Análisis
Vientos, sequía, incendios e irresponsabilidad
Estamos frente a un panorama difícil que obliga a extremar la prevención y a estar atentos.
La Dirección de Gestión Integral de Manejo del Fuego de la provincia emitió, en las últimas semanas, varios reportes que alertaban sobre la presencia de vientos fuertes que elevan el riesgo de incendios forestales en varias regiones de Córdoba. El organismo remarcó que estas condiciones meteorológicas determinan un nivel extremo que acrecienta la posibilidad de que los siniestros se multipliquen en la zona serrana y también en otros rincones del territorio cordobés.
La advertencia de las autoridades es una muestra de la preocupación que existe en torno a la posibilidad de que el fuego provoque más estragos aún de los que ya ha generado este año. Por lo tanto, se requiere una decidida tarea de prevención complementada con la alerta roja que debe establecerse en todos los organismos que tienen como misión combatir los incendios en nuestras sierras y en otras regiones.
Agosto es el mes de los vientos. La experiencia demuestra que esta condición se repite con los años. Y se intensifica en algunos. Los vientos de esta época son anteriores incluso a los llamamientos a trabajar para detener el cambio climático. El riesgo, entonces, se acrecienta. Porque, además, venimos de varios meses sin lluvias importantes. Y los pronósticos auguran una extensión de la sequía hasta cerca de fin de año.
Al respecto, los estudios ambientales indican que el cambio climático provoca transformaciones profundas en el ambiente. Se sostiene que la diferencia entre estaciones secas y húmedas será cada vez más profunda, con la posibilidad de que la sequía prolongada brinde paso a períodos de copiosas lluvias. Así, las estaciones húmedas harán que la vegetación disponga de agua en abundancia para crecer mucho más y más rápido. Y, si la vegetación crece mucho, quiere decir que va a haber más combustible para un posible fuego en la próxima estación seca.
En este marco, nuestra provincia conoce y tiene sobrada experiencia en este tema. Se hacen permanentes campañas de prevención y se apela también con frecuencia a la responsabilidad ciudadana para evitar siniestros de gran magnitud. Sin embargo, éstos se producen con frecuencia, lo que obliga a ingentes esfuerzos de bomberos y personal especializado en el combate contra las llamas. Así también, deben dedicarse cuantiosos recursos para luchar contra estos eventos extremos.
El panorama establece que hay factores propiciadores del fuego que no son posibles de evitar. Sin embargo, buena parte de los incendios tienen su origen en descuidos, negligencias o acciones delictivas de los ciudadanos. Esta variable sí es prevenible. Porque depende de la toma de conciencia acerca de los recaudos que deben cumplirse cuando se sale al aire libre. Además, la responsabilidad ciudadana implica informar, notificar y denunciar cualquier conducta que origine fuego, independientemente de su magnitud y del sitio donde se produzca.
Estamos frente a un panorama difícil que, este año, ya muestra consecuencias lamentables en algunos cerros emblemáticos de las sierras cordobesas. La llegada de los vientos de agosto y la pertinacia de la sequía obligan a extremar la prevención y a estar atentos a cualquier circunstancia que pueda originar los incendios.