Análisis
Similitudes de tiempos bélicos
La autorización de EE. UU. a Ucrania para usar misiles de largo alcance y la reducción por parte de Rusia del umbral para el uso de armas nucleares intensificaron las tensiones en Europa.
Por Fernando Quaglia | LVSJ
La decisión del gobierno norteamericano de autorizar a Ucrania el empleo de misiles de largo alcance para defenderse de la invasión rusa y la respuesta del régimen de Moscú de modificar los parámetros que deciden el uso de armamento nuclear han agravado de modo notorio el panorama tenso que se vive en aquella región de Europa.
Ante cierta parálisis de Europa para avanzar en otra estrategia que ponga límites a Putin, Rusia redujo el umbral para el uso de armas nucleares, medida que existe desde la Guerra Fría. Semejante decisión ha determinado que la preocupación y la incertidumbre se extiende por toda Europa y otras vastas regiones.
Los países escandinavos, por ejemplo, están repartiendo a sus ciudadanos libros con indicaciones sobre cómo actuar en caso de que se la guerra llegue a sus territorios. En otras naciones del Viejo Mundo se discute cómo proceder frente a las bravatas del líder ruso Vladimir Putin y ante las incertezas generadas por la impredecible personalidad de quien asumirá la presidencia de los Estados Unidos en enero próximo.
Este es el contexto en el que se mueve la política internacional del Occidente actual. Una realidad que tiene similitudes alarmantes con la que se vivía en los meses anteriores a la Segunda Guerra Mundial. Los paralelismos en cuanto a tensiones geopolíticas y estrategias de apaciguamiento son evidentes. Por caso, la invasión de Rusia a Ucrania recuerda la anexión de territorios por parte de Alemania nazi, como Austria (Anschluss) y los Sudetes, bajo el pretexto de proteger intereses nacionales. En ambos casos, se justificaron las acciones en base a minorías étnicas o históricas.
Asimismo, antes de la Segunda Guerra Mundial, los intentos de apaciguamiento por parte de Reino Unido y Francia no detuvieron a Hitler. Hoy, las sanciones y medidas contra Rusia han sido criticadas como insuficientes para frenar su expansión militar y geopolítica. Como si esto no bastase, la falta de una respuesta unificada frente a Rusia refleja la división de las potencias antes de 1939, donde intereses diversos impidieron una acción colectiva efectiva para contener la expansión nazi.
Lo que está ocurriendo en Ucrania desafía directamente el principio de integridad territorial establecido en la Carta de las Naciones Unidas, similar a cómo la agresión de las potencias del Eje en los años 30 socavó la Sociedad de Naciones. Ambos contextos ilustran cómo los intentos de reestructurar el orden internacional mediante la fuerza generan tensiones globales y el riesgo de conflictos más amplios.
Por ello, los acontecimientos que sobrevendrán dependerán de la modificación de estos aspectos que, la historia lo demuestra, antes llevaron a un escenario devastador de guerra y muerte. Los escenarios son parecidos. Es de esperar que los hechos y las decisiones reviertan el panorama opaco que tiñe el horizonte de temores bélicos con un sustento cada vez mayor.