Silos: reclamos y decisiones
Ha surgido un nuevo debate en la ciudad, originado por el reclamo de la comunidad educativa del Colegio Superior San Martín. Cientos de estudiantes y docentes no tienen por qué soportar problemas ambientales derivados de la cercanías de la planta de acopio.
Ha surgido
un nuevo debate en la ciudad, originado por el reclamo de la comunidad
educativa del Colegio Superior San Martín debido a algunos problemas derivados
de la cercanía con los silos ubicados en bulevar 25 de Mayo, lindantes con el
edificio escolar. Las autoridades de ese centro educativo reclamaron por la
presencia de polvillo y olores nauseabundos que afectan el normal dictado de
clases.
Esta situación derivó en una nueva discusión en el Concejo Deliberante, donde uno de los bloques opositores presentó un proyecto de un proyecto de resolución que exhorta al municipio a tomar cartas en el asunto. Los ediles de Cambiemos solicitan que el municipio disponga una inspección en el ex Molino Río de la Plata, ubicado en 25 de Mayo y Vélez Sarsfield. De acuerdo a lo que señala la iniciativa, el objetivo es corroborar "si los protocolos de trabajo y procedimientos utilizados podrían provocar dispersión de polvo en el aire ambiente, hacia el exterior del edificio y colindantes; también, cuáles serían las causas que provocan las emanaciones de olores nauseabundos y pérdidas de agua a la vía pública". Otro aspecto a controlar según los ediles opositores es si la realización de "controles de roedores se lleva a cabo correctamente" y "si existen deficiencias en la estructura edilicia" de los silos.
El problema tiene varias aristas, muchas de ellas de significación para la vida de la comunidad. Por un lado, no cabe duda de que si se producen situaciones de mal olor o polvillo en suspensión dentro de un colegio, las actividades educativas no pueden desarrollarse con normalidad. Más aún si se trata de un establecimiento como el Colegio San Martín, con varias divisiones por curso y con funcionamiento durante todo el día. Por el otro, la necesidad de encontrar parámetros de sustentabilidad para que la tarea que se realiza en los silos no afecte a los vecinos. Y, finalmente, abre otra vez el debate sobre su presencia en el centro de la ciudad.
Al respecto, vale recordar que cuando una de las paredes de un silo cedió y produjo inconvenientes que se trasladaron a la vía pública, en esta columna se abordó la cuestión y se afirmó que numerosas variables entran en juego para tomar decisiones en esta materia. En esa ocasión, se sostuvo desde aquí que "los silos son parte de la imagen de la ciudad. Nacieron con ella y se mantuvieron a lo largo del tiempo. Se ubicaron a la vera de la vía del ferrocarril y quedaron en pleno centro una vez que la estación se trasladó al sur del ejido urbano. Al mismo tiempo debe destacarse que los molinos han sido factores centrales en el desarrollo productivo de la ciudad y aún lo siguen siendo, por lo que la decisión de trasladar los silos y el procesamiento de los granos implica una enorme erogación, además de que debe contemplarse la necesidad de proteger las fuentes de trabajo".
Pero estas últimas afirmaciones no están reñidas con el planteo de que debe hoy revisarse cuidadosamente el tema. Porque cientos de estudiantes y docentes no tienen por qué soportar problemas ambientales derivados de la cercanías de la planta de acopio, así como tampoco puede seguir postergándose una discusión amplia y sensata con miras a encontrar puntos comunes que permitan adentrarse en la visión de futuro que cualquier ciudad debe tener para seguir en el camino del progreso y el desarrollo.