No es tiempo de polémica, sino de obras
Los gobernadores de Córdoba y Santa Fe, Juan Schiaretti y Miguel Lifschitz, bajaron el tono de la polémica que desataron las declaraciones del último en torno a la responsabilidad cordobesa en las inundaciones de la vecina provincia. Se desalentó así un potencial conflicto que solo iba a provocar mayor desasosiego en un momento crucial para atender la emergencia que se vive por las inundaciones.
Ambos mandatarios hablaron por teléfono y acordaron continuar el trabajo conjunto para acordar la realización de las obras hídricas necesarias que atenúen el efecto negativo de las copiosas precipitaciones que desde hace bastante tiempo se abaten sobre la región. Estos trabajos son impostergables y exigen de los gobernantes el mayor esfuerzo para su concreción. No es tiempo de seguir acusando o reclamando. Es hora de que las obras superen a las palabras.
Santafesinos y cordobeses esperan con ansias que ambos Estados se pongan de acuerdo para hacer de una buena vez lo que hay que hacer. Las soluciones de infraestructura no llegaron, pese a que se prometieron en reiteradas ocasiones. Y la consecuencia es el desastre de las inundaciones que hoy sumen en la desesperación de cientos de miles de habitantes de las dos provincias y causan un daño económico monumental que amenaza hasta con extinguir la vida en los pequeños poblados.
Es tiempo de dejar las palabras y los reclamos de lado. Se publicó hace poco en la prensa cordobesa un dato revelador: luego de la acusación del gobernador y del reclamo de funcionarios santafesinos exigiendo medidas "urgentísimas" por parte de la Nación. La respuesta del secretario de Interior de la Nación, Sebastián García de Luca, fue contundente: "Les pedimos hace un año un informe hídrico a Córdoba y a Santa Fe, y Córdoba nos lo envió enseguida". Santa Fe todavía no lo presentó.
Es lógico por un desnivel natural que los excedentes hídricos de Córdoba vayan hacia Santa Fe, pero no es bueno que se siga hablando todo el tiempo y no se concreten acciones que dejen de perjudicar a amplias regiones limítrofes de las dos provincias. En este marco, se impone con urgencia la reorganización de los comités de cuenca en todo el límite interprovincial, no sólo en el sur. Y también es hora de que los especialistas trabajen en el diseño de las soluciones de canalización definitivas para que las inundaciones dejen de ser la amenaza para el interior de las dos jurisdicciones. Asimismo, es importante que se comiencen a aplicar cambios en el modelo productivo agrícola, especialmente dejando de lado el monocultivo para comenzar con la variación que permite mantener las propiedades del suelo.
Trabajar en todo ello supone un esfuerzo importante. Pero es lo que debe hacerse en esta emergencia. Los afectados, cientos de miles en las dos provincias, necesitan hechos para renovar las esperanza. Las palabras ya no cuentan.