Sociedad
Salir del pozo: la historia de superación de Damián que inspira
Damián Farchetto tiene 17 años, es de Colonia Marina y logró superar una fobia social que le impedía relacionarse con desconocidos. Hoy estudia en la Escuela Especial Dr. Arturo Miguel Barbero de Devoto, donde encontró contención, herramientas y un camino hacia su gran pasión: la tecnología.
Por María Laura Ferrero | LVSJ
Damián Farchetto tiene 17 años y vive en Colonia Marina, un pequeño pueblo del este cordobés. Durante años convivió con una fobia social que le impedía relacionarse con personas desconocidas. Pero hoy, gracias a un proceso de autoconocimiento, al consejo de un amigo y al acompañamiento de sus maestras, logró salir adelante. Estudia en la Escuela Especial Dr. Arturo Miguel Barbero de Devoto, donde este año egresará. Su gran sueño: ingresar a una empresa de software. “Yo estaba en un pozo, nunca pensé que iba a salir. Pero se puede”, afirmó ante esta periodista de LA VOZ DE SAN JUSTO.
La historia de Damián parece simple y sin grandes gestas. Pero sí uno empieza a indagar descubre que está llena de coraje, de voluntad y de pequeños gestos de valentía que lo llevaron a transformar su realidad.
“Me llamo Damián, tengo 17 años y vivo en Colonia Marina”, se presentó con firmeza. Desde 2016 viaja todos los días a Devoto para estudiar en la Escuela Especial Arturo Barbero. Allí encontró no solo formación académica, sino también contención y afecto. “Las maestras me ayudaron mucho, me dieron herramientas para mejorar. Gracias a ellas aprendí a leer y también a superar mis miedos”, reconoció.
Hasta hace poco, Damián no podía mirar a los ojos a un desconocido. Le costaba hablar en público, expresar sus ideas o simplemente pedir algo. “Tenía miedo, me sentía incómodo. Siempre agachaba la cabeza. Decía que sí a todo, aunque no quisiera. Me dejaba controlar por los demás”, relató.
El proceso
Pero un día algo cambió. “Un compañero me daba consejos. Me insistía mucho y yo no lo entendía. Después él se fue a San Francisco y ahí me di cuenta que todo lo que me decía era para bien”, recordó. Ese fue el primer clic. A partir de entonces, Damián empezó a escuchar más, a observar a quienes lo rodeaban y a tomar decisiones. “Un amigo de Devoto vendía repasadores, cosas para la casa. Pensé: yo también puedo hacerlo. Me animé a hablar con gente desconocida, a tocar puertas. Y funcionó”.
Durante las vacaciones, en vez de dormir hasta tarde, se levantaba a las cinco de la mañana para entrenar su nueva rutina. “Me vestía, tomaba el café y tomaba el colectivo hacia Devoto. Me ponía metas. Un día hablaba con una persona, otro día con otra. Cada conversación era un paso más”.
Así empezó a vencer el miedo al rechazo. “Una vez una señora me invitó a tomar mate. Le conté mi historia, le gustó. Me dio consejos. Al día siguiente me levantaba pensando en esas palabras. Cada charla me daba fuerza. Mejoré muchísimo”, aseguró.
Pero no fue un salto repentino. “Es un proceso. Lento, pero firme. Como dice el dicho, Roma no se hizo en un día. Yo también fui construyendo mi camino de a poco”, explicó.
Su pasión
A la par que ganaba seguridad en sí mismo, Damián profundizaba una pasión que lo acompaña desde chico: la tecnología. “Siempre me gustaron los sistemas, los programas, los desafíos de la informática”, contó. Su curiosidad lo llevó a aprender por su cuenta. “Veía videos, buscaba tutoriales, me gustaban mucho las películas de hackers y las historias de emprendedores. Ahí aprendí muchísimo”.
Damián mira programas de televisión y series documentales donde se cuentan historias reales de personas que empezaron desde abajo. “Hay una serie sobre Facebook que me marcó. El chico arrancó en su casa, sin nada, y terminó creando algo gigante. Eso me motivó. Me di cuenta de que se puede empezar con poco y llegar lejos”.
Inspirado por esas historias, no se quedó solo en la teoría. Aprendió a crear cuentas automatizadas, desarrollar páginas de venta, diseñar catálogos online y hasta programar su propio antivirus. “Antes usaba el de Microsoft. Ahora tengo uno hecho por mí. Funciona bien. Lo armé viendo cómo se protegen los sistemas, cómo trabajan los bots para controlar los códigos”.
Con su marca personal, Viral Pro, Damián ofrece productos digitales pensados para pequeños comerciantes. “Hago páginas que tienen un QR. Vos escaneás el código y accedés a todo el catálogo, los datos de contacto, el historial de compras. Es fácil, rápido y práctico”, explicó.
Pero también sigue vendiendo productos tradicionales, como repasadores o utensilios para el hogar. “Nunca hay que dejar eso. Es una forma de seguir en contacto con la gente. Además, te da experiencia. Cada cliente te enseña algo”, dice.
Su estrategia digital es simple pero eficaz. “Tengo varias cuentas. Cada una manda un mensaje diferente, así no me bloquean en Facebook o Instagram. Aprendí que hay que pescar con muchas cañas: si tirás una, pescás uno; si tirás diez, pescás más. Es lo mismo con las cuentas”, explicó con una analogía que revela su agudeza para el marketing.
Su futuro
En la escuela lo felicitaron por todo lo que logró durante el verano. “Me sentí bien. Las maestras me dijeron que estaba cambiado, que había crecido. Antes no me hubiese animado a hablar, y ahora puedo contar mi historia con orgullo”.
A pesar de todo lo que ha logrado, Damián no se siente un empresario. “Tengo el uno por ciento. Me falta el otro 99%. Me falta que más gente me conozca, me falta experiencia. Pero voy por buen camino”.
Este año egresa de la escuela y su meta es clara: trabajar en una empresa de software. “Me gustaría crear sistemas, páginas, aplicaciones. Es un mundo muy amplio. Tengo amigos de Paraguay, de Chile, de Perú. Con ellos hablo por teléfono, compartimos ideas. Es como una red. Yo antes solo podía hablar por teléfono, porque no había contacto físico. Ahora puedo hacer las dos cosas”.
Para Damián, la clave está en no rendirse. “Yo estaba metido en un pozo. No pensaba que iba a salir. Pero salí. Me puse una meta, y la cumplí. Siempre hay una oportunidad más. Si algo sale mal, no importa: al otro día hay otra chance”.
Con la mirada puesta en el futuro, sigue capacitándose por su cuenta. “Esto no se acaba nunca. Siempre hay algo nuevo que aprender. Y eso me entusiasma”.
La historia de Damián no tiene un presente esperanzador, construido con coraje, esfuerzo, y la certeza de que todos los días se puede empezar de nuevo.
“Damián eligió su camino y nosotros lo acompañamos”
La Escuela Especial Dr. Arturo Miguel Barbero de Devoto funciona en dos turnos: por la mañana, el nivel secundario; por la tarde, la primaria. Damián cursa en el turno mañana y este año será parte de la promoción de egresados.
Según explicó Patricia Bonino, directora del establecimiento, la llegada de Damián fue tras una evaluación realizada en cuarto grado. “No tenía un diagnóstico específico, pero su principal dificultad era la conexión con los demás, la imposibilidad de integrarse socialmente”, comentó. “En ese momento, la mirada sobre la educación especial era distinta. Hoy, quizás, con todo lo que está logrando, con sus capacidades, no sería un estudiante de este modelo. Pero en su momento se necesitaba un aprendizaje diferente, acompañado desde otras instancias”.
Mariela Milone, su docente del nivel secundario, recordó el inicio: “Damián era un chico muy temeroso. Ni siquiera nos podíamos acercar mucho, porque parecía que tenía miedo. Pero con paciencia y distintas estrategias, fuimos ganando su confianza”.
Ambas coinciden en que el entorno escolar fue clave, pero que también jugó un rol fundamental un compañero que Damián tomó como referente. “Ese amigo le permitió abrir su mirada hacia la sociedad. La escuela favoreció ese vínculo. Además, organizamos actividades con otras instituciones, lo que también ayudó”, señalaron las docentes.
Milone destacó el proceso de fortalecimiento de la autonomía. “Siempre tratamos de explotar sus capacidades, pero mirando el paso que van a dar cuando egresen. Y él se puso metas. Se desafió a sí mismo. Lo más importante es que él eligió qué quería hacer. Eligió su camino”.
Damián es hoy referente tecnológico dentro de la escuela. “Es quien nos maneja todo lo que es computación, aplicaciones, nos baja los programas, incluso nos ayuda con los teléfonos. Le dimos esa posibilidad y él la aprovechó”, contó.
De cara al futuro, las docentes tienen claro que el acompañamiento no termina con el egreso. “Buscamos que tenga una salida laboral ligada a lo que mejor se desenvuelve. Lo tecnológico es su fuerte. Y eso lo va a llevar lejos”, aseguraron.