Análisis
Saqueos: entre lo material y lo moral
El panorama vuelve a repetirse. Y, si bien no pueden justificarse bajo ningún concepto, los intentos de saqueos son el producto de que la corrupción y la ineptitud han desvalijado de esperanzas a buena parte de la población.
Al menos diez personas fueron detenidas el domingo por la noche en la ciudad de Río Cuarto después de que intentaran saquear algunos de los supermercados de la ciudad, según informaron fuentes de la Policía. La situación más compleja se dio en un local del sector oeste de esa población. Allí, un grupo rompió parte de la vidriera de la calle e ingresó al salón de ventas para sustraer mercadería, pero, cuando se aprestaba a llevársela, fue sorprendido por agentes del orden y terminó descartando lo robado.
Toco comenzó, de acuerdo a nuestro colega Puntal, a partir de una convocatoria por redes sociales y servicios de mensajería y derivó en momentos de tensión, luego de que, supuestamente, diferentes grupos coordinaran citas con detalle de hora y lugar, con la intención manifiesta de saquear mercadería de los súper e hipermercados de la ciudad.
Lo ocurrido en Río Cuarto tuvo además correlato similar en poblaciones de las provincias de Río Negro, Neuquén y Mendoza. En esta última jurisdicción, unas 19 personas fueron detenidas ayer por intentar cometer saqueos en las localidades mendocinas de Las Heras y Rivadavia, informaron fuentes policiales. En algunos sitios, los vándalos consiguieron su propósito. Fue así que una carnicería fue totalmente destruida y robada. Estas situaciones llevaron a que las cámaras empresarias y comerciales de Mendoza rechacen en un comunicado este tipo de “manifestaciones violentas” que afectan en primer lugar “la seguridad de las personas, pero también la propiedad privada y el derecho a comerciar. Ninguna necesidad, por más justa que sea, justifica estos hechos”, remarcaron.
Los intentos que vienen repitiéndose no son otra cosa que el aprovechamiento interesado de las reales y angustiosas necesidades que sufren grandes bolsones de nuestra población por parte de algunos sectores interesados en generar caos. Son el producto de la fractura social generada por décadas de ineficiencia en las gestiones de gobierno y de aprovechamiento clientelar por parte de una dirigencia que, ahora, se halla sin ideas ni estrategias para aliviar la tensión existente.
El panorama vuelve a repetirse. Y, si bien no pueden justificarse bajo ningún concepto, los intentos de saqueos son el producto de que la corrupción y la ineptitud han desvalijado de esperanzas a buena parte de la población. Hace una década, cuando se produjeron hechos similares, monseñor Jorge Lozano, hoy arzobispo de San Juan y miembro importante de la Pastoral Social de la Iglesia, escribió una columna de opinión en la que invitó a llamar a las cosas por su nombre: “Es cuestionable la acción de robar, saquear y destruir. Pero también es cuestionable, y tal vez con más fuerza, el vandalismo y el saqueo de los corruptos”. Y sostuvo que “como sociedad hemos visto violencia en los saqueos a los comercios o casas particulares y debemos rechazarla y reprobarla. Pero no debemos mirar para otro lado ante la violencia y la injusticia”.
A principios de este siglo, la Argentina vivió una experiencia dramática. A lo largo de los años, en menor escala, varias fueron las oportunidades en las que hirvió el malestar social y se expresó en intentos de vandalismo como los acontecidos en los últimos días. El problema es que mientras se repiten las circunstancias propiciatorias de los saqueos materiales que agravan el enfrentamiento social, los responsables del saqueo moral de nuestro país siguen haciendo de las suyas.