Bebidas
Tinto de verano: frescura veraniega
Para los meses de más calor está buenísimo. Es una versión ligera. No tiene mucho alcohol. Es bien fresquito, es suave. El tinto de verano.
Calor intenso, suelo compacto. Fluye la sudoración, los labios se resecan. La tarde quema y, ahora, el renombrado tinto de verano –histórica salvación refrescante de los argentinos- emana desde el viejo continente y llega hasta Argentina para instalarse en sus bares y menús. Entre las historias de sobremesa, celebraciones, noches de festividades, abanicos, alegrías populares, puestos de playa y terrazas veraniegas. Dicen los que saben que el tinto de verano nació en los años 20 en la venta de Vargas en Córdoba (en Andalucía, España): un espacio donde la sociedad de la época, conformada por artistas y personas de alto nivel adquisitivo, acudían para disfrutar de espectáculos de canto y baile.
En uno de esos encuentros, el asfixiante calor le despertó al regante Federico Vargas una idea: servir su vino de la casa mezclado con sifón. Este cóctel español que surgió a principios del siglo XX se presenta como una opción artesanal, noble y práctica, con algunos toques distintivos. Pariente de la sangría y del clericó, de preparación simple y querido por la gente, el tinto de verano no tiene muchos secretos ni complicaciones: vino tinto, (de mesa; digamos, común, pero en buen estado), refresco de limón (o gaseosa, o sifón), frutas de estación, mucho, mucho hielo y copa. Los jóvenes lo convirtieron en objeto de deseo. Y su llegada oficial a Argentina constituye tanto una oportunidad como, también, una gracia. En los bares cordobeses es una bebida que va para arriba y esta ganando lugar en cada rincón de la provincia.
El tinto de verano es una muy buena puerta de entrada al vino para todos aquellos que tengan un poco de rechazo o no les guste mucho el vino. Y tiene que ver con el cambio cultural de las comidas. La llegada del tinto de verano contribuye a ampliar el horizonte del público probando nuevas cosas. Sin marco teórico, los argentinos ya habían experimentado el rebaje de vinos populares –en damajuana, cartón o botellas de etiquetas económicas- con gaseosas. En la actualidad, los bares y restaurantes locales ofrecen versiones más sofisticadas, que van desde gaseosas de lima limón, garnish (acompañamientos, decoraciones, toques y detalles) como rodajas de limón, pomelo y romero quemado.
Para que no te pierdas este sensacional trago, te pasamos la receta:
1-Llenar la jarra de hielo hasta la mitad.
2- Echar la mitad de vino y de refresco de limón o gaseosa y remover toda la mezcla.
3- Antes de servir, agregar unas rodajas de limón o pomelo para decorar la jarra.
4- Levantar las copas, brindar y, ahora sí, disfrutar.