Entrevista
Una vida en movimiento: Paula y su camino por la educación física
En este mes se celebra el Día de la Educación Física y un ejemplo de vocación es la profesora Paula Chioccarello, quien tiene una relación espacial con el deporte.
Cada 30 de octubre se celebra en Argentina el Día de la Educación Física, una fecha en la que se reconoce la importancia del ejercicio físico y sobre todo la labor de quienes se dedican a enseñar esta disciplina. Para conmemorar este día, LA VOZ DE SAN JUSTO dialogó con la profesora Paula Chioccarello, quien compartió su historia, llena de vocación, esfuerzo y un profundo amor por lo que hace.
“Desde siempre supe que quería ser profesora de Educación Física”, afirmó. A su vez, evocó los recuerdos de sus primeros años en la escuela, donde surgió esa chispa que más tarde se convertiría en su vocación. “Tuve a grandes mentores en la primaria, en la escuela ‘Rafael Núñez’. Recuerdo mucho a mi profesor Orlando Olivero, y luego en el secundario, que lo hice en el Instituto ‘Inmaculada Concepción’, también tuve profesoras que me marcaron mucho que son Emilce Beraina y Marta Porporatto. Ellos fueron quienes sembraron en mí ese amor por la actividad física, y desde chica siempre me interesó el deporte, era algo que sentía parte de mi vida cotidiana”, recordó.
La influencia no solo vino de sus docentes, sino también de su familia. Con una madre que fue directora de una escuela y un padre deportista, Paula sintió desde siempre que tenía la combinación perfecta para dedicarse a la docencia: “Creo que saqué lo mejor de los dos. Mi mamá me transmitió el amor por la enseñanza, y mi papá, por el deporte. Fue una mezcla perfecta”, agregó.
Al llegar a su último año de secundaria, Paula enfrentó el tradicional test vocacional, un momento clave para confirmar su destino. “En quinto año, nos hicieron el test vocacional y sin dudarlo puse como primera opción Educación Física. La profesora de la cátedra nos pedía que eligiéramos tres carreras, pero la verdad es que no me imaginaba en otra cosa”, confesó.
Chioccarello estudió en la ciudad de Santa Fe, donde tuvo que prepararse para un riguroso examen de ingreso. “Era un proceso muy exigente. Éramos más de 500 chicas, y una cantidad similar de varones, pero solo entraban entre 120 y 130. Estaba terriblemente nerviosa, pero me preparé muchísimo en lo teórico y práctico”, comentó. La preparación la realizó junto a quien más tarde sería su pareja, Gustavo Jaluf. “Gustavo no era mi pareja en ese momento, pero me recomendaron que hablara con él porque era excelente preparando para los exámenes. Fue así como comencé a entrenar con él, y gracias a su ayuda logré quedar en el puesto número 7. Para los dos fue un gran orgullo”, rememoró.
Paula no solo enseña a sus alumnos, sino que también ha construido una relación profunda con ellos a lo largo de los años. “Amo lo que hago, con los años, aprendí a adaptarme a los cambios, tanto en los chicos como en la tecnología. Los alumnos van cambiando, y yo trato de acompañarlos en ese proceso. Además de profesora de Educación Física, también soy preceptora, por lo que mi rol va más allá de la enseñanza de la materia”, comentó.
Actualmente, Paula trabaja en el Instituto “Bernardino Rivadavia”, en Porteña, un colegio privado donde ocupa el cargo de preceptora por la mañana y se desempeña como profesora de Educación Física por las tardes. “Me levanto muy temprano, a las 6 de la mañana, para viajar todos los días desde San Francisco a Porteña. A pesar de que muchos me critican por el esfuerzo que implica el viaje, la verdad es que no lo cambiaría por nada. Me encanta la gente de Porteña, el ambiente institucional y, sobre todo, la relación con los chicos”, expresó.
Además, Paula tiene una academia de baile “Ritmo Azul” junto a su pareja, Gustavo Jaluf, con quien ha formado un proyecto que ya cuenta con 25 años de trayectoria. “Este año cumplimos 25 años con la academia. El baile es otra de mis grandes pasiones, y me encanta combinarlo con mi trabajo como docente. En septiembre hicimos un gran evento para celebrar estos 25 años, en el que participaron más de 1.500 personas, fue una noche increíble”, manifestó.
A lo largo de su carrera, Paula ha tenido que enfrentar varios desafíos, especialmente durante su tiempo trabajando en zonas rurales. “Después de recibirme, hice suplencias en varios colegios de San Francisco, como en el Instituto ‘Inmaculada Concepción’ y en el Instituto ‘San Francisco de Asís’. Sin embargo, una de las experiencias que más me marcó fue cuando me asignaron un cargo titular en una zona rural, en Monte Tala. No sabía dónde quedaba, pero lo tomé igual. Monte Tala está a 10 km. de Marull, y para llegar hacía un recorrido de 150 km dos veces por semana”, cuenta.
Paula recuerda con cariño su tiempo en las escuelas rurales, a pesar de las dificultades: “Era muy exigente, pero a la vez muy gratificante. Los chicos me esperaban con una alegría inmensa, porque era la única maestra diferente que veían una vez a la semana. Lamentablemente, tuve que dejar ese trabajo cuando quedé embarazada de mi tercer hijo, porque ya no podía con tanto esfuerzo físico y mental. Fue una decisión difícil”, relató.
Hoy en día, Paula sigue desempeñándose como profesora de Educación Física y preceptora, combinando ambas pasiones con su trabajo en la academia de baile. “No me imagino haciendo otra cosa. Amo mi trabajo en las escuelas y también disfruto muchísimo mi rol en la academia. La Educación Física no es solo una materia, es una forma de vida que nos ayuda a estar en contacto con nuestro cuerpo, a mantenernos activos y a cuidar nuestra salud física y mental”, concluyó.
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