Análisis
Un país sin presupuestos
En un contexto político marcado por la incertidumbre, el posible acuerdo entre LLA y PRO naufraga a poco de andar. Mientras recibe críticas por no haber incluido al presupuesto en los temas de las sesiones extraordinarias, el gobierno nacional aprovecha la parálisis opositora para avanzar en su agenda.
Por Fernando Quaglia | LVSJ
"Unámonos paisano mío, para batir a los maturrangos que nos amenazan. Hagamos un esfuerzo de patriotismo, depongamos resentimientos particulares y concluyamos nuestra obra con honor".
Con estas palabras convocó San Martín a Estanislao López en 1819 para terminar con las luchas intestinas de los comienzos de la Patria. La historia enseña que la propuesta del Libertador no tuvo eco. Los enfrentamientos prosiguieron durante varias décadas. Pero San Martín se mantuvo firme en sus convicciones.
Puede sonar antojadizo el paralelismo. Los tiempos son otros. Las condiciones políticas muy diferentes. Y los personajes involucrados lejos están de encarnar la condición de próceres. Pero el “unámonos para arrasar al kirchnerismo” de Milei y el “formemos equipos para trabajar en conjunto” de Macri parecen transitar similar camino al de la propuesta que el padre de la Patria formuló al caudillo santafesino.
Si alguna vez existió, la intención acuerdista entre LLA y el PRO saltó por los aires en pocas horas. Un par de tuits de los influencers libertarios bastaron para tomar nota de que las mesas de negociación son instrumentos innecesarios para las “fuerzas del cielo”. Y el comunicado del PRO cuestionando la exclusión del proyecto de presupuesto en la convocatoria a sesiones extraordinarias del Congreso culminó la faena destructiva. La advertencia macrista por “una preocupante falta de vocación de diálogo” y una “visión autoritaria” de parte de la administración de Milei quizás rompió definitivamente los puentes. Y también provocó un remezón interno en la fuerza liderada por Macri. Gobernadores afines y dirigentes “amarillos” proclives al acuerdo con La Libertad Avanza pusieron el grito en el cielo por no haber sido consultados previamente.
Pueden intuirse sonrisas en los rostros de los estrategas del gobierno nacional. Mientras se enfocan en la central obsesión que es seguir bajando la inflación, las elecciones legislativas de este año volverán a enfrentar al “León” contra la casta. No solo versus el kirchnerismo, que se atrinchera en el Conurbano y dedica todos sus esfuerzos en disciplinar al gobernador de Buenos Aires, mientras los demás mandatarios provinciales “hacen la suya”. También enfrentando a Macri, mucho más si el ex presidente decide recoger el guante de una posible candidatura que le lanzó su primo, jefe de Gobierno de la capital.
Además, celebrarán la parálisis de fuerzas opositoras que no dan muestras de reacción, lo que les dará tiempo para pescar en el río revuelto. Atraerán a su seno, cooptarán, a dirigentes políticos proclives a la “borocotización”. Luis Juez picó en punta. Varios otros podrían sumarse a la lista en los próximos meses. Poco importa si fueron o son “casta”. “El que se pone la camiseta y quiere venir es bienvenido”, afirman. Contradicciones “inofensivas”.
A medida que la meteorología vaya dando respiros, el clima se caldeará en un Congreso que deberá definir temas cruciales como Ficha Limpia, eliminación o suspensión de las Paso y los nuevos miembros de la Corte Suprema, entre otros. En todas las discusiones estará presente, paradójicamente, la ausencia del presupuesto.
Es difícil predecir lo que sucederá en las sesiones extraordinarias. Solo hay una certidumbre: la Argentina de hoy es un país sin presupuesto. Mejor dicho, sin pre–supuestos. Indefiniciones, incertidumbres, dilemas, sorpresas pueblan la realidad. En verdad, desde hace tiempo, salvo contadas excepciones, ningún hecho político puede darse por sentado antes de que se concrete. Perón decía que está equivocado el que pretende vender la liebre antes de cazarla.