Análisis
Una baja, la otra no cede
La inflación está disminuyendo, pero la recesión persiste y está causando dificultades significativas. Es crucial centrarse en esta contradicción si queremos restaurar normalidad y estabilidad económica.
En Córdoba, la inflación de mayo fue del 4,8%, la más baja en los últimos 27 meses en la provincia. Así lo informó el Centro de Almaceneros de Córdoba, recordando que no se evidenciaba una retracción tan evidente del índice de precios al consumidor desde febrero de 2022. En aquel mes, el costo de vida en la provincia alcanzó el 4,07%.
El dato seguramente será corroborado por las estadísticas oficiales tanto del Indec como de los distintos entes provinciales. Quedará reflejada así la merma continua del índice inflacionario que se ha venido registrando a lo largo de este año. El recorte drástico del gasto estatal ha sido, no hay dudas, determinante, a la hora de reflejar estos guarismos.
No obstante, el dato positivo del alivio en los porcentajes de incrementos de precios ha venido acompañado de una preocupante parálisis productiva y de consumo. La recesión económica es de una magnitud que registra antecedentes históricos solo en los períodos de mayor crisis socioeconómica de la Argentina. Este fenómeno hace mella en los ingresos de las familias y hace aflorar el drama del alza del desempleo, con las consecuencias dramáticas que ambas variables tienen para la vida de nuestros compatriotas, en especial quienes sufren condiciones de vulnerabilidad social.
El mismo Centro de Almaceneros de Córdoba ha graficado con sus estadísticas este grave problema. Los índices hablan por sí solos. Según el relevamiento hecho por la citada entidad, el 10% de los hogares manifestó que algún integrante sólo comió una vez al día o dejó de comer todo un día durante mayo pasado. Además, el 88,5% de los grupos familiares financió alimentos en ese mes. Siempre teniendo en cuenta el mismo período, el 57,8% de los hogares no pudo acceder a la totalidad de los alimentos que conforman la Canasta Básica Alimentaria y de aquellos hogares que sí pudieron acceder de manera total a esa canasta, sólo el 24,8% pudo hacerlo con recursos propios, mientras que el 75,2% restante debió ser asistido con algún tipo de ayuda estatal (mayoritariamente con AUH/Tarjeta Alimentar) para lograr ese objetivo). Lo más grave: durante mayo, por falta de recursos, el 27% de las familias encuestadas expresaron que alguno de sus integrantes sintió hambre.
Las respuestas a la encuesta muestran lo grave de la situación actual: la inflación está disminuyendo, pero la recesión persiste y está causando dificultades significativas. Aunque es alentador que el costo de vida esté bajando, el efecto negativo de la recesión es preocupante, especialmente cuando una familia necesita casi un millón de pesos para cubrir necesidades básicas. Es crucial centrarse en esta contradicción si queremos restaurar normalidad y estabilidad económica en nuestro país.