no quería y la policía las detenía solo por ser trans". Como gritó Araceli al llegar y ver a sus amigas y amigos: "20 años atrás, un montón de travas acá en la plaza y a una cuadra de la policía ¿sabes qué? ¡Presísima"!