Historias con tinta / Las dificultades de la época
San Francisco: el segundo acueducto cumplió 35 años
Se inauguró oficialmente el 1 de octubre de 1988 para paliar un déficit evidente y permitió que el agua potable llegara a varias localidades de la zona.
La provisión de agua potable al noreste de la provincia de Córdoba fue un problema candente desde el mismo comienzo de las poblaciones que se asentaron por esta región. La falta de cursos de agua cercanos, la escasa existencia de fuentes subterráneas, las napas freáticas elevadas y otros factores similares conspiraron siempre contra la esforzada tarea de procurar el abastecimiento del vital líquido.
Los primeros pobladores de San Francisco extraían el agua de pozos comunes en su mayoría. En 1908, la ciudad se vio azotada por una epidemia grave cuyas causas se atribuyeron a la falta de potabilidad del líquido que de allí se extraía. Los relatos de la época coinciden en que la gravedad de la situación sanitaria determinó que se realizaran diversas gestiones para mejorar la situación. Se llevaron a cabo varios intentos: desde perforaciones de hasta 680 metros de profundidad en la actual plaza General Paz, hasta estudios avanzados para construir un acueducto aprovechando, según los proyectos, los cursos de los ríos Segundo Tercero, Paraná y Carcarañá.
Recién en 1938 se aprobó una de estas iniciativas: la que impulsaba la construcción de un acueducto que tomara el agua del Río Tercero en las cercanías de la ciudad de Villa María. La idea era osada y difícil de llevar a cabo: son más de 150 kilómetros de tuberías. Atravesando numerosos obstáculos, el primer acueducto recién se habilitó en 1948. El acto de inauguración fue presidido por el entonces presidente de la Nación, Juan Domingo Perón.
A poco de andar, el crecimiento de San Francisco y la región determinó que esta obra quedara “chica” y aflorasen nuevamente las dificultades para abastecer de agua potable a la población. Comenzó entonces el análisis de la construcción de un segundo ducto que trajera el agua del río Tercero.
Tres décadas más tarde de aquella inauguración presidida por Perón, en 1978, se llamó a licitación pública para la obra del segundo acueducto. Fueron doce las empresas que concursaron y la firma Supercemento SA fue elegida para llevar adelante la construcción. La ejecución de la obra avanzó rápidamente, pero se presentaron serios problemas técnicos originados, en gran parte, por los intensos períodos de lluvia. Se debieron, entonces, introducir cambios de traza a la altura de la localidad de Trinchera, ejecutar una c compactación especial con suelo – cemento en varios tramos entre Saturnino María Laspiur y San Francisco y construir un pilotaje para asentar los caños en el cruce de la ciudad de Las Varillas, entre otras modificaciones. Así también, aparecieron los conocidos y recurrentes problemas financieros que contribuyeron a que la obra recién pudiera terminarse ocho años después de los plazos originalmente previstos. Como obra complementaria, la provincia de Córdoba proyectó y construyó ocho perforaciones en las proximidades de Villa María, que son las “bocas” de las cuales se abastece este acueducto.
Recién 80 años después del comienzo de los estudios y gestiones para dotar a la ciudad con agua potable de calidad y en cantidad suficiente, San Francisco pudo contar con una obra con amplias previsiones para satisfacer –durante más de medio siglo, se afirmaba- los crecientes consumos de toda la ciudad. “La atención de las autoridades locales deberá mantenerse en primer lugar para lograr que todas las viviendas de la ciudad cuenten con la provisión del vital elemento y para acelerar la ejecución de la obra de ampliación de los servicios cloacales pues el nuevo acueducto aportará más líquidos a una napa sobrecargada”, afirmó LA VOZ DE SAN JUSTO días antes de su habilitación oficial.
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La inauguración
El acto con el que se dejó inaugurado el segundo acueducto, el 1 de octubre de 1988, fue presidido por el gobernador Eduardo Angeloz. Fue una ceremonia que, de acuerdo al relato periodístico de este diario, “se vio deslucida por las condiciones del tiempo que tornaron al día en una gélida jornada, lo que restó asistencia de público a las instalaciones de la entonces Empresa Provincial de Obras Sanitarias (hoy Amos) donde se concretó la ceremonia.
Acompañado por el entonces vicegobernador, Mario Negri, Angeloz fue recibido en el Aero Club por el intendente Jorge Bucco y autoridades locales y regionales. Desde allí, la comitiva se trasladó al Palacio Municipal se llevó a cabo la recepción oficial y el mandatario provincial mantuvo algunas reuniones. Posteriormente, se retornó a la planta ubicada en la avenida Cervantes y General Savio donde se desarrolló el acto.
Estuvieron presentes el ministro de Obras y Servicios Públicos, José Luis Ramos, el de Agricultura, Macario Carrizo, los senadores Mario Brook, Olmar Ballatore y Jesús Víctor Almada, los diputados provniciales Elvio Molardo y Atilio Oldrino, el director de la Fábrica Militar San Francisco, teniente coronel Luis Li Puma y otras autoridades provinciales, locales y regionales.
La provisión de agua dependía, en 1988, de la Empresa Provincial de Obras Sanitarias. El vicepresidente de la Epos, José Bella, pronunció un discurso en el que calificó al acueducto como una “obra de ingeniería de características poco comunes por su magnitud, para mejorar la vida de una extensa zona del este provincial”.
Por su parte, el ministro de Obras y Servicios Públicos, José Luis Ramos hizo varios anuncios durante el acto. Por ejemplo, aseguró que en noviembre de ese año se iba a inaugurar el acueducto San Francisco – La Francia. Esta inauguración se enlazaba con el proyecto del extender la provisión de agua hasta Morteros y se relacionaba asimismo con los caños que unen a villa María con El Fortín y Saira. También anunció la posibilidad de brindar servicio a poblaciones de Santa Fe limítrofes como Frontera.
Por su parte, el gobernador Angeloz dijo que “aquí debería estar presente el reconocimiento a todas las administraciones públicas que iniciando la tarea nos pusieron en nuestras manos el orgullo y la satisfacción de ser quienes las concluimos, la inauguramos y en definitiva, damos paso a la apertura de la canilla para que pase el líquido”.
La finalización de esta obra, dijo Angeloz, “es el cumplimiento de la palabra dada cuando fui candidato a gobernador. Que nadie esperara de mi administración obras ciclópeas o faraónicas, sin que me iba a empeñar en terminar las que estaban paralizadas desde hace tantas décadas. Y vengo a eso, a cumplir con la palabra empeñada”. Finalizado su discurso, el gobernador Angeloz se trasladó a la Sociedad Rural, donde inauguró oficialmente la exposición de ese año.
En 1988 se difundieron los beneficios que el segundo acueducto iba a traer a la ciudad. “Desde un primer momento se podrá apreciar una mayor presión en las cañerías”, se afirmó. Además, la provisión de agua a Frontera debía llevarse a cabo luego de que las dos provincias firmasen un convenio.
Para la región, la obra significó que el agua corriente fuese una realidad en determinadas poblaciones. En 1988 se sostuvo que, además de San Francisco, las primeras localidades servidas por el acueducto serían Devoto y La Francia, “luego de que se concluya la aprobación técnica de la red tendida entre nuestra ciudad y esas dos poblaciones, lo que implica tareas de limpieza y desinfección de las cañerías que no se habían podido cumplir por falta de agua suficiente”. La extensión del ducto hacia Morteros era el paso siguiente.
Vale recordar que muchas crónicas periodísticas de los años 90 especialmente tuvieron como tema central las deficiencias que se observaban en las tuberías: las roturas eran frecuentes y los trabajos de reparación obligaban a racionar el agua potable durante lapsos no siempre breves, con lo que el abastecimiento se veía afectado.
En 1995, una de las últimas decisiones de Eduardo Angeloz, en su tercer período al frente de la administración provincial, estuvo vinculada al Segundo Acueducto. Quien presidió hace 35 años aquella inauguración en el solar donde está ubicado el tradicional tanque de agua, dispuso la concesión del sistema de acueductos Villa María – San Francisco a una cooperativa que, en la actualidad, sigue prestando este servicio esencial para la vida y el progreso de nuestra ciudad y la región.
Finalmente, han pasado tres décadas y media de funcionamiento de un acueducto que, se estimaba, por medio siglo iba a satisfacer la demanda de agua potable. La posibilidad cierta de que a San Francisco llegue agua del río Paraná a través del acueducto interprovincial proyectado quizás se transforme en el próximo hito destinado a satisfacer una permanente preocupación de los habitantes de esta zona del país: que el agua potable llegue a todos.