Día del Padre
Un súper papá que ve con los ojos del alma
Juan Manuel Rivara nació ciego, pero eso no le impidió llevar adelante una vida normal y formar una familia. Disfruta de ser padre de Arón y Tiago, junto a su esposa Malvina, también no vidente. LVSJ viajó a Laspiur para registrar esta historia que merece ser contada.
Por Gabriel Moyano | LVSJ
Juan espera paciente sentado en el banco de la ex estación de Laspiur. Su bastón blanco entre las manos y una sonrisa que se despliega cuando advierte nuestra llegada. De ahí en más, todo será una charla amena y hasta divertida con un tipo común y corriente al que le tocó la mala suerte de nacer ciego y la buena suerte de haber contado con una buena crianza y de haber encontrado el amor en otra persona no vidente. Pero ese tipo común se transforma en un campeón cuando desempeña el rol de papá.
Este Día del Padre, compartimos la inspiradora historia de Juan Manuel Rivara, un joven de 36 años ciego de nacimiento que, junto a su esposa Malvina Mayorga, también ciega, ha construido una vida llena de amor y resiliencia, desafiando las barreras que la sociedad podría haberles impuesto.
Juan Manuel se dedica a la reparación informática, un oficio que heredó de su padre. "Mi viejo tenía una relación muy buena conmigo, era como un amigo. Él me enseñó mucho sobre la informática y la vida", recuerda Juan Manuel. Esta estrecha relación lo preparó para enfrentar uno de los momentos más importantes de su vida: la paternidad. "Cuando estaba buscando casa, mi padre me decía: '¿Qué te da miedo?'. Yo le respondía que ser padre, la responsabilidad de que alguien dependa de mí. Pero gracias a todo lo que él me enseñó, me sentía preparado", cuenta.
Juan Manuel y Malvina se conocieron de una manera poco convencional: a través de internet. "Nos conocimos por internet, éramos amigos y cada uno tenía su vida", relata Juan Manuel. Lo que comenzó como una amistad virtual floreció en una relación romántica cuando decidieron encontrarse en persona en Las Varillas. “Fue amor a primera vista”, bromea sacando a relucir un buen humor que sorprende. (Más tarde, Malvina confirmará que es algo que comparten: “pasa que el amor es ciego”, desliza para provocar las carcajadas).
Después de un tiempo de noviazgo, formaron una familia y su primer hijo, Aarón Gael, nació en 2015. Conscientes de que sus hijos crecerían en un entorno diferente, Juan Manuel y Malvina tomaron la decisión de vivir solos antes del nacimiento de Aarón. "Queríamos estar solos para que nuestros hijos no tuvieran que pasar por un proceso de adaptación. Queríamos que nacieran ya en el entorno donde sus padres ciegos fueran la norma", explica Juan Manuel.
La vida diaria en el hogar de Juan Manuel transcurre con normalidad y felicidad. "El día a día es como el de cualquier persona. Mis hijos, Aarón y Tiago, van a la escuela. Aarón está en la primaria y Tiago en el jardín. Yo trabajo en la municipalidad en el área de informática y también reparo computadoras en mi casa", cuenta. La música es una parte esencial de su vida familiar, con Malvina enseñando canto y Juan Manuel tocando la guitarra como hobby. "Hacemos lo que sea con nuestros hijos. Ellos también disfrutan de la música. El más grande, Aarón, está aprendiendo guitarra", dice orgulloso.
Una de las preocupaciones que para el común de la gente sería la posibilidad de que sus hijos también nazcan ciegos, pero para ellos no lo fue. "Lo nuestro no es genético. Es ceguera de nacimiento por retinopatía del prematuro. Ambos nacimos prematuros y nuestros hijos nacieron a término y están bien", explica Juan.
La aceptación de su discapacidad ha sido clave en la forma en que sus hijos perciben su entorno. "Ellos lo toman de una manera natural. No nos andamos quejando ni en plan de víctimas. Hacemos la vida como cualquier persona y eso les enseñamos a ellos", afirma. Los niños participan activamente en la vida diaria y la música, y aceptan la discapacidad de sus padres con total naturalidad. "Cuando sus compañeros les preguntan, ellos responden sin problemas. Es algo muy natural para ellos", añade.
"Ellos lo toman de manera natural. No nos quejamos ni nos comportamos como víctimas".
La filosofía de crianza de Juan Manuel se basa en ser el guía y protector de sus hijos. "Nosotros somos los padres y tenemos que ser la guía. No ellos guiarnos a nosotros. Hemos manejado nuestra vida siendo ciegos y queremos que ellos también tengan independencia y seguridad", afirma Juan Manuel. Esta actitud refleja una profunda comprensión y aceptación de su situación, y un deseo de transmitir esa fortaleza a sus hijos.