Educación
Padrinos rurales: la experiencia de dos escuelas en San Justo
Los centros educativos “Gauchos Argentinos” de Colonia el Milagro este y “Rubén Darío” Colonia El Trabajo reciben todos los años la visita de sus padrinos, quienes llegan cargados de útiles, juegos, libros y demás compartiendo una jornada “en familia”.
Apadrinar una escuela rural es una experiencia única y la forma directa de colaborar con la educación de niños y niñas de áreas vulnerables. Ayuda a disminuir la brecha de inequidad al disponer de mejores recursos educativos. A través de la Asociación Civil que nuclea a padrinos de Alumnos y Escuelas Rurales (Apaer) niños de nuestra región reciben todos los años la visita de ellos quien llegan cargados de regalos, entre los que se encuentran útiles, juguetes, ropa y calzado.
Se trata de los centros educativos Gauchos Argentinos de Colonia el Milagro este y Rubén Darío Colonia El Trabajo, del departamento San Justo, quienes en diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO comentaron su experiencia de contar con el acompañamiento de gente, que a pesar de la distancia, se preocupa por ellos y los acompaña en su trayectoria escolar.
“Para las escuelas rurales es todo un evento recibir visitas, no es común como en las escuelas de las ciudades, siendo que además estamos a 20 km de Devoto por camino de tierra”, expresó Leonardo Berta, director del centro educativo Gauchos Argentinos.
“La visita de los padrinos es muy esperada porque son de la familia escolar”, expresó.
La familia que apadrina estos colegios está conformada por un matrimonio y tres hijos, los cuales se criaron prácticamente en estos medios rurales.
“Cuando empezó a venir Marisa y su marido Emilio (matrimonio de padrinos) su hija mayor tenía cuatro años ; hoy sus hijos ya van a la universidad y siguen viniendo junto a ellos; conocen a los chicos que pasaron por la escuela y hasta a las familias que viven en los alrededores de la zona”, cuenta Silvia Forneris, ex directora de la institución.
Forneris es parte protagonista de esta historia, siendo que esta iniciativa se gesta durante su paso por la escuela como directora. “. Yo inicié el trámite allá por el año 2001 cuando en una reunión con inspectores nos comentan de este programa. No tuvimos respuesta inmediata, los padrinos comenzaron a venir en 2004, luego de que se enteraran de que nuestra escuela también estaba anotada para ser apadrinada”.
“Así, todos los años se llegaban hasta la zona para traerles útiles para todo el año, juguetes de sus hijos y de los hijos de sus amigos y hasta ropa y calzado. Contaban con cosas inimagibles a su acceso por lo que salir al recreo se convirtió en un deleite; no veían la hora de sacar la caja de juguetes”, puntualizó Forneris.
“La pandemia había cortado un poco el contacto por lo que hacía unos cuatro o cincos años no venían, y este 2024 se retomó con esta visita”, puntualizó.
“Los chicos esperan todo el año para verlos”
Forneris contó que “los padrinos son gente común que quiere ayudar. A las dos escuelas les traen por igual, hasta valijas llenas de cuentos y ellos se sienten bien haciendo esto”.
Por su parte, Berta, quien dirige la institución desde hace poco más de un año aseguró que “es una experiencia maravillosa que involucra a toda la comunidad. Los chicos esperan todo el año para verlos, pero la gente del pueblo también; les prepara comida, los invita a sus casas”.
En cuanto a la jornada que vivieron ese día, Berta contó que “tomamos fotos, cantamos el himno, los chicos hicieron una obra de títeres y teatro de sombras. Fue un momento muy emotivo”.
Realmente lo que hacen estas familias es invaluable: “hasta se acuerdan de los chicos que pasaron por la escuela, si están trabajando o que es de sus vidas. Todo se vive como en una gran familia”.