Análisis
Nos sigue pasando
En Argentina, la violencia de género dejó 250 femicidios en 2023 y sigue en aumento en 2024. El hogar, paradójicamente, es el lugar más peligroso para muchas mujeres, lo que exige medidas urgentes y efectivas para proteger sus vidas y derechos.
En 2023 hubo 250 víctimas directas de femicidio en Argentina. En lo que va de 2024, la trágica cifra se mantiene e, incluso, tiende a crecer. A su vez, una de cada dos mujeres sufrió algún tipo de violencia a lo largo de su vida por parte de su pareja o expareja y una de cada tres enfrentó ataques en redes sociales.
Los datos son elocuentes acerca del impacto social de la violencia contra las mujeres. Obligan a la reflexión en estos días en los que se difunden numerosas proclamas en el marco de las jornadas conmemorativas del Día Internacional de la No Violencia contra la mujer que impulsa la Organización de Naciones Unidas.
Por cierto, el drama de la violencia contra el sexo femenino es un fenómeno mundial en crecimiento. Aproximadamente 140 mujeres y niñas son asesinadas cada día por un compañero o un miembro de la familia. Esto es, casi una mujer o niña cada 10 minutos. Los expertos dicen que es probable que se trate de un recuento insuficiente, ya que algunas muertes de mujeres están mal clasificadas o no se registran, y algunos datos globales no estaban disponibles. "Vemos las cifras de este informe como la punta del iceberg", dijo Nyaradzayi Gumbonzvanda, directora ejecutiva adjunta de ONU Mujeres. El informe revela que 85.000 mujeres y niñas fueron asesinadas por hombres el año pasado y el 60% de esas muertes fueron causadas por alguien que conocían. Eso significa que muchas mujeres están más seguras en el trabajo o en espacios públicos que en sus hogares”.
Esta última aseveración refiere a una problemática social grave: la violencia hogareña se extiende y se está convirtiendo en un flagelo social que requiere políticas integrales y efectivas, no solo declamadas. Es inadmisible y ataca la dignidad humana el comprobar que el hogar es el sitio más peligroso para millones de mujeres.
La lucha contra estas aberraciones de las que la mujer es víctima requiere, asimismo, una profunda meditación acerca de la necesaria adopción de posturas firmes y decididas encaminadas a defender el derecho a la vida, a ejercer la ciudadanía como corresponde, a reclamar justicia y a exigir el respeto por la dignidad de quienes padecen las consecuencias de la violencia de género.
Años atrás, una columna editorial de este diario se preguntaba ¿qué nos está pasando?, al reflexionar sobre un dramático hecho ocurrido en nuestra ciudad. Las investigaciones sociales intentan dar una respuesta al qué. Algunas lo hacen con rigurosidad. Otras, lamentablemente, vienen acompañadas de sesgos que impiden conclusiones certeras. No obstante, en estos días de reflexión frente a la violencia contra la mujer, la constatación de que nos sigue pasando es la más triste comprobación de que resta mucho por hacer para terminar con este flagelo.