Feria del Libro 2023
Para Barruti, seguimos siendo tan “mal comidos” como hace 10 años
La escritora e investigadora sobre alimentación estuvo presente en la Feria del Libro y dijo que desde que publicó su primer libro solo se agudizaron las situaciones que hacen que comamos como lo hacemos.
Soledad Barruti es escritora e investigadora, pero por sobre todo una militante por una causa: que todo el mundo sepa cómo se producen los alimentos para poder tomar una mejor decisión en cuanto a lo que cada uno come y le da de comer a su familia.
La autora del libro “Mal Comidos” (2013) asegura que no se produjeron demasiados cambios culturales y de hábito en cuanto a nuestra alimentación, y por el contrario se agravaron situaciones que complotan con las buenas intenciones en cuanto a nutrición.
Barruti llegó a San Francisco para participar de la Feria del Libro y dialogó con LA VOZ DE SAN JUSTO y AM 1050 en el stand que los medios comparten con el Archivo Gráfico y Museo Histórico y se mostró feliz de visitar una zona donde los agrotóxicos causan graves problemas y a una provincia que “va hacia la desertificación”.
La escritora contó que Mal Comidos, el libro que habla sobre “cómo la industria alimentaria argentina nos está matando”, diez años después de su publicación “no pierde ninguna vigencia, porque lo único que pasa en todo caso es que se agudizan todas las situaciones que yo cuento en el libro, que tiene que ver con un sistema productivo abocado al agronegocio y a la producción de mucha cantidad de lo mismo con técnicas que nos están llevando básicamente al colapso de una manera muy atroz. En Córdoba, por ejemplo, queda solo el 3% de los bosques que existían acá y eso es producto de haber entregado las tierras a un sistema que propone todas cosas que luego no cumple. Propone buena comida que luego no está en ningún lado, propone riqueza y derrame que luego solo es de agrotóxicos y más pobreza. Genera una corrida de los pueblos hacia las periferias urbanas. Propone un crecimiento que de vuelta no se ve. Al libro lo trabajé entre más o menos 2008 y 2013 que fue cuando salió y luego solo se agudizó lo peor de lo peor”.
La autora explicó que la investigación para escribir ese libro que fue un éxito “fue recorriendo, yendo a los lugares donde se produce con una curiosidad que tienen muchas personas cuando se paran frente a la góndola, van al supermercado y no saben cómo se produce lo que se come después. No sabemos nada de lo que comemos, yo no tengo idea de cómo se hace lo que estoy comiendo, ¿cuáles son las decisiones que se tomaron antes de que yo supuestamente elija lo que elijo? Y a partir de ahí empecé a ir y adentrarme a donde se producen los huevos, donde se producen las verduras, donde se producen los cereales, donde están las fábricas que luego amalgaman todo eso haciendo los productos que vemos en la góndola. Lo que encontré es que son tetris de problemas y que devienen en productos que son como muy cuidadosamente diseñados y presentados como algo nutritivo, algo cuidadoso, algo diverso. O sea, vas a la góndola de galletitas y ves un montón, vas a la góndola de jugos y ves un montón y cuando lo traducís a ingredientes ves que siempre llegás a lo mismo, que es nada”.
La ley de etiquetado
Barruti comentó que ve bien la implementación de los octógonos en los alimentos para advertir sobre los excesos de sustancias perjudiciales para la salud, pero que la ley va más allá del etiquetado.
“Yo la milité muchísimo la ley. La empecé a militar cuando nadie hablaba de que tendría que haber octógonos en los productos. La veo muy bien a la ley, aunque lamentablemente todavía solo quedó en una fase que es la de que uno vaya al supermercado y encuentre los octógonos. Pero la ley no es la ley de octógonos, es la ley de alimentación saludable y debería implicar una actitud muy activa de distintos organismos del Estado para controlar, no solo que se cumpla el etiquetado, sino que luego los productos etiquetados no estén en las escuelas ni en entornos escolares, que no se publiciten con personajes, que no haya niños involucrados en promociones de forma directa de esos productos. Todo eso no se cumple, nada de todo eso se cumple”, comentó.
Acerca de su visita a nuestra región aseguró: “Me parece fundamental venir porque por un lado están las personas que tienen el uso de la tierra y de alguna manera su dueñidad formal, porque somos un sistema que cree que puede haber dueños de la tierra y de otro lado están un montón de personas que no saben qué se está haciendo y que por lo general lo único que sucede es que padecemos lo que otros hacen en nuestro nombre con las grandes extensiones de tierra. Córdoba es una provincia en llamas, que va hacia la desertificación absoluta, es una provincia donde las personas en los pueblos y en las zonas rurales están padeciendo enfermedades que nunca antes se produjeron por el exceso de los agrotóxicos que se usan por todos lados. Entonces me parece que es de lo más responsable traer estas temáticas acá y hacer que todas las personas que tal vez no están enteradas se enteren, que puedan debatir, que puedan empoderarse también porque la información es la única manera de empezar a activar algo internamente. Si no sabemos no podemos hacer nada”.
Sobre su experiencia luego de su primer libro explicó que “después vino Malaleche, en donde recorro gran parte de esta zona porque fui a Arroyito y a todas las partes de los campos de Arcor y todo eso lo cuento en ese libro. Entonces fui como profundizando muchísimo más y ahora estoy trabajando en un tercer libro en el que me involucro mucho más en nuestro vínculo con la naturaleza, nuestro vínculo con la tierra, nuestro vínculo con esta manera de existir, digamos”.
Antes de hacer su presentación en la Feria del Libro, Barruti consideró que empezar a interesarse por cómo comemos y qué comemos “es una deconstrucción, es la deconstrucción alimentaria. Y es algo urgente que tiene que hacer toda la sociedad porque mientras comemos como comemos y no comemos lo que deberíamos comer, estamos recibiendo no solamente una cantidad de problemas empaquetados, sino además unas instrucciones de vida que son tremendas. Porque cuando comemos estamos recibiendo información también. O sea, es información que puede no llegarte de manera directa porque hay un montón de cosas que desconocés, pero te llega de todos modos. Y es la información que te hace, que te encamines hacia la indolencia, el no cuestionamiento, la alienación, ser parte de esta cultura zombie que nos tiene a todos finalmente devorándonos a nosotros mismos”.
Finalmente deja un mensaje alentador al contar que “cuando empecé con todo esto, hablaba y parecía que estuviera hablando en otro idioma. Hoy en día no, vas a las redes sociales y hay una gran cantidad de cuentas que están trabajando en esto. Muchos se movilizan por la salud de sus hijos. Hoy los niños y niñas están atravesados por enfermedades que nunca antes habíamos visto y eso hace que las personas empiecen a actuar y concientizarse de otra manera. Es urgente y es colectivo. Puedo comenzar en cada casa, pero requiere de la gestación de comunidades activas que busquen otras cosas, que reclamen el acceso a la tierra, a las semillas. Hace falta que volvamos a cocinar, no como una obligación sino como un derecho. Hay muchas cosas dadas para que eso no acontezca”.