Análisis
Paciencia en el límite
El campo continuará invirtiendo, trabajando y arriesgando en cada campaña agrícola, como lo ha hecho toda la vida. A pesar de la esquila de recursos que significan las retenciones, cuya eliminación todavía es incierta.
El aumento de los costos de los insumos agropecuarios y la considerable disminución de los precios internacionales de los granos son los principales desafíos que enfrenta la producción rural al inicio de este año. Además de las dudas que presentan las perspectivas climáticas, persisten grandes incertidumbres debido a la falta de definiciones claras por parte del gobierno nacional sobre sus promesas de reducir la presión fiscal.
Hace pocos días, el presidente de la Nación reiteró su compromiso de eliminar este año las retenciones a las exportaciones, un impuesto altamente perjudicial que, durante años, generó ingresos millonarios para el Estado nacional. Sin embargo, dichos fondos han sido frecuentemente mal administrados, incluso despilfarrados, especialmente durante las gestiones kirchneristas. Milei prometió que ya no se cobrarán. No dijo cuándo. Solo aclaró que ello ocurrirá en el momento en el que se consolide el crecimiento económico.
Por cierto, la reducción de la brecha cambiaria y, especialmente, la eliminación del déficit fiscal son avances que permitirán consolidar aquel crecimiento de la producción. Sin embargo, numerosas otras variables todavía entorpecen ese camino. Mientras tanto, son muchos los productores agropecuarios que se enfrentan a situaciones delicadas, incluso en ciertos casos con la posibilidad lamentable del quebranto.
En este contexto, el reciente comunicado de la Mesa de Enlace Agropecuaria de la provincia de Córdoba adquiere una relevancia particular. En él, se reitera la urgente necesidad de eliminar los derechos de exportación, un reclamo contundente que el gobierno nacional debería atender con seriedad. “No hay más tiempo”, señalan las entidades rurales, sintetizando así una realidad insostenible.
“El sector agropecuario lleva más de 20 años soportando un estado de ineficiencia, con gastos insostenibles y una presión fiscal incompatible con la producción”, explicaron en un comunicado firmado por Cartez, Coninagro, Federación Agraria y Sociedad Rural Argentina. “A esto se suma la coyuntura climática y de mercados internacionales adversa, que ha puesto de manifiesto el tremendo daño que producen las retenciones: un impuesto distorsivo y discriminatorio que, por su magnitud y persistencia, está asfixiando al sector”, agregaron. El texto advierte que la continuidad de este tributo pone en grave riesgo la supervivencia de los productores y sus empresas. “La prolongación de este impuesto amenaza directamente la sostenibilidad de un sector que apuesta al límite de sus posibilidades económicas y financieras”, concluye el comunicado.
El campo cordobés planteó con claridad su postura. Que es la misma de hace años, apoyada también por las autoridades provinciales. Sin embargo, la paciencia parece estarse agotando. El hombre de campo, conductor indoblegable del motor de la economía nacional, mayoritariamente apoya las reformas que se llevan adelante. Continuará, es verdad, invirtiendo, trabajando y arriesgando en cada campaña agrícola. Es lo que ha hecho toda la vida. A pesar de la esquila de recursos que significan las retenciones, cuya eliminación todavía es incierta.
El comunicado de la Mesa de Enlace cordobesa es una expresión cabal de que la paciencia está llegando a un límite.