Sociedad
Un museo con alma: Malvinas tiene su lugar en San Francisco
En su primera semana, el Museo “Héroes de Malvinas” recibió a más de 600 estudiantes. Este espacio reúne objetos, testimonios y emociones que relatan la historia de los sanfrancisqueños que combatieron en la guerra.
Por Laura Ferrero | LVSJ
El nuevo museo “Héroes de Malvinas”, inaugurado recientemente en la plazoleta de Perú 1350, ya dejó su huella en la ciudad de San Francisco. En apenas siete días, más de 600 alumnos de instituciones educativas locales recorrieron su sala. Para el próximo mes, todos los turnos están agotados. “Esto emociona profundamente. Después de más de 40 años tenemos nuestra sede propia y un museo que rescata nuestra historia”, dijo Alejandro Giletta, presidente del Centro de Veteranos de Malvinas.
Al ingresar al edificio, el visitante se encuentra con un gran panel que reúne las fotos de los 25 veteranos del Centro local. “Ahí están todos, incluso los tres que fallecieron después del conflicto. Sanfrancisqueños nacidos y criados acá”, relató Giletta. Debajo del panel puede leerse la frase “Malvinas nos une”, que sintetiza el espíritu colectivo que guía este espacio.
Historias en primera persona
Una de las principales atracciones del museo son los paneles con testimonios y fotografías de cada veterano. Este material fue parte de una muestra itinerante impulsada por la Municipalidad que recorrió gran parte del interior de Córdoba. Las cartas de soldados a sus familias, fotos inéditas y objetos personales acompañan cada historia.
También se exhibe un maniquí con el uniforme de un suboficial de la Armada, representando a quienes participaron desde el mar. Entre ellos, se destaca el recuerdo de Daniel Gaitán y Rodolfo Luisiano, sobrevivientes del ARA General Belgrano. “Luisiano hoy sigue con nosotros, aunque vive en Entre Ríos, y Gaitán lamentablemente falleció hace un tiempo”, contó el presidente del Centro.
El recorrido continúa con una sección dedicada a la Fuerza Aérea. Allí se encuentra un tanque suplementario de un avión Pucará, parte de la historia de Carlos Díaz, piloto sanfrancisqueño que participó del conflicto. Su casco, una carta de navegación y fotos personales acompañan su testimonio.
“Esa carta que recibí de mi papá, la única que llegó a Malvinas, la guardo como un tesoro”, dijo Giletta, quien también fue parte del conflicto. “Recibimos aviso telefónico -porque yo le había mandado a un compañero que le avise que estaba en Malvinas-, porque no sabían. Fueron muchas cartas. Muchísimas suerte, miles de besos, papá y mamá”.
Mapas, aviones y maquetas
Uno de los sectores más visitados es el del gran mapa de las islas, donde se indica el lugar de destino de cada sanfrancisqueño durante la guerra. Además, se puede observar un tablero original de un avión Pucará fabricado en Córdoba, junto a otros instrumentos donados por el Museo de Oliva.
Las vitrinas del museo también exhiben réplicas a escala de todos los aviones que participaron del conflicto: A-4 Skyhawk, Canberra, Hércules, Mirage y Super Étendard, entre otros. Además, hay unas maquetas que fueron realizadas por un artesano local, que reconstruyó el ARA General Belgrano y el buque hospital Bahía Paraíso.
El panel central del museo hay una escultura de las Isla Malvinas incrustadas en la pared que es una obra del artista Damián Bolaño, conocido por su trabajo en el monumento a los caídos. “Es impresionante lo que transmite. Conmueve apenas se entra”, destacaron los veteranos.
Un recorrido por la memoria y el coraje
Una gran cantidad de objetos originales completan la muestra: proyectiles, cascos, gorras, uniformes y cajas de municiones. Llaman especialmente la atención dos filas de asientos recuperadas de aviones que transportaron soldados hacia Malvinas: una del Boeing 707 y otra del Fokker F-27 de la Fuerza Aérea. “En estos mismos asientos viajaron soldados al frente. Hoy forman parte de nuestra memoria colectiva”, explicó Giletta.
Otro elemento que impacta es una ración de emergencia, utilizada por los sobrevivientes del hundimiento del ARA General Belgrano. “Eran las únicas provisiones que tenían mientras esperaban ser rescatados en alta mar”, relató conmovido.
Un museo que educa y emociona
El objetivo del museo no es solo conservar objetos, sino también transmitir experiencias. “Queremos que los chicos comprendan lo que fue estar allá. Les mostramos cómo era la ropa que usábamos, sin abrigo, sin condiciones. Solo con voluntad y amor por la patria”, explicó Giletta.
La muestra también incluye artillería pesada como cañones y morteros de distintos calibres. “Este es un mortero de 120 milímetros. Y este proyectil, cuando explota, se desarma en cientos de esquirlas que vuelan a gran velocidad. Así combatíamos”, agregó.
Con una convocatoria que no para de crecer y turnos completos por semanas, el Museo “Héroes de Malvinas” ya se convirtió en un punto clave de la identidad sanfrancisqueña. Un lugar que invita a recordar, a honrar y a transmitir a las nuevas generaciones la historia de quienes lucharon por defender la soberanía argentina.
Cómo se armó el museo
El museo comenzó a tomar forma gracias a una red de contactos, persistencia y compromiso. “Esto fue empezar a llamar a los cuarteles. Estamos en proceso, esto recién comienza, como todo museo”, explicó Giletta. Muchas de las piezas exhibidas fueron donadas por unidades militares de Villa María y Río Cuarto, y otras ya estaban en poder del Centro desde hace años. “Le mandamos cartas al jefe del Estado Mayor del Ejército, de la Fuerza Aérea, y conseguimos promesas de más donaciones. Todo esto lo fuimos consiguiendo entre todos”, detalló.
Algunas piezas habían sido expuestas anteriormente en la Plazoleta de Arquitectos Sociales, y otras fueron acondicionadas especialmente para este nuevo espacio. Entre ellas se encuentran cañones, municiones, uniformes, asientos originales de aviones y material gráfico inédito.
Sin guión, pero con mucha historia
Lejos de ser un recorrido rígido, el guión del museo es abierto, vivo. “No hay ningún guión. Cuando el veterano no sabe algo, le pregunta al que sí sabe. Así que cualquiera puede hacer de guía”, comentó Giletta. Especialmente durante las visitas escolares, el relato se adapta. “Los chicos preguntan por un lado, por otro… es imposible seguir un esquema fijo”, dijo.
Lo que más impacta a los jóvenes son “los cañones, el tema de la aviación y las municiones”, aunque también se detienen a leer las cartas expuestas en los paneles. “Por ejemplo, Juan Bazano se carteaba con quien hoy es su esposa. Donó esas cartas, y fue todo un trabajo de recopilación”, agregó.
Un trabajo colectivo y emocional
La recopilación de testimonios y diseño gráfico de los paneles comenzó en marzo de 2022, en el marco de los 40 años de la guerra, y culminó en julio-agosto de ese año. “Trabajamos con Natalia Barbero, que era diseñadora gráfica de la Municipalidad. Se involucró tanto que dejó todo para dedicarse al proyecto. Hoy es la que maneja nuestras redes sociales”, destacó Giletta.
El nivel de compromiso fue tal que, al recibir las cartas originales de Juan, Barbero tardó tres días en animarse a tocarlas, por miedo a dañarlas. “Eso demuestra lo que significa para nosotros cada objeto, cada recuerdo”, dijo Giletta emocionado.
Malvinizar: una misión que continúa
La construcción del museo fue acompañada paso a paso por los veteranos. “Pasamos por muchos estados de ánimo, pero cuando nos dieron la llave y nos dijeron ‘empiecen a armarlo’, no lo podíamos creer”, recordó el presidente del Centro. “La mañana antes de la inauguración terminamos el playón. Después, durante días, nos parábamos en la vereda y decíamos: ‘¡43 años y tenemos nuestra casa!’”.
Pero más allá de la emoción, hay una misión clara: malvinizar. “No es lo mismo pararse al frente de un curso y contar la historia que traer a los chicos acá. Les entra más, aprenden más”, aseguró. Y explicó: “¿Qué es malvinizar? Es honrar a los que murieron, mantener viva la causa, que los chicos la abracen, la comprendan y la transmitan. No podemos dejar que esto se olvide. Más de 650 murieron, más de mil se suicidaron. Hay que malvinizar”.
Giletta remarcó que “los chicos son los que van a tener que llevar la bandera de Malvinas cuando nosotros no estemos. Si no los educamos, si no les contamos, van a callar por ignorancia”.
Orgullo compartido
Para Giletta, el museo también es una muestra de unidad. “Malvinas es una causa que nos une como país. Subimos posteos todos los días, y no hay un solo comentario en contra. Todos nos felicitan, todos se sienten parte”.
También destacó el acompañamiento del Estado local. “La municipalidad utilizó recursos de la ciudad para construir este museo. Y nadie lo cuestionó. Hubo más de 600 o 700 comentarios felicitando al intendente y al equipo. Eso nos llena de orgullo”.
Un museo que sigue creciendo
El museo cuenta con 300 metros cuadrados cubiertos, que incluyen la sede del Centro y las salas de exposición. La lucha por sumar piezas continúa: “Renegamos muchísimo para que nos den un cañón que tienen tirado en un galpón. No lo usan, no lo muestran, pero cuesta mucho conseguirlo por la burocracia”, lamentó Giletta.
Y agregó: “Antes teníamos todo en nuestras casas. Ahora tenemos el museo, le mostramos fotos a quienes pueden donarnos cosas. Eso le da jerarquía”.
El espacio está abierto al público los lunes, miércoles y viernes de 9 a 12, y también se puede visitar con turnos especiales. “Siempre va a haber uno, dos o tres veteranos para guiar y explicar todo”, aseguraron.
Una lucha que no termina
Cuando se les pregunta si sienten que la misión está cumplida, la respuesta es clara: “No. Todavía no. Mientras tengamos vida, tenemos que malvinizar. Mientras el cuerpo nos dé, vamos a estar acá, recibiendo a quien quiera conocer nuestra historia. No dejamos allá, y no vamos a dejar acá”.
El Museo “Héroes de Malvinas” no es solo un edificio. Es memoria, es orgullo, es una causa que sigue latiendo fuerte en el corazón de San Francisco.