Análisis
Sudán: la pesadilla del hambre
El país está deslizándose hacia un desastre humanitario de proporciones históricas, con mucha menos cobertura mediática y preocupación global.
La Organización de las Naciones Unidas advirtió hace pocos días sobre el riesgo de hambruna en Sudán. La guerra entre el ejército y las fuerzas paramilitares ha matado a civiles y devastado medios de vida a gran escala. Alrededor de 18 millones de personas ya padecen hambre aguda, incluidos 3,6 millones de niños que padecen desnutrición aguda.
Es verdad que, antes del conflicto actual, Sudán ya enfrentaba desafíos en materia de seguridad alimentaria. La prensa internacional destaca que entre ellos figuraban la inestabilidad económica, la elevada inflación y frecuentes perturbaciones climáticas como sequías e inundaciones. La producción agrícola estuvo a menudo por debajo del promedio y muchas regiones dependían de las importaciones de alimentos, que se veían fácilmente perturbadas por problemas logísticos. Antes de la guerra, los hogares rurales tenían que hacer frente a una infraestructura deficiente, falta de insumos agrícolas y servicios de extensión limitados. El conflicto actual los ha hecho aún más vulnerables.
Soterrada bajo el aluvión informativo que da cuenta del horror de otras guerras, la información proveniente de este país ubicado en el noreste de África no es motivo de preocupación central en el resto del mundo. Sin embargo, allí se está produciendo una crisis humanitaria y de seguridad de proporciones épicas debido al citado conflicto armado que comenzó en abril de 2023. Una guerra interna que, además del hambre, ya lleva más de 14 mil muertos, ha obligado al desplazamiento de casi 9 millones de personas que se refugiaron en países vecinos y sumió en la más absoluta miseria a millones de seres humanos que en condiciones extremadamente precarias y sin acceso adecuado a alimentos, agua y servicios de salud.
De este modo, Sudán se enfrenta a una hambruna que podría ser peor que cualquiera que el mundo haya visto desde la ocurrida en Etiopía hace 40 años. Las advertencias se suceden. Han recrudecido en las últimas semanas, pero los ejércitos en guerra siguen bloqueando las entregas de ayuda y de alimentos. Como contrapartida, los suministros de armas no se detienen.
Con gran parte de la atención mundial centrada en Ucrania o en Gaza, escenario de otra hambruna provocada por el hombre, Sudán está deslizándose hacia un desastre humanitario de proporciones históricas, con mucha menos cobertura mediática y preocupación global. Un reciente llamamiento humanitario de la ONU para el país ha recibido sólo el 16% de los fondos que necesita. Se hace imperioso, entonces, que el mundo despierte y tome nota de esta catástrofe que está sucediendo ante sus propios ojos.
Por ello, se hace imperioso responder a interrogantes que sacuden la conciencia: ¿Puede ser la horrible muerte por hambre el destino de un hombre o de un pueblo en este siglo XXI? ¿No es hora de que la comunidad internacional intervenga de modo decidido para rescatar al pueblo sudanés de esta pesadilla?