Doble San Francisco Miramar
Una mancha inmerecida
La Doble San Francisco – Miramar tiene una rica historia que exige ser preservada, el abandono de tantos pedalistas fue un inmerecido y duro golpe para una competencia tan tradicional como la clásica vuelta ciclística.
En los años 90, la competencia más tradicional del ciclismo mundial, el Tour de Francia, fue motivo de varios sucesos relacionados con el dopaje de los atletas que allí competían. El denominado “escándalo Festina” –vinculado con las irregularidades comprobadas en uno de los equipos más importantes del mundo- fue el comienzo de varias ediciones en las que deportistas muy famosos y exitosos debieron reconocer que habían consumido sustancias para incrementar su rendimiento.
Así, la credibilidad del ciclismo –una noble actividad recreativa y deportiva- se vio manchada y sus más altos exponentes fueron colocados bajo sospecha. En los últimos años, el Tour de Francia parece haber recobrado la sensatez y recuperado el crédito. Sus organizadores y los entes encargados de combatir el dopaje multiplican cada año los controles y procuran devolver limpieza a un ambiente marcado por circunstancias en las que se vieron involucrados nombres emblemáticos del ciclismo mundial como Pantani o Armstrong.
El recuerdo de los tristes sucesos que establecieron el comienzo de un nuevo tiempo para la carrera de bicicletas más famosa del planeta permite hacer un paralelismo con lo sucedido en la última edición de la Doble San Francisco-Miramar, una de las competencias ciclísticas más tradicionales del país, que –tal como se publicó en este diario días atrás- “quedó marcada por un hecho inédito que generó polémica y cuestionamientos: la deserción masiva de varios equipos reconocidos tras conocerse la presencia del ente encargado de realizar controles antidoping aleatorios post-carrera”. Así, “equipos de renombre como KTM, Team Murray, Colla, Facturería El Pato de Chivilcoy y Municipalidad de Pehuajó abandonaron la competencia antes de la segunda etapa, decisión que dejó apenas 38 ciclistas para completar el regreso desde Ansenuza hasta San Francisco”.
El abandono de tantos ciclistas fue un inmerecido y duro golpe para una competencia tradicional en el calendario anual del ciclismo nacional. Un impacto que abrió la puerta a especulaciones de todo tipo y a sospechas similares a aquellas situaciones escandalosas registradas en varias ediciones del Tour de Francia.
En este marco, bienvenido ha sido el comunicado del club Sportivo Belgrano –coorganizador de la competencia en los últimos años-, en el que deslinda responsabilidades, pero deja en claro su postura a favor de “la integridad, la transparencia y el juego limpio”. Asimismo, celebra y apoya la realización de controles antidopaje “como una herramienta fundamental para garantizar la legalidad y equidad en cada competencia deportiva”.
La Doble San Francisco – Miramar tiene una rica historia que exige ser preservada. Es positivo, por ello, que los organizadores actuales hayan reafirmado su postura de defensa de los valores que enaltecen la actividad deportiva. Quizás sea una ingenuidad, pero convendría esperar que los responsables de los equipos que abandonaron la competencia brinden explicaciones acerca de su extraño proceder.