Historia de vida
“Viviendo en el mientras tanto”, la historia de resiliencia de María Soledad Cappelletti
Es terapista ocupacional y un accidente marcó un "antes y un después" en su vida. En su libro que presentó en el Centro Cultural, María Soledad relata los momentos duros, pero también de superación que tuvo que atravesar e invita a reflexionar sobre nuestra propia existencia.
Por Isabel Fernández|LVSJ
Cuando estaba terminando el secundario, María Soledad Cappelletti sufrió un accidente que le cambió la vida. En un fin de semana largo de Semana Santa que compartía con sus amigas, se cayó de un caballo y sufrió serias secuelas, como no poder caminar, ni hablar o recordar. A partir de ahí todo fue resiliencia y aprendizaje.
María Soledad es terapista ocupacional, vive en Rafaela, pero no eligió su profesión después del accidente, sino que desde los 15 años estaba decidida a estudiar una carrera que le permita ayudar a los demás. “Siempre decía que quería ayudar a la gente, pero no con la palabra, sino con el hacer. Un día, una profesora de secundario me dijo: 'encontré la carrera para vos'. Y era la de terapista ocupacional, pero yo me convertí en paciente antes de ser profesional", aseguró.
Treinta años después del accidente que fue una bisagra en su vida, en los momentos de introspección vividos en la cuarentena por la pandemia de covid, decidió contar su historia escribiendo un libro al que llamo: “Viviendo en el mientras tanto” que presentó días atrás en el Centro Cultural San Francisco. En su obra, relata los momentos duros, pero también de superación que tuvo que atravesar, y al mismo tiempo invita a reflexionar sobre nuestra propia existencia.
En diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO, María Soledad deja un mensaje de fortaleza y resiliencia para todos. Se define como “la mujer que pudo reconstruirse y tomar todas sus habilidades y no habilidades para seguir viviendo. Eso lo fui haciendo en el mientras tanto, en el mientras tanto estudié una carrera, me casé, fui mamá, seguí adelante”.
“Pase lo que pase, pienso que siempre se puede encontrar la manera de hacer las cosas ya sea, para seguir adelante o para acompañar a alguien, desde el lado de la empatía. La vida es finita, entonces no nos queremos esperando a que mañana tal vez va a ser mejor, ahora es cuando hay que hacer. Por eso mi libro se llama ‘En el Mientras Tanto’, porque ‘mientras tanto’ pude seguir viviendo y haciendo”, remarcó.
“Por eso –agregó- el mensaje es el de no bajar los brazos y no quedarse en el ‘no voy a poder’. Hay que tener voluntad y pensar que cada uno, mejor que nadie sabrá cuáles son sus dificultades, pero también podrá descubrir las habilidades que si puede desarrollar”.
Un antes y un después
Al recordar el accidente, contó que en Semana Santa viajaron con unas amigas y estaban en el campo. “Con ese accidente se me terminó todo lo que venía pensando y planificando para mi vida, tuve que adaptarme a la condición que tenía en ese momento y pensar que iba a hacer en el futuro”, afirmó.
“Estuve internada durante casi dos meses en coma, creían que era un traumatismo de cráneo –amplió- pero después se dieron cuenta que había sufrido la obstrucción de la arteria carótida izquierda que provocó secuelas en el cerebro, un ACV. En la caída, un alambre de púa me apretó la carótida y no fluyó bien la sangre”.
En un primer momento no hablaba, no caminaba, no recordaba, fue muy difícil. “De a poco fui recuperando partes de mí, me fui armando de nuevo. Tenía dos caminos: quedarme postrada, no hablar o no querer superarme y no estudiar, o hacer lo que hice. Nunca tomé la opción de quedarme sin hacer nada como algo válido, todos los días trataba de superarme. Esto no quiere decir que fui una superheroína, creo que cualquiera puede hacerlo si tiene la voluntad”, aseguró la terapista ocupacional y escritora.
“La mujer que pudo reconstruirse”
Pudo construir su vida a pesar de lo que le pasó y siguió enfrentando los obstáculos. Hace ocho años, perdió a su compañero de vida, su esposo Francisco y se quedó con sus tres hijos, Valentina, Augusto y Catalina, que eran chicos. “Cuando sufrí el accidente ya estaba de novia, nos casamos y hace unos años mi esposo falleció por una enfermedad terminal, pero yo seguí adelante porque no hay que quedarse en el dolor o el lamento”.
María Soledad aseguró que decidió escribir el libro para liberarse, “como una catarsis y también porque pienso que si lo leen mis pacientes o los familiares pueden encontrar algún tipo de esperanza, aunque sé que todos somos distintos y que cada uno hace lo que puede con la vida que le toca, pero a la vida que nos toca la podemos modificar según nuestras posibilidades”.
Manifestó: “Nunca puse por delante mi enfermedad, mucha gente que trabajó conmigo no sabía lo que me había pasado. No quería que me recuerden como la chica del accidente, sino como la mujer que pudo reconstruirse y tomar todas sus habilidades y sus no habilidades para seguir viviendo. Creo que ese es el único camino”.
“Es hacerse fuerte con lo que te va pasando en el camino y no preguntarse por qué me pasa a mí, sino: ¿por qué no a mí?. Yo siempre pensé que estaba viviendo de prestado, y por eso decido vivir. Hay que fortalecer las habilidades que uno tiene e ir desarrollando otras a medida que se tiene la posibilidad”, destacó.