Homicidio de la niña
“Omisión hicimos todos”: la sociedad de Brinkmann, entre el enojo y la impotencia
“Pensábamos que esto nunca podría pasar en esta ciudad, pero pasó y es terrible". La comunidad no puede salir de la conmoción por el crimen de Aralí. El relato del vecino de la casa lindante que presenció el horror.
La ciudad de Brinkmann, de poco más de 11.000 habitantes, sigue sumida en una profunda conmoción tras el brutal asesinato de Aralí Vivas, la niña de 8 años cuyo cuerpo fue encontrado el sábado 2 de noviembre en su casa, tras un incendio que los investigadores confirmaron que fue un intento de encubrimiento. Entre los vecinos, se mezclan el enojo, la impotencia y el dolor, con muchos de ellos señalando que la tragedia era algo previsible y evitable.
Uno de los primeros vecinos en llegar al lugar del incendio, quien pidió reservar su identidad, relató a LA VOZ DE SAN JUSTO cómo vivió el hecho, que lo marcó "para toda la vida". El hombre, residente de calle Caseros desde 2009, vivía en una casa lindante a la vivienda de la familia de Aralí y nunca imaginó enfrentarse a una situación tan macabra en una ciudad como Brinkmann. Sin embargo, reconoce que, aunque no podían prever la magnitud del crimen, “suponíamos que algo malo podría pasar, pero no lo esperábamos".
“Sentí el olor a humo en mi casa, lo primero que pensé fue que se estaba quemando algo, porque había dejado la cocina encendida. Era un olor muy fuerte, como si se estuviera quemando tela. Me asomo a la puerta y veo las dos columnas de humo, entonces llamé inmediatamente a la Policía para que enviaran a los bomberos, que llegaron a los tres o cuatro minutos", narró el vecino.
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Sin embargo, según relata, ni los bomberos ni los vecinos que acudieron al lugar "imaginábamos que en el interior de la casa había alguien. Nadie gritó", dijo ratificando lo que más desconcertó a los investigadores y a todos: la niña había permanecido inmóvil en la cama, sin intentar escapar del fuego. "¿Cómo es posible?", se preguntan los testigos.
Horas después, la autopsia reveló que Aralí ya estaba muerta cuando comenzó el incendio. Según el informe forense, la niña no tenía monóxido de carbono en los pulmones, lo que indicó que cuando se originó el fuego ella ya no respiraba. "La habían asesinado antes", explicó el fiscal Oscar Gieco. El cadáver de la pequeña fue encontrado completamente carbonizado y parcialmente calcinado.
La investigación apunta a que el padrastro de Aralí, Ezequiel Simeone, junto con su amigo Cristian Varela, fueron los responsables del crimen. Se sospecha que entre ambos atacaron a la niña en un contexto de abuso previo, lo que culminó en su asesinato. Luego intentaron simular un incendio para ocultar lo sucedido.
La autopsia también reveló que Aralí presentaba una fractura en el cráneo, lo que apunta a un golpe previo al inicio del incendio.
El vecino que fue testigo del horror comentó que Aralí “era una nena muy educada, tenía una sonrisa hermosa, a pesar de las condiciones malas en las que vivían y el desamparo en el que se criaba”. La niña asistía al tercer grado de la Escuela Anita Giaveno de Sacavino en el barrio Jardín, y por las tardes iba a la escuelita de fútbol "Las Ranitas".
El hombre pidió justicia por el crimen. "Esta tragedia no se puede revertir, pero tiene que servir para que no vuelva a pasar, para que no exista otra Aralí", dijo con angustia.
“Es la crónica de un final anunciado", agregó subrayando que la situación de violencia y abuso en la casa de Aralí era algo de conocimiento público en la comunidad.
Mercedes, otra vecina de Brinkmann, expresó: "Este caso me cayó muy mal. Es muy triste. Se trata de una criaturita. Como todos los vecinos, pido justicia y que a los hermanitos de Aralí los cuiden personas que los quieran; que nunca más estén a cargo de personas que no los cuidarán y no los protegerán. Pensábamos que esto nunca podría pasar en Brinkmann, pero pasó y es terrible".
Carlos, un residente más de la ciudad, agregó: “Es algo terrible, uno nunca se esperó que en una ciudad tan tranquila pasara algo así. Espero que se haga justicia. No conocía a Aralí, pero uno es padre y pude imaginarme el sufrimiento de esa niña y sus hermanitos".
El crimen ha generado un fuerte reclamo en la comunidad brinkmannense, que exige respuestas por parte de las autoridades y una mayor intervención de los organismos encargados de la protección infantil. "Como sociedad tenemos que aprender de esto, estar enojados también con nosotros mismos, porque omisión hicimos todos. Las situaciones de violencia se repetían y no hicimos lo suficiente para no llegar a este trágico final", concluyó el vecino, aludiendo a la responsabilidad colectiva ante la tragedia.
La investigación sigue su curso, con tres detenidos hasta el momento: el padrastro de Aralí, Ezequiel Simeone, su amigo Cristian Varela, y la madre de la niña, Rocío Milagros Rauch, quien fue imputada por homicidio calificado por el vínculo en calidad de partícipe necesario. La comunidad de Brinkmann aguarda ansiosa que se haga justicia por el brutal asesinato de la niña, cuyas circunstancias están generando un profundo debate sobre la efectividad de las políticas de protección infantil.