Psicopedagogía
¿Qué hay detrás de los chicos desobedientes?
La desobediencia en los niños y adolescentes es común y puede generar frustración en los padres Según la psicopedagoga Analía Dussin, los adultos tienen un papel crucial en modelar comportamientos con límites claros y dando el ejemplo.
Por Isabel Fernández | LVSJ
Quienes somos padres muchas veces nos encuentramos con situaciones como éstas: “Juan, por favor apagá la tele que vamos a salir”, pero no la apaga y parece no haber escuchado; o “Clara, podés ir a comprar pan? y la nena contesta con un rotundo y desafiante “no”. Ejemplos como éstos pueden multiplicarse, incluso ser más complicados y se viven tanto con niños como con adolescentes.
La mayoría de los niños desafían algunas veces los deseos de sus padres, esto es parte del proceso de crecimiento y pone a prueba las normas y expectativas de los adultos. Pero, qué pasa cuando estas situaciones se repiten, tanto, que hasta hacen que algunos padres lleguen a decir: “No sé más que hacer con este chico, no me hace caso”.
¿Qué hay detrás de los niños o adolescentes que desobedecen?. ¿Qué responsabilidad tenemos los grandes de esas desobediencias? ¿Cómo debemos actuar en un mundo cada vez más lleno de pantallas e información?. La psicopedagoga Analía Dussin de la Fundación Akhenatón de nuestra ciudad aseguró a LA VOZ DE SAN JUSTO que en realidad “los primeros responsables de la desobediencia de los chicos son los adultos, porque somos los grandes los que debemos poner límites claros, dar buen ejemplo porque ellos imitan modelos. No solo educamos los padres, la familia, sino todos los adultos, los docentes, directivos, policía, autoridades, vecinos”.
“En esto los adultos somos los que tenemos el timón, porque los chicos, están aprendiendo y dependen de nosotros. Cuando un padre o madre dice: ‘este chico es desobediente, no sé qué hacer’ creo que se debe analizar”, dijo Dussin.
Agregó: “Los chicos están un barco y confían en quien tiene el timón que los va a conducir. ¿Nos subiríamos a un barco que está a la deriva o que lo capitanea alguien que no sabe qué hacer?”.
La psicopedagoga afirmó que ante la desobediencia “lo primero es tratar de entender por qué tiene esa actitud el chico, ninguna conducta es porque sí, tiene una causa. Nunca es tarde para que como padres revisemos los modelos que tenemos, porque a veces les dimos demasiado, no pusimos límites o fuimos muy estrictos”.
La desobediencia es normal
La psicopedagoga explicó que es importante “diferenciar siempre lo normal de lo patológico, la normalidad en cuanto a la evolución del desarrollo psicosocial del niño. A los dos años empieza la primera etapa de rebeldía, la etapa de los ‘no’, se le pide algo y enseguida niega. Esto es porque el niño a esa edad empieza a diferenciarse de los demás, de lo que quieren los otros y lo que quiere él. Empieza a construir su psiquismo individual. A los 5 años llega la etapa de los juegos reglados en la que se ponen más estrictos con que no se haga trampa”.
“Otra etapa fuerte en cuanto a la rebeldía es la adolescencia que es donde se termina de construir la diferenciación entre el otro y uno. Por eso quieren romper con los modelos de papá y mamá y empiezan a buscar en los pares, que se convierten en modelos más fuertes que los padres”, amplió.
Dussin afirmó que todo eso que ocurre “es la normalidad, es una manera en que los niños aprenden y se descubren a sí mismos, expresan su individualidad y logran un sentido de autonomía”.
Asimismo advirtió que en las causas de la desobediencia “influyen varias cosas como la crianza que recibieron los padres, la historia familiar, el contexto y la falta de límites, hay padres que tienen un vínculo patológico con el niño que no es adecuado”.
Poner límites y dar el ejemplo
Por eso en esta normalidad “es importante poner límites, eso habla de que los padres están atentos al niño, que lo cuidan porque lo quieren. El límite es una cuestión atención”.
“Siempre es importante explicarles por qué no pueden hacer algo. No es bueno decirles ‘por que no y punto’, sino darles una explicación que les sirva como un aprendizaje de una futura conducta para la vida”, aconsejó.
Dussin resaltó que lo más importante “es el ejemplo que le demos como adultos. Más de lo que se dice es crucial lo que se hace. Si un papá falta el respeto, o grita, o miente los chicos lo van a aprender, porque imitan. Esto también ocurre en la escuela, con los docentes, si un docente grita no va a conseguir nada de atención”.
¿Por qué hay que insistir tanto para que hagan caso?. Dussin consideró que actualmente “es necesario decirle muchas veces las cosas porque los niños desde que nacen, el centro de atención no es el adulto, sino que son las pantallas. A veces no miran a la cara, los niños se acostumbran a que les pregunten y no dejan de estar conectados con las pantallas, les cuesta contestar”.
“Los padres repiten muchas veces y los chicos no responden. Entonces llegan a gritar y ahí recién es cuando los chicos reaccionan y en muchos de los casos contestan mal porque no les interesa lo que les dicen”, recordó.
Pero advirtió que eso “lamentablemente lo permitimos los adultos, porque no sabemos decir no, poner límites. Esos límites deben ser coherentes, verdaderos y no arbitrarios que lleven a que el niño no pueda experimentar, hay situaciones que los chicos tienen que explorar, descubrir porque es necesario para el crecimiento”.
“Muchos padres se encuentran con no saber qué hacer porque todo fue cambiando en la sociedad, hay que ir adaptándose, muchas veces tenemos la respuesta de lo que es bueno y lo que es malo, pero no tenemos la flexibilidad, si podemos ser analíticos, reflexivos, es más fácil educar”, consideró finalmente.