Análisis
Pascua, una opción fundamental
Ver más allá de la contingencia y escuchar atentamente son actitudes que podrían detener la vorágine y ayudar a comprender que la Pascua significa “paso”.
Hace cuatro años, cuando la pandemia marcaba la vida de todos, la celebración cristiana de la Pascua renovaba la esperanza en la humanidad. En esta columna se afirmó en aquella ocasión que el hombre “mientras combate el virus, se aísla para cuidarse. Y también para reflexionar”. Así parecía ocurrir en aquellas primeras semanas en las que la amenaza del Covid obligaba a una experiencia que no tenía antecedentes recientes, pero que abría la esperanza a “un nuevo orden más fraterno, más solidario, más empático, más humano”, una vez que terminase el aislamiento.
Por cierto, lo que sobrevino lejos está de cumplir aquel deseo, aquella esperanzadora mirada sobre un futuro mejor. Las orejeras siguieron firmes y las vendas en los ojos se mantuvieron apretadas. Así continúan hoy cuando la Pascua vuelve a celebrarse. Cuando el mensaje de reconciliación y elevación de la dignidad humana se recrea con fuerza en numerosas celebraciones. Pero el mensaje de la muerte y resurrección constituye un elemento central para encarar la meditación sobre la humanidad, más allá de las creencias religiosas.
Optimizar la mirada, ver más allá de la contingencia y escuchar atentamente son actitudes que podrían detener la vorágine y encender aquella reflexión que todavía no asoma con fuerza. No para comprender misterios que el dogma religioso establece. Tampoco para discutir cuestiones teologales. Ni siquiera reabrir debates entre quienes creen y quienes no. Sí para comprender que la Pascua significa “paso”. Desde lo humano, la celebración de hoy permite entender que cruzar ese puente es una opción moral, un imperativo ético, una enseñanza factible de ser imitada.
Sin adentrarnos en las cuestiones estrictamente teologales, los evangelios que relatan la Pasión dan cuenta de sucesos que fueron fruto de una elección libremente asumida y que da soporte a un mensaje que dignifica el actuar del hombre. En los estudios de filosofía moral, una conducta de este tipo es llamada opción fundamental, porque orienta la propia existencia, la construye, la lleva a la práctica.
Salvando las distancias con la celebración religiosa de hoy, aquella tragedia que significó la pandemia colocó a la humanidad en un brete. Fue el momento de una opción moral que no fructificó como era de esperar. Lamentablemente, ese tiempo trágico, en algunos estamentos, fue tomado con superficialidad y puesto bajo intereses que no salvaguardaron la dignidad del hombre y priorizaron aspectos coyunturales, más vinculados a intereses políticos, ideológicos y de poder. Así, la libertad fue menoscabada y factores ajenos incidieron en la mirada negativa que hoy se tiene sobre aquella posibilidad de que la humanidad saliese fortalecida.
San Pablo afirma la fuerza del mensaje cristiano “se revela en la debilidad”. En la humildad, por cierto. Y también, en la toma de una decisión que cualquier hombre empatiza como dolorosa y trágica, pero que está íntimamente vinculada a un bien superior. Una opción moral que sigue enviando un mensaje fraterno, orientado la existencia, ratificando la libertad y elevando la condición humana. Tanto es así que incluso bien podría ser compartida por muchos pensadores no creyentes. A Jean Paul Sartre, ateo declarado, se le atribuye una frase que bien puede recorrer la misma dirección: “Nunca se es hombre si no se encuentra alguna cosa por la cual se estaría dispuesto a morir".