Boxeo
José Acevedo, el renacido
José “Chinito” Acevedo, habló del título internacional welter conseguido en Francia, luego del sombrío período que debió experimentar.
Tenacidad, amor propio, esfuerzo, son virtudes que lo pintan de cuerpo entero. Es que tuvo que atravesar duros momentos, mala racha que lo persiguió por más de tres años tiñendo en esos momentos lo que era su inmaculada foja de servicios, que incluía los títulos argentino y sudamericano que se escaparon.
Duros golpes que supo asimilar, y lejos de darse por vencido, siguió yendo al frente con determinación, confiando en su potencial y buscando la mejor guía desde su rincón. Como consecuencia, hace días atrás volvió a levantar los brazos al cielo en señal de victoria, imitando viejos tiempos, celebrando un nuevo ciclo que se aventura auspicioso.
Es que volvió a ceñirse un cinturón, el internacional welter WBF, que más allá de su valor sentimental, subió su cotización al conseguido en su debut en el exterior, nada menos que en Francia, país con el que nació una rivalidad deportiva luego de la final de fútbol de Qatar.
José “Chinito” Acevedo no solo puso nocaut al francés Lucas “Thor” Migotti, sino que también tiró a la lona aquella imagen perdedora que lo castigó por un tiempo prolongado. Una manera de volver a vivir en el rudo deporte.
La cita con el flamante campeón fue en la proveeduría de su novia en barrio La Milka. Encuentro donde la charla fluyó franca, con declaraciones sin “cassette” a lo que siguió la clásica sesión de fotos en la que complació con su buena onda, cada una de las ocurrencias del reportero gráfico.
“No fue fácil la vuelta al éxito, pasaron tantas cosas en estos últimos años”, sentenció visiblemente emocionado por lo respiró profundo para redondear el concepto. “En algún momento se tenía que dar, confiaba mucho en mi talento, por eso seguí entrenando, cambié muchas veces de profesores, pero siempre detrás de un objetivo, con la ilusión de salir al exterior y ganar”, confesó.
“Por eso me preparé distinto, hoy tengo 29 años, cuando fui campeón argentino y sudamericano tenía entre 22 y 23 años, era joven, puro vigor y ahora tengo que cuidar más el cuerpo, pero lo importante es que pudimos demostrar que estoy entero, así que orgulloso de lo que hicimos”, acotó.
Hubo tiempos previos de idas y vueltas, transitar diferentes gimnasios y de cambios de equipos de trabajo.
“Necesita levantar el récord, y para recibir un llamado de afuera debía tener ganadas algunas peleas. Entonces hablamos con Carlitos (Lemos), con quien había entrenado antes y me conoce”.
“Cambié también de preparador físico, antes era Gustavo Bordesse quien sigue siendo mi amigo, mi hermano, pero por cuestiones prácticas de mi vida personal, empecé a trabajar con el “profe” Pablo Albertinazzi del gimnasio municipal”.
“Hicimos una buena como cuidadosa preparación, pero quizás nos faltó un poco más, pero estábamos jugados con el tiempo”, añadió.
Yendo a la pelea, su detallista narración permite imaginarla, apasionarse con su explicación técnica.
“Fui para adelante con todos rectos, si me terminé rompiendo la mano derecha porque le entraban todas. Siempre tomé la iniciativa pero tranquilo, sin desarmarme porque pasé por varias experiencias feas, así que aprendí de eso”.
“En el noveno round, me tiró un derechazo boleado, me agaché y saqué una mano por abajo y le pegué en el hígado. El “chabón” se cayó pero hizo señas de un golpe bajo, así que estuvo como 30 segundos para recuperarse. Bueno, después en el décimo lo destruí”.
“Es una pelea que no voy a olvidar, por lo que conseguí después que las cosas no iban bien, y haciéndolo justo en Francia donde no simpatizan tanto con los argentinos después del Mundial, si fui más visitante que nunca”, completó.
Glorioso presente que agradece y comparte con sus dos amores, “mi novia Ana Paula, mi hija Paulina”, además del largo listado que leyó en la anotación de un cuaderno.
“Agradezco también a Passero máquinas y servicios, Proveeduría Dambo’s, Opción Cuatro, Pauletto Rey distribuciones, Pentacomb SA, Servicio mécanico y auxilio SAN, VD Vera y Doleatto importaciones, a mi nutricionista Daniela Giménez, el profesor Pablo Albertinazzi, el intendente Damián Bernarte, el director de Deportes, Juan Manuel Iturburu, mi entrenador Carlos Lemos, al Club Colón de Santa Fe y a todos mis amigos”.
Trascendental victoria que se tradujo en bisagra para su carrera deportiva. Nuevo ciclo que buscará administrarlo de manera criteriosa, buscando un equilibrio entre lo deportivo y su vida profesional como personal.
“Este título en el país no vale nada por su reglamentación, por lo que debo defenderlo afuera y para eso tengo como unos seis meses, también tengo la idea de ir escalando en el ranking de los welter”, comentó.
“Aunque el peso no me ha sido fácil, allá llegué con 73 kilos por lo que tuve que hacer un ayuno de dos días, además de meterme en el gimnasio, fue complicado. Felizmente conté con el apoyo de una amiga de la familia, “Nati” González que ayudó con los suplementos para recuperarme”, recordó.
“Hoy mi prioridad es mi familia, mi trabajo y luego viene el boxeo, aunque vivo y respiro por este deporte. Si tengo que elegir miro hacia afuera, donde económicamente me conviene pelear, pero vamos a ir paso a paso”, resaltó.
La charla se termina, y en la despedida, vuelve a sostener con sus manos el cinturón, cómo calculando su pesado simbolismo.
“Este cinturón tiene un significado diferente por los muchos momentos difíciles que pasé, si cuando me bajé del ring llorando, en el abrazo con mi amiga me dijo te lo mereces “guachín” por todo lo que venís luchando”.
“La verdad que con este título volví a vivir en el boxeo, estoy feliz, orgulloso, puedo decir que volví a nacer como el ave fénix”, cerró.