Sociedad
Se cumple medio siglo de la inauguración de la galería San Francisco
Llamada coloquialmente “Bon Marché” por la tienda que dominaba su infraestructura al momento de su habilitación, marcó la vida comercial de la ciudad en los últimos 50 años. También fue el primer paso peatonal bajo techo que unió los dos bulevares céntricos.
Fue todo un acontecimiento. Ocurrió hace 50 años: el 14 de septiembre de 1974. Con desfile de modas incluido, la inauguración de la tienda “Bon Marché” y la habilitación de la galería San Francisco (bautizada por los sanfrancisqueños con el nombre de ese comercio) significó un cambio importante en la infraestructura del centro de la ciudad.
Porque no solo modificó el aspecto comercial del centro, sino que significó la apertura de lo que fue el primer paso peatonal entre Buenos Aires y Lisandro de la Torre que comunicaba los bulevares 9 de Julio y 25 de Mayo, con la posibilidad de llegar a la también flamante Terminal de Ómnibus por los terrenos ferroviarios en desuso que más tarde se convirtieron en el pasaje Cornaglia.
La tienda “Bon Marché”, propiedad de empresarios de la ciudad santafesina de Esperanza dominaba el nuevo complejo. En ese tiempo, la galería estableció un “positivo foco comercial” en pleno centro, según se publicó en este diario. En el anuncio de la inauguración se destacó que era “la única conexión entre los bulevares céntricos con camino expedito a la nueva Estación Terminal con la calle o avenida peatonal a realizarse en el sector del terreno actualmente no utilizado y que fuera campo ferroviario”. De ahí que se calificara a la obra. De allí que este diario calificó a la obra como de “excepcional importancia y gravitación”.
La “Bon Marché”, así llamada por los vecinos, ofrecía en 1974 doce locales para instalación de comercios. El complejo incluía un pulmón en el que inicialmente se ubicó una cafetería. En ese céntrico espacio de la galería funcionó durante mucho tiempo una calesita. Con los años, los locales comerciales fueron mutando y un pub dotó de vida nocturna durante años al sector. En ese local ahora funciona un gimnasio.
La galería San Francisco fue la segunda de la ciudad. Desde 1957, existe la galería Mayo -une 25 de Mayo con Libertador Norte- y en la década de los años 80 se sumó la galería Bucco, que vincula al bulevar más céntrico con la calle Iturraspe. En este siglo, el denominado Paseo Colón tiene similares funciones, pero muestra otra faceta en su diseño arquitectónico.
Hace medio siglo fue todo un acontecimiento la inauguración de la galería San Francisco. La realidad actual determina que quizás ya no tenga la importancia comercial de esos primeros tiempos. Pero sigue cumpliendo una función importante: es un funcional paso que conecta los dos bulevares céntricos y permite acortar distancias a los peatones.
La infraestructura comercial se fue adaptando a los modos de consumo
Las galerías comerciales -no solo en San Francisco- ya no tienen la importancia de antaño. Motivos económicos, sociológicos y urbanísticos fueron determinantes para cambiar la concepción de lo que debe ser el área comercial en una ciudad. Hoy se habla de centros comerciales a cielo abierto, modelo que pretende satisfacer nuevas demandas de los consumidores y, a la vez, alcanzar estándares de sustentabilidad a través de espacios verdes al aire libre, por ejemplo.
En su tiempo las galerías modernizaron el paisaje urbano y se convirtieron en entornos adecuados para la interacción entre vendedores y clientes. Fueron espacios también para disfrutar el ocio y tener contactos sociales. Con el tiempo, perdieron algo de su brillo y la pandemia les propinó un golpe muy duro.
Es que las restricciones por el covid-19 aceleraron los cambios en los hábitos de consumo: las compras online, por ejemplo, se multiplicaron. Y las plataformas de e-commerce proliferan en el ciberespacio.
Especialistas en marketing coinciden en que se produjo una revolución en las formas de comprar durante y después de la pandemia y que, lejos de decaer con el avance hacia la normalidad, se han desplazado antiguas premisas y se han actualizado conceptos. “Ha habido un auténtico salto cuantitativo. El mundo está cambiando a una velocidad vertiginosa. Ha sido y está siendo una explosión en toda regla. Se han marcado récords históricos”, se afirma.
Los consumidores perdieron el miedo a la compra digital. La posibilidad de no desplazarse hacia la tienda y la facilidad y rapidez en la entrega de los productos fueron variables determinantes para que los canales online sean preferidos, principalmente en la franja de edad de los 34 a los 45 años, pero también se ha visto en la de mayores de 54 años, que han dado un salto cualitativo en el último año con sus primeras experiencias de compra a través de la red.
Los hábitos de consumo siempre variaron. A finales del siglo XIX, los comercios de cualquier rubro eran pequeños puestos en las entradas de algunas casas. A comienzos del siglo XX, modernos edificios comenzaron a albergar, sobre todo en Europa y Estados Unidos, grandes tiendas. El nombre de Harrod's suena familiar cuando se habla de este tipo de emprendimientos comerciales.
Poco a poco, las tiendas, que no eran más que pequeños puestos en la entrada de algunas casas en las que se vendían artículos de lo más variopinto, dieron paso, a finales del siglo XIX, a modernos edificios que podían llegar a ocupar varias manzanas en pleno centro de las grandes ciudades de Europa y América.
Pasada la Segunda Guerra Mundial, los hipermercados se impusieron y luego dieron paso a los grandes espacios tipo “mall” que aparecieron en Estados Unidos y se diseminaron por el mundo. Se afirma que estos enormes complejos repletos de tiendas están hoy en decadencia también.
De todos modos, el antecedente más cercano de los “shoppings” fueron las galerías que, a partir de los años 40, tuvieron gran éxito en Buenos Aires y las principales capitales del país.