Análisis
Seguridad: crear corredores escolares
Quienes transitan el camino hacia o desde la escuela pueden sufrir arrebatos y robos. La puesta en marcha de la guardia urbana podría coadyuvar a la vigencia de corredores escolares seguros en San Francisco.
La crisis de la seguridad que se vive en todo el país también repercute en San Francisco. Los hechos de arrebatos y robos a ciclistas, motociclistas y peatones son bastante frecuentes y generan honda preocupación. Mucho más si las víctimas son menores de edad, más vulnerables a la vista del delincuente. En especial, quienes transitan el camino hacia o desde la escuela en la que cursan sus estudios.
Los horarios de ingreso y salida de escolares no solo son un problema para el ordenamiento del tránsito vehicular en cercanías de cada establecimiento. También exigen prevenciones en materia de seguridad para garantizar el normal traslado de los educandos hasta las escuelas, tanto en el ingreso o en la salida de sus actividades.
En este marco, son numerosas las ciudades que han creado los denominados corredores escolares seguros. La información que se puede recabar exhibe ejemplos palpables del éxito de estas iniciativas. En Mar del Plata existen 30 vías seguras, por caso. Y la repercusión positiva de ésta y otras poblaciones han determinado que el Concejo Deliberante de la ciudad de Córdoba analice por estos días un proyecto en ese sentido, para delimitar los caminos y sectores utilizados con mayor frecuencia por los alumnos y la comunidad educativa, así como las áreas de mayor índice delictivo. En base a esa información, se propone crear sitios que puedan aliviar la angustia de muchas familias que sufren permanente sensación de inseguridad.
Los recorridos son sitios en los que se han tomado medidas para brindar mayor protección a los estudiantes que circulan en bicicleta o concurren a pie a los establecimientos educativos. En muchas de estas poblaciones están demarcados de forma visible con señales y letreros indicativos, así como también con carteles en los que aparece información esencial para denunciar cualquier situación anormal, potencialmente peligrosa, que se produzca. Asimismo, funcionan en los horarios y lugares de mayor circulación de cada comunidad educativa, con vigilancia de los centros de monitoreo policiales o municipales y también a través de la presencia de agentes de tránsito o efectivos de las fuerzas de seguridad.
Quienes los han impulsado sostienen que se han reducido los hechos ilícitos contra los estudiantes y, al mismo tiempo, se desarticularon encuentros de jóvenes que tenían como objetivo “asistir” a alguna pelea. Al mismo tiempo, fueron numerosos los vecinos y comerciantes que ofrecieron su colaboración para orientar a los menores que van solos a la escuela, acompañarlos si sufren algún percance y denunciar cualquier circunstancia que pueda ser considerada como riesgosa. Una actitud de solidaridad vecinal que merece reconocimiento.
Diseñar estos corredores es cuestión de especialistas, en verdad. Convocarlos para que brinden su conocimiento bien podría ser el primer paso para ir concretando estos corredores en el que los niños y jóvenes puedan transitar tranquilos y, por extensión, también sus familiares, los docentes y no docentes que laboran en cada establecimiento.
Finalmente, la puesta en marcha de la guardia urbana es otro elemento que podría coadyuvar a la vigencia de los corredores escolares seguros. No cabe duda, tomando nota de las funciones que la normativa establece para su funcionamiento, de que se encuadra perfectamente entre las misiones que puede cumplir.