Historias
Volver a empezar: la escuela nocturna que transformó la vida de Silvia y Verónica
Ellas lograron culminar el año pasado sus estudios primarios y decidieron que ese no sería el final: ahora inician el secundario con expectativas y miedos, pero también con la confianza de haber superado barreras que parecían infranqueables. Sus historias reflejan la importancia de la educación como herramienta de transformación personal.
Por María Laura Ferrero | LVSJ
El sonido del timbre de la Escuela Nocturna “J. B. Iturraspe” marcó, el año pasado, el cierre de una etapa y el comienzo de otra para Silvia Almada y Verónica Olmos. Dos mujeres que, a pesar de sus distintas trayectorias, encontraron en esas aulas no solo conocimientos, sino una nueva mirada sobre sí mismas y su futuro.
Silvia Almada tiene 55 años. Creció sin haber aprendido a leer ni a escribir. "Fue algo que me dijeron mis niños cuando ya estaban grandes, que ya habían terminado ellos. 'Ahora te toca a vos', me dijeron. Y yo dije: 'Sí, me voy a atrever'", relató con emoción. La decisión no fue fácil. Como madre, durante años sintió el peso de no poder ayudar a sus hijos con las tareas escolares. "Cuando iba a las reuniones y las maestras decían que anote algo, me quedaba mirando a todos los demás. No poder escribir lo que decía la maestra era muy triste", recordó.
Silvia había intentado varias veces completar su educación. "Llegaba octubre, noviembre y pensaba que no iba a poder, entonces dejaba el colegio. Eso me pasó como tres años", contó. Sin embargo, en 2023 decidió romper esa barrera. "Dije: 'Tengo que seguir y ver hasta dónde llego'. Y seguí."
La vida de Silvia cambió radicalmente al aprender a leer. "Es horrible ir por la calle y no saber en qué calle estás porque no podés leer los carteles. Cuando leí por primera vez uno que decía 'Garibaldi', me quedé parada, no podía creer que lo había leído. Ahí me di cuenta de que había aprendido a leer", narró con orgullo.
Por su parte, Verónica Olmos, de 37 años, había cursado sus estudios primarios sin finalizar, pero sentía que había olvidado gran parte de lo aprendido. Su hijo adolescente y sus dos hijas más pequeñas la impulsaron a retomar los estudios. "Más que nada, vine porque quería sentirme segura para ayudar a mis hijos con sus tareas", explicó. Además, en su casa, el estudio es valorado: su suegro es docente, su esposo tiene un terciario, y siempre la alentaron a completar su formación.
Verónica: "Más que nada, vine porque quería sentirme segura para ayudar a mis hijos con sus tareas".
El regreso al aula fue una experiencia gratificante para Verónica. "Las profesoras me integraron enseguida al grupo. Ya esa misma noche me sentí cómoda", contó. Lo que comenzó como un repaso se transformó en un camino que decidió transitar hasta el final.
Los desafíos no faltaron. Silvia trabajó toda su vida como empleada doméstica y vendedora ambulante. Verónica debió coordinar sus estudios con las obligaciones de la maternidad. "Conté con el apoyo de mi esposo y mis suegros. A veces se quedaban ellos con los chicos para que yo pudiera venir a la escuela", señaló agradecida. Ambas destacan el ambiente de la escuela.
"Los compañeros fueron muy buenos, siempre dispuestos a ayudar", afirmó Silvia.
Las exalumnas sobresaltaron el trabajo del equipo docente conformado por Claudia Pioli, Carina Fusero y el profesor de Educación Física Juan Manuel Santillán. “Ellos son impresionantes, nunca te dejan bajar los brazos y siempre están a nuestro lado diciendo que nosotros podemos. Te ayudan a tirar del carro”, agregó Silvia.
La educación no fue solo un aprendizaje académico, sino también una oportunidad para tejer redes de apoyo y amistad.
Una nueva oportunidad
La decisión de continuar con el secundario surgió casi naturalmente. Verónica ya se inscribió en la escuela San Martín. "Estoy con todas las energías. Empiezo el martes y siento un conjunto de emociones: felicidad, desafío, miedo. Pero estoy preparada", aseguró. Su objetivo es claro: "Cuando termine, quiero estudiar enfermería".
Silvia, en cambio, aún duda. "Mi marido me dice: '¿Y? ¿Vas a ir?'. Tengo miedo, no sé a qué, pero lo tengo", confesó con lágrimas en los ojos. Aun así, algo en ella se mueve hacia adelante. "Escuché la historia de una señora de 80 años que terminó la primaria. Si ella pudo, ¿por qué yo no?", se anima.
El sueño de Silvia va más allá: quiere ser psicóloga. "Soy masajista y escucho mucho a la gente. Me gustaría ayudarlos mejor, saber qué decirles. Siento que me falta ese título", explicó. Los clientes ya la llaman "maga" o "ángel" por el alivio que encuentran en sus manos y sus palabras.
La educación, para estas mujeres, significó mucho más que aprender a leer, escribir o hacer cuentas. Les permitió reescribir sus propias historias. Silvia lo resume así: "Hoy me siento muy orgullosa. Saber leer y hacer sumas te enseña a expresarte, a defenderte". Verónica coincide: "Estudiar es de las cosas más importantes que tiene que hacer un ser humano. Te ayuda en el trabajo, con tus hijos, en lo social. Necesitás saber expresarte".
El camino que comienza ahora no está exento de miedos e incertidumbres. Silvia se emociona al pensar en ese primer día en la escuela secundaria. Verónica siente el vértigo del desafío, pero también la seguridad que le da el respaldo familiar. Ambas saben que no están solas.
Las puertas de la escuela nocturna Iturraspe seguirán abiertas para ellas y para tantas otras personas que buscan en la educación una oportunidad para cambiar su destino. Porque, como bien lo dijo Silvia, nunca es tarde para volver a empezar.
Inscripciones
La Escuela Nocturna J. B. Iturraspe tiene abiertas las inscripciones para este ciclo lectivo 2025. Los requisitos: a partir de los 14 años. Fotocopias del DNI
Informes
Lunes a viernes de 18 a 20 en la Escuela Irigoyen a los celulares: 03564 15682907 (Claudia) – 03564 – 15612711 (Carina).