Una aldea, dos cementerios
Cementerio proviene del griego y quiere decir “Lugar de descanso”. Aquí en Argentina se le suele decir popularmente “La quinta del Ñato”. La historia de nuestro cementerio comienza con la fundación de José Bernardo Iturraspe de las colonias San Francisco, Iturraspe, Freyre, el 9 de septiembre de 1886. El origen de nuestro camposanto, como el de la misma ciudad, estuvo en la hoy llamada Plaza San Francisco. Pero pronto, tras el paso del tren y la reconfiguración urbana, surgió un nuevo cementerio. En esta primera entrega del nuevo ciclo multimedia de LA VOZ DE SAN JUSTO, repasamos el origen de los dos cementerios de San Francisco.
Por Manuel Montali | LVSJ
Desde los primeros días de la humanidad sobre la tierra hay indicios de que la despedida de un cadáver, antes de su inhumación, era un hecho especial. Ya el hombre del Neanderthal pintaba los cuerpos de personas fallecidas con pigmentos naturales. El intento de conservar algún tipo de esencia de los muertos, así como su disposición para el descanso, son una constante en los ritos funerarios de las distintas civilizaciones.
Cementerio proviene del griego y quiere decir "Lugar de descanso". A lo largo del tiempo, los cementerios han ido configurándose como espacios algo apartados de las poblaciones, destinados exclusivamente a ese reposo eterno de los muertos. Aquí en Argentina se les suele decir popularmente "La quinta del Ñato". Dicha denominación tiene varias teorías, siendo la principal su identificación con una calavera (sin nariz, por ende, ñata).
El cementerio de Plaza San Francisco, el primer sitio destinado al descanso eterno de los vecinos de nuestra ciudad.
La historia de nuestro cementerio comienza con la fundación de José Bernardo Iturraspe de las colonias San Francisco, Iturraspe, Freyre, el 9 de septiembre de 1886.
Iturraspe trabajaba en la venta de los lotes y en enviar colonos para afincarse, hasta que la séptima familia, encabezada por Alejandro Sema y Leonor Chianalino, tuvo éxito en radicarse definitivamente.
Entre 1886 y 1890 fueron llegando nuevas familias que se establecieron en terrenos de la actual Plaza San Francisco. Por lógica necesidad, allí se creó el primer cementerio.
Luego, con la inauguración de la estación del Central Córdoba, el 15 de octubre de 1888, unos diez kilómetros más al sur, nació la Estación San Francisco, donde Iturraspe instaló su molino, lo que determinó la ubicación de un nuevo centro urbano, que en los años siguientes fue eclipsando a la antigua Plaza.
Durante la primera intendencia, de Benjamín Dávila (1894-1895), se construyó entonces un segundo cementerio en terrenos de esta población.
La historia del primer cementerio de San Francisco se remonta al 18 de noviembre de 1889.
El primer asentamiento
El primer cementerio tuvo su origen el 18 de noviembre de 1889, cuando uno de los colonos pioneros, Claudio Grillet, entregó una parcela con dicha finalidad al cura Ambrosio de Raynaldi o Reynaldi. Así está inmortalizado hoy en una placa dispuesta al ingreso del mismo.
Como detallan Gustavo Beltramo, Walter Martínez y Carlos Pioli en su trabajo histórico "La quinta del Ñato" (base de esta propuesta audiovisual), este terreno pertenecía al lote Nº 3 y tenía 200 metros de frente por 500 metros de fondo. Tan generoso fue Grillet que, pese a destinarlo para uso católico, hasta previó un pequeño sector para enterrar a los no católicos. Y dejó establecido el lugar donde debería levantarse su panteón familiar.
La despedida de una persona fallecida ha configurado ritos especiales desde los primeros días de la humanidad.
El predio tuvo distintos vaivenes en su administración y hasta peligró su continuidad. El intendente Pedro Fossatti denunció por ejemplo que en 1896 había quedado en total estado de abandono, generando distintos problemas administrativos y en cuanto a la fecha de las defunciones. No obstante, el primer camposanto de Plaza se recuperó. Tiene incluso una capilla, que en sus orígenes era el Panteón de los primeros habitantes, los Sema, quienes luego lo donaron.
Así, el primer cementerio se mantiene hasta hoy. Bien cuidado, con perfume a lavanda y pintoresco en el sector rural, su mayor problema son los robos de placas metálicas y otros elementos de valor. Eso sin menospreciar algún susto que cada tanto se llevan los visitantes, cuando al pasar por un panteón con puertas sin vidrios, se topan de repente con un lechuzón asustado que intenta salir.
El segundo camposanto, el que nació luego del paso del tren y la reconfiguración urbana.
El cementerio que vino con el tren
El segundo cementerio comenzó a tomar forma con la misma lógica del primero, para responder a las necesidades de los pobladores de la Estación, ya que se les hacía muy incómodo trasladar y acompañar a sus muertos hasta los terrenos de Plaza. Los restos de los primeros fallecidos fueron depositados directamente en tierra, ante la ausencia de tumbas y hasta que comenzaron a construirse nichos. Ya a comienzos del siglo XX se levantaron los primeros panteones. El pórtico característico se edificó en 1929.
De esta manera, San Francisco pasó a ser una gran aldea entre Plaza y la Estación, una gran aldea con dos cementerios.
En esta nueva propuesta multimedia continuaremos repasando, quincenalmente, algunas de las historias más asombrosas de nuestra "Quinta del Ñato": la santa popular, los suicidas anónimos, el Fournier, al aviador que desapareció 60 años, entre otros.