Protestas en Cuba
El llamado del presidente cubano a una especie de guerra entre compatriotas tan solo porque algunos miles de han animado a protestar destroza cualquier intento de justificar lo que, desde hace mucho tiempo, es absolutamente inadmisible. Y reconfirma que el comunismo cubano no es otra cosa que una cruel dictadura, que justificó sus crímenes y su inoperancia atribuyendo culpas externas. Pero la historia enseña que la libertad es un anhelo humano esencial, un valor que siempre reaparece en el ánimo de los pueblos.
El mundo entero se vio sorprendido cuando observó imágenes provenientes de algunas ciudades de Cuba en las que miles de ciudadanos protagonizaron inéditas manifestaciones contra el régimen comunista. Los videos colgados en Internet justo antes de que las autoridades dispusieran el corte de las señales, mostraban a personas gritando especialmente "patria y vida", el título de una canción que se transformó en un símbolo de lucha, pero también "¡abajo la dictadura!" y "no tenemos miedo".
En su mayoría jóvenes, los que salieron a protestar en Cuba se sobrepusieron al temor que supone enfrentar en la calle a un régimen autoritario que, con mano férrea, lleva 60 años cercenando las libertades públicas en nombre de una supuesta orgullosa soberanía nacional marcada por un sistema de gobierno de corte totalitario, en el que la menor disidencia es castigada y en el que la libre expresión es inexistente.
Pese a los intentos de defender a la dictadura comunista que ejercen muchos personajes políticos que afirman ser líderes del progresismo en América latina, el régimen de La Habana quedó nuevamente expuesto en su crudeza cuando el actual presidente exhortó públicamente a los civiles para que salgan a combatir a los manifestantes. "Estamos convocando a todos los revolucionarios del país, a todos los comunistas, a que salgan a las calles y vayan a los lugares donde vayan a ocurrir estas provocaciones", dijo el mandatario en un inusual mensaje que se trasmitió por todas las cadenas de radio y televisión de la isla a raíz de las protestas que habían empezado unas dos horas antes.
"La orden de combate está dada: a la calle los revolucionarios", afirmó, poniendo de manifiesto la histórica raigambre totalitaria del régimen. Pero que, en este tiempo de pandemia, ha visto seriamente deteriorada su autoridad y su capacidad de sembrar el terror en virtud de las penurias dramáticas que debe padecer gran parte del pueblo cubano. Es que desde que comenzó la pandemia del coronavirus en marzo de 2020, los cubanos están obligados a hacer largas filas para abastecerse de alimentos, situación a la que se ha sumado una fuerte escasez de medicamentos, lo que ha generado un amplio malestar social.
La libertad del ciudadano es, al fin de cuentas, un deseo que resulta imposible reprimir por más que miles de "revolucionarios" intenten combatirlo. Las visiones románticas y edulcoradas de los comunistas cubanos que la ideologización extrema diseminó por el mundo como ejemplo de virtud cívica están hoy tan desgastadas, como siempre fueron mentirosas.
El llamado del presidente cubano a una especie de guerra entre compatriotas tan solo porque algunos miles de han animado a protestar destroza cualquier intento de justificar lo que, desde hace mucho tiempo, es absolutamente inadmisible. Y reconfirma, en realidad, que el comunismo cubano no es otra cosa que una cruel dictadura, que justificó sus crímenes y su inoperancia atribuyendo culpas externas. Pero la historia enseña que la libertad es un anhelo humano esencial, un valor que siempre reaparece en el ánimo de los pueblos. Basta recordar cómo terminaron la mayoría de estos regímenes en el siglo pasado