Sociedad
Puente a la desidia
La pasarela, el puente, de la estación del ferrocarril Belgrano en barrio Sarmiento se encuentra inhabilitado desde hace unos meses. El patrimonio de la ciudad que ya murió dos veces.
Por Manuel Ruiz | LVSJ
La imagen termina siendo más fuerte que cualquier texto que se pueda escribir al respecto. Porque basta con llegar al lugar y ver las chapas de zinc bloqueando las entradas con el prohibido pasar en aerosol blanco, para que la foto genere una cantidad sensaciones que difícilmente sean contenidas fielmente por las palabras.
Desde hace uno meses ya, la pasarela, el puente peatonal que flota sobre las vías de la estación del ferrocarril Belgrano, ahí donde los populares barrios Sarmiento y La Milka se separan, se encuentra cerrado. La conexión peatonal entre estos barrios, y entre el sureste y el resto de la ciudad y viceversa, se ha roto. Literalmente: roto.
Parte del patrimonio histórico, cultura y arquitectónico protegido de nuestra ciudad, y pieza fundamental del patrimonio afectivo de los sanfrancisqueños, el puente colgando en la desidia, ha muerto. Otra vez.
El puente del pueblo
Este año la pasarela cumplió 109 años. Fue en julio de 1915, cuando el ferrocarril ocupaba un lugar central en el ejido urbano de la ciudad y el tren pasaba por el hoy Centro Cívico uniendo entre otras cosas, los silos de los molinos que hoy siguen pie, que el pueblo de San Francisco vio como se cumplía un pedido que había comenzado un tiempo antes.
La muerte de un niño en 1913, en las vías del ferrocarril Central Córdoba, mientras el tren pasaba desató una ola de reclamos populares que a los dos años terminaron la construcción de un puente forjado en acero alemán para evitar más tragedias y resolver problemas de tránsito que generaba el tren en el medio de la ciudad. En su ubicación original estuvo hasta 1950, cuando se sacó del centro y pasó a un letargo de galpones durante 20 años.
En la década del ´70, fue otra vez la gente de la ciudad la que pidió que el puente vuelva a ser pero esta vez en la estación del hoy Belgrano Cargas, lugar en el que se instaló y en donde ha permanecido y funcionando, con escaso mantenimiento, hasta hace unos meses cuando se tornó un peligro para las personas que lo transitaban a diario.
Con la estructura derruida por el producto de la intemperie, con escalones y tablas que ya no están porque se pudrieron o se las robaron, el puente no solo ha dejado de ser un lugar al que se puede ir a sacar fotos, sino que también un problema de conexión peatonal entre los distintos sectores de la ciudad.
La falta de señalización y barreras en los pasos a nivel en las calles de que atraviesa el tren a pura bocina; la imposibilidad de abrir avenida Libertador Sur, entre otras arterias, para garantizar una mejor y más segura transitabilidad desde y hacia el sur de la ciudad, son algunas de las problemáticas y demandas históricas, que implican gestiones con la empresa Belgrano Cargas, que gestiona el tren que pasa por San Francisco.
Ahora, hay que agregarle el puente. Que ya resucitó una vez. Y espera en óxido, volver a vivir, para no morirse nunca más.