Volver a empezar cuando el fuego destruyó su casa
"Nuestra vida dio un giro de 180 grados". La familia Rasetto Samud se rearma luego de que el jueves, un incendio causara daños irreversibles en gran parte de su vivienda de calle Belgrano al 1400. El comedor y el living, hoy solo dejan a la vista paredes negras cubiertas de hollín, aunque algunos, los menos, elementos se lograron salvar.
A 48 horas del incendio que sufriría la propiedad de la familia Rasetto Samud, cuya casa se encuentra en Belgrano al 1400, sus propietarios comenzaron las tareas de limpieza del lugar. El comedor y el living, donde ocurrió el siniestro, hoy solo dejan a la vista paredes negras cubiertas de hollín, aunque algunos, los menos, elementos se lograron salvar.
Los cinco miembros de la familia, más una de las dos mascotas (una falleció), fueron rescatadas gracias al accionar inmediato de bomberos, policías y personal de los servicios de emergencia, y hoy tratan de volver a su vida normal, aunque esto les cueste.
La fachada de la casa de dos pisos que tomó fuego ya evidencia al llegar algunas marcas grises. Pero nada se compara con el interior del lugar una vez que se atraviesa el portón de hierro forjado que por fuera parece imbatible.
Al ingresar a la casa se acerca Max, el mestizo de colores blanco y marrón que no pudo sortear las manchas del hollín que lleva en su pelaje pero que sí salvó su vida. No así Negrita, su compañera, quien no pudo resistir al siniestro.
El sillón donde se sentaban hasta hace unos días a ver películas Rodolfo y Cintia, junto a los pequeños Juan, Mora y Santiago, fue devorado en parte por las llamas como la gran mesada central y las sillas de la mesa del comedor. La imagen estremece, entristece y duele.
La dura vuelta
"Tomen asiento", invita Cintia Samud a LA VOZ DE SAN JUSTO, mientras limpia una de las sillas del comedor. Rodolfo Rasetto, su pareja, con barbijo por el fuerte olor en el interior de la casa, empieza a contar sus sensaciones tras lo vivido en la madrugada del jueves: "Lo que da la energía es pensar que los daños fueron materiales. Cuando llega el momento de la recaída te acordás de que lo que se perdió fue material y volvés a arrancar", asegura Rodolfo.
La escribanía perteneciente a Cintia, ubicada al lado de la casa, hoy es una improvisada cocina con galletitas, agua y un minifrigobar que hace las veces de heladera.
En la casa está la pareja, quien pudo resguardarse en la planta alta, pero no los niños: "Es muy fuerte que ellos vean esto. Si a nosotros nos cuesta ver cómo quedó, imaginate a ellos. Si ven esto lo van a arrastrar por siempre en su mente", reflexiona Cintia, con lágrimas en los ojos.
La pérdida en la planta baja fue total y la familia calcula un costo de $400.000 con un tiempo de reparación aproximado de cinco meses para volver a dejar todo medianamente en condiciones.
El dolor de perderlo todo
"Fue una noche común para nosotros. Tuvimos una cena y dejamos comida en el horno sin darnos cuenta", relata Cintia.
Como si fuera una mueca del destino, la familia no utilizaba comúnmente el horno de la cocina hasta la trágica noche. "No cocinamos casi nunca por cuestiones de tiempo", cuenta Cintia, agregando: "Nos pusimos a hacer las tareas de los chicos, algunos se fueron a bañar. Todo lo típico que hace una familia con niños".
Alrededor de las 23, la familia se fue a descansar a las habitaciones de la planta alta pero en cuestión de horas algo los alertó: "Me desperté a la 1.30 más o menos porque vi luz y niebla por la ventana, algo raro. Me levanto y me doy cuenta que era humo y cuando quiero prender la luz, no puedo. Con la luz de mi teléfono celular alumbro y cerca de la puerta de la habitación me recibe un calor tremendo. Fue como abrir la puerta de un horno. Ahí caí en la cuenta de la situación", narra Rodolfo, quien en cuestión de segundos intentó ir hacia la habitación de los chicos pero la temperatura no le permitía respirar ni salir: "Hacía casi 400 grados arriba", agrega.
"Por suerte se despertó porque sino no estaríamos vivos", remarca Cintia.
Los chicos fueron respondiendo de a uno y Rodolfo abrió de inmediato las ventanas que dan a la calle y allí observó a los vecinos que los tranquilizaron diciéndoles que habían llamado a los bomberos y a los servicios de emergencia.
"Tenemos que agradecer a los vecinos por ayudarnos y el rápido accionar de la policía y los bomberos. Si yo hubiera tenido que llamarlos, no sé si habrían llegado a tiempo", expresa Rodolfo.
La pareja coincidió que este hecho fue un antes y un después en sus vidas: "Estas cosas te hacen valorar lo que importa. Nuestra vida dio un giro de 180 grados", reconocieron.