Sociedad
¿Por qué muchas personas se auto diagnostican enfermedades mentales?
La tendencia de muchas personas a auto diagnosticarse enfermedades mentales creció notablemente. En el mes de la Salud Mental, desde el Hospital Iturraspe aseguran que las patologías que más aseguran que sufren son la depresión, bipolaridad y ansiedad.
Por Isabel Fernández
“Soy bipolar” o “Es un esquizofrénico por eso actúa así”. El autodiagnóstico de enfermedades mentales se volvió una práctica cada vez más común en la sociedad actual, de la mano de diferentes factores como el acceso a la información en la era digital, la búsqueda de sentido a los sentimientos y conductas, además de la identificación con síntomas descriptos por otras personas.
Esto conlleva riesgos significativos, incluyendo diagnósticos equivocados y tratamientos inadecuados. La salud mental es un campo complejo que requiere la evaluación y el tratamiento de profesionales capacitados para garantizar un enfoque efectivo y seguro. En el marco del Día de la Salud Mental que se celebra cada 10 de octubre LA VOZ DE SAN JUSTO consultó a profesionales del Hospital “J. B. Iturraspe” quienes analizaron el tema.
El licenciado en Psicología, Joaquín Lozano y la licenciada en Trabajo Social, Pamela Vigliocco del Equipo del Dispositivo Internado del Servicio de Salud Mental del nosocomio aseguraron que en su práctica profesional, observan que los “padecimientos subjetivos que tienden a ser más regulares en el autodiagnóstico, son la depresión, bipolaridad y ansiedad”.
¿Por qué muchas personas se autodiagnostican enfermedades mentales y se etiquetan? El licenciado Lozano afirmó: “Eso que algunas personas denominan enfermedades mentales, nosotros entendemos que son padecimientos subjetivos, que implica una perspectiva más amplia que solo el ‘tener un trastorno mental’”.
Consideró que hoy “internet provee muchísima información, pero hay que distinguir entre tener información y saber utilizarla. Tener acceso a tanta información dificulta poder procesarla, y poder utilizarla de manera responsable”.
Lozano citó a Enrique Saforcada comprendiendo a la salud pública “desde una perspectiva donde el sufrimiento ya no se lo reduce sólo a tener una enfermedad, sino que se lo comprende como un proceso, en la misma línea que se define a la Salud Mental en la actual Ley Nacional N° 26.657, a saber, ‘…un proceso determinado por componentes históricos, socio-económicos, culturales, biológicos y psicológicos, cuya preservación y mejoramiento implica una dinámica de construcción social vinculada a la concreción de los derechos humanos y sociales de toda persona’”.
El mal hábito de etiquetar
Las etiquetas siempre tuvieron mala fama y la siguen teniendo en este caso. La licenciada Vigliocco advirtió que cuando un diagnóstico “pasa a describir el ser de una persona, o presenta una situación como inmodificable, ahí es cuando se vuelve una etiqueta”.
“En general, estas suelen tener una connotación negativa, ya que transforman los signos de una situación transitoria en una condición inamovible e inalterable. Coincidimos con Moragues Bolado cuando dice: ‘Es fundamental ubicar la singularidad de cada persona y el modo en que presenta su padecimiento. Es necesario considerar las variables subjetivas a la hora de establecer estrategias terapéuticas y objetivos de tratamiento’, para que recibir un tratamiento de salud mental no se vuelva un estigma social”, añadió.
Recordó que la cuestión social “se ‘cuela’ en la gente, y por lo tanto los diagnósticos van a aparecer en el vocabulario, lo sepan conscientemente o no. Por lo tanto, es importe problematizar el uso que hacemos en la vida cotidiana sobre los mismos”.
Por su parte Lozano agregó que cuando una persona es etiquetada por otros, “tarde o temprano eso que le dicen comienza a tener efectos. Cuando la persona se encuentra en que todos sus semejantes lo perciben de tal o cual manera comienza a actuar respondiendo a esas percepciones. Por lo tanto, esto genera sentimientos que perjudican la identidad de los estigmatizados, aumentando el sufrimiento que ya de por si los atraviesa”.
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La realidad de la salud mental
A catorce años de la creación de la Ley de Salud Mental, es escasa la oferta de dispositivos comunitarios para los usuarios de salud mental. Los licenciados Lozano y Vigliocco afirmaron que en muchos sectores de la provincia “aún no se han creado las casas de convivencia, hospitales de día, centros de capacitación socio-laboral como promulga la ley. Estos dispositivos se tornan esenciales para los sujetos que asisten hoy al Servicio de Salud Mental del Hospital J. B. Iturraspe, quienes por lo general cuentan con una pérdida de lazo social, de autonomía, de espacio laboral, ruptura familiar y/o deterioro de su capital social y cultural”.
“Es fundamental, continuar instalando estas necesidades en la agenda pública, promover su visibilización y debate, intentando tener participación en el diseño de políticas públicas que, en este caso, garanticen el derecho a la salud mental de la población. Esto implica también, e ineludiblemente, garantizar fuentes de trabajo, acceso a la educación, a la vivienda, al sistema sanitario y a la recreación, para evitar la patologización de la pobreza y la medicalización de la vida cotidiana”, finalizaron.