Que sean un paso hacia una nueva realidad
El deseo es que estas elecciones abran paso a una nueva realidad política e institucional, aunque muchos factores deberán confluir para que este anhelo se plasme en la realidad cotidiana de este bendito país.
Se celebran hoy las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias para elegir a los candidatos que participarán de las elecciones legislativas de noviembre próximo. La instancia máxima de la democracia, el voto popular, se reinscribe en una realidad argentina muy difícil, para algunos sectores desesperante y para otros signada por la desconfianza y la incertidumbre. Además, la pandemia ha obligado a tomar medidas que generan algunos cambios en la jornada electoral, debido a protocolos, nuevas escuelas que se agregaron y otras cuestiones vinculadas con lo estrictamente sanitario.
En este marco, el panorama electoral mostró una campaña anodina frente a una generalizada indiferencia de la población, preocupada quizás por otros menesteres mucho más acuciantes que no son abordados con la claridad que corresponde por quienes se ofrecen para solucionar los problemas. La inflación, la inseguridad, el reguero de frustraciones que deja la pandemia, la educación y otras temáticas centrales no tienen asidero en los discursos proselitistas, salvo menciones muy amplias y ambiguas.
Es verdad que se trata de unas elecciones primarias. Pero experiencias anteriores hacen presagiar que tampoco habrá entusiasmo popular durante la campaña que viene, la que realmente decide el futuro del Congreso Nacional. Mucho menos, precisiones acerca de los planes de gobierno y de las ideas que permitan zanjar la enorme grieta y mirar hacia adelante. La perspectiva de mediano y largo plazo es una asignatura en la que los políticos argentinos han sido aplazados una y otra vez.
Estamos a dos años de que se cumplan 40 años de vida democrática sin interrupciones. Es un logro demasiado importante pese a que no se trata de un tiempo tan prolongado.
Se supone que los argentinos hemos aprendido bastante para dejar atrás tiempos de autoritarismo y desprecio a los derechos y libertades fundamentales. Sin embargo, surgen en el horizonte cercano algunas dudas, más aún ante la irrupción posible de algunas voces bastante agresivas que se dedican a enardecer aún más el clima de división.
Son épocas en las que los discursos se ciñen a frases provocadoras, contienen insultos o expresiones de mal gusto y se dedican, mayoritariamente, a reforzar la tropa propia y no a buscar adhesiones más allá de las fronteras que parecen rígidas e infranqueables para generar diálogos productivos con el objetivo de sacar al país de la crisis interminable. Las Paso y las legislativas próximas pueden ser un primer paso necesario para ello. Pero no serán suficientes si no se modifican actitudes y se trabaja para despertar la atención de la ciudadanía en los asuntos cruciales.
Si continúan los debates chabacanos, los eslóganes vacíos, las acusaciones cruzadas, las noticias falsas y los vicios deliberativos que se arrastran desde hace tiempo, el clima político y la apatía ciudadana persistirán hasta noviembre. Y, posteriormente, más allá de cómo quede conformada la estructura del Parlamente, será difícil encontrar soluciones para la falta de empleo, la retracción productiva, el crecimiento del gasto público, la tragedia educativa, el funcionamiento de la Justicia, la seguridad urbana y rural y la preservación de los recursos naturales, entre otros temas.
El deseo es que las Paso abran paso a una nueva realidad política e institucional, aunque muchos factores deberán confluir para que este anhelo se plasme en la realidad cotidiana de este bendito país.