Sociedad
“Nada se hizo en vano”: los bomberos de Porteña que con su perro buscaron sin parar a Loan
Janet, José y Tango regresaron de Corrientes y todo un pueblo agradecido los abrazó. El relato de los héroes que participaron del operativo por la desaparición del niño que tiene en vilo al país.
Por Cecilia Castagno | LVSJ
El pasado lunes 17 de junio, en el cuartel de Porteña y en los 190 cuarteles de bomberos voluntarios de la provincia de Córdoba sonó la alerta roja. Janet Rosa Primo (34) y José Pereyra (46) no dudaron en alistarse y el martes siguiente partieron hacia Corrientes donde permanecieron hasta el sábado 22 para participar del multitudinario operativo por la desaparición de Loan Danilo Peña (5). Viajaron junto a Tango, el perro de José, adiestrado para búsqueda y rescate. El hombre y el labrador negro son un binomio inseparable.
Para Janet, fue su primer operativo de alta complejidad, mientras que José ya había tenido experiencia en un salvataje en un dique de las sierras y otro en Chaco. Sin embargo, este nuevo desafío que se le presentó en su vida activa como bombero fue especial.
En diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO, compartieron sus sensaciones al ayudar a buscar al niño que tiene en vilo a la opinión pública. “Aportamos un granito de arena en esta causa” que dio un nuevo giro luego de despertar numerosas hipótesis, declararon y valoraron el rastrillaje: “Nada se hizo en vano”.
La esperanza de escucharlo ladrar
“Tango siempre está conmigo, desde hace cinco años, cuando me lo dieron de chiquito, me acompaña en la vida cotidiana y en cada misión como bombero voluntario. Está entrenado para rastrear restos humanos (RH)”, contó José sobre el rol de su leal compañero. No abandona la ilusión de que el caso se esclarezca y que Loan sea encontrado sano y salvo.
Pereyra se incorporó a la fuerza hace unos 8 años, comenzando en el primer nivel de bombero voluntario, después ingresó a la División Canes, más conocida como K9. “Participé de capacitaciones y cursos provinciales y regionales para aprender cómo se usan los perros de infantes, cómo funciona el olfato animal”, indicó y describió cómo fue el proceso de preparación de Tango hasta obtener la certificación de perro de búsqueda: “inicial, intermedio y operativo. Desde diciembre mi perro está en el nivel máximo, operativo”.
Janet también tiene a Mila, una perra de tres meses con la que juntas están trabajando para obtener la certificación de binomio canino k9.
En la localidad de 9 Julio, “iba rastrillando el terreno, manejando el GPS” por donde buscan al pequeño desaparecido, relató la bombera. El mismo suelo recorrió a pie José, que nunca se separó de Tango.
“Ese martes mismo por la noche, cuando llegamos, nos presentamos en el camión del comando donde nos dieron las coordenadas para al día siguiente muy temprano empezar a trabajar”, narró Janet y precisó que ellos estaban “bajo las órdenes de la mesa de comando”.
“La primera coordenada que nos dieron estaba a unos 15 kilómetros de la casa de la abuela de Loan, donde se hallaron huellas de niño y de adulto-siguió-. En la cañada el agua nos llegaba a los tobillos. Hasta ahí, todo era monte y pastizales. Luego, los días jueves y viernes las coordenadas ya eran más cerca de la casa de Catalina Peña, una zona de campo que nos obligó a caminar más. Fue un trabajo sin descanso, día y noche”.
En cuanto al papel de los héroes caninos, José detalló cómo actúan frente a una situación de búsqueda: “Vamos caminando a la par y el perro ladra si logra oler restos humanos, empieza a buscarlos unos cinco metros a la redonda. En el caso del operativo por Loan, Tango no identificó un olor que fuera indicio de un humano ni hizo una marcación. Confío mucho en él”.
Sobre los cuidados habituales del animal, explicó que “siempre tiene sus paseos y juegos con la pelota. Usa un collar diferente según la ocasión: de paseo o de obediencia. Cuando yo me pongo el traje anaranjado y él el chaleco rojo, sabe que significa obediencia”.
Ambos bomberos coinciden en que los canes aportan un apoyo invaluable a las fuerzas, “son de una gran ayuda”.
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Llamados a servir
“Yo voy”. Eso fue lo que pensó y se dijo a ella misma en voz alta Janet cuando escuchó el alerta. Pidió permiso a su padre para ausentarse de la empresa familiar en la que trabaja, aunque sabía que era solo una formalidad, porque él también es bombero (hoy retirado) y sabe de la fuerza del llamado de la vocación de servicio. “Enseguida me respondió que sí, no lo dudó ni un segundo: ‘Vos tenés que ir’ me dijo”.
José, por su parte, acomodó sus compromisos laborales. “El jefe del cuerpo de bomberos me advirtió: ‘Mirá que son cinco días’, pero yo ya estaba decidido a ir, disponible con Tango los días que fueran”, aseguró quien se dedica a tareas de alambrado en la zona rural, un emprendimiento que heredó de su familia.
Consultados sobre cómo manejan las emociones frente a un caso tan resonante y que toca las fibras más sensibles de la sociedad, los bomberos manifestaron que “no es fácil desconectar”.
“Yo soy madre, mi hijo tiene 16 años, y es inevitable pensar que nos puede tocar a todos; que cualquier chico puede ser Loan. Como bomberos tenemos preparación psicológica y contención emocional para lidiar con estas situaciones”, expresó Janet.
“El rastrillaje fue muy útil”
“El trabajo realizado por todas las fuerzas fue muy útil”, consideró Primo, defendiendo al despliegue de las críticas mediáticas a la investigación por presuntas alarmas tardías, pruebas desatendidas y sospechas de encubrimiento, complicidad y corrupción policial.
“Todo se hizo con cuidado, responsabilidad y seriedad – insistió-. Nada se hizo en vano. Ahí no estaba Loan, pero, ¿si estaba?, ¿si el rastrillaje no se hacía? Entonces, el rastrillaje fue positivo”.
“Caminamos todo. Bomberos, ejército, Infantería…, muchísima gente buscando, de todas partes del país”, agregó José.
Un pueblo agradecido los recibió
Un desenlace feliz de la historia hubiese sido la despedida de Corrientes que anhelaban. Janet, José y Tango regresaron a Porteña sin la noticia de la aparición del niño, pero con la satisfacción de haber hecho todo lo humanamente posible.
A su arribo fueron recibidos como los héroes que son. “El pueblo nos sorprendió con un cálido recibimiento, nos esperaban afuera del cuartel a modo de agradecimiento por el granito de arena que aportamos a esta causa que conmueve a un país entero”, manifestó Janet.
“Yo viajé para ayudar en esta misión –confesó José-. Soy feliz de poder trabajar con mi perro. Cada vez que suena una alerta roja, nosotros estamos ahí, firmes, dispuestos a socorrer y ayudar a la gente que nos necesita”.
Cadena de favores
El drama de Loan mostró otra cara de la Argentina, esa que no ignoramos, pero que no siempre miramos. Desnudó la pobreza más estructural y los oscuros entramados que se valen de las necesidades de las personas más vulnerables. Y también, mostró ese lado solidario y recurrente ante un hecho trágico que conmueve a la sociedad. Una Argentina movilizada y sensible que no quiere ser indiferente frente al horror, que nos da esperanzas como la historia de Janet, José y Tango y esas microhistorias que van surgiendo en el camino.
Cuando llegaron a 9 Julio, la localidad “estaba colapsada, no encontrábamos lugar donde alojarnos. Bomberos, gendarmes, periodistas, cientos y cientos de personas con un mismo objetivo: encontrar a Loan –relató Janet-. Mediante un vecino de Porteña, Jorge Navarro, un viajante, nos contactamos con un amigo suyo que vive en 9 de Julio. La familia de Robert Maldonado y sus dos hijas tuvieron un corazón muy grande y nos abrieron las puertas de su casa para dormir, cenar, desayunar, bañarnos… Estaremos eternamente gradecidos con esta familia correntina, que nos refugió con un amor que hay que destacar. Loan nos movilizó a todos”.