Crear bienestar
Musicoterapia para lidiar con la ansiedad en la sala de espera
Llevar la terapia de la música a los ámbitos de la salud es muy importante para contener y acompañar a los pacientes que necesitan atención médica o se encuentran internados. La musicoterapeuta María Fernanda Barbaresco explicó en qué consiste y cómo se puede crear salud a través de la música.
Por Isabel Fernández | LVSJ
Todos somos pacientes en algún momento de la vida y tenemos que consultar al médico. Para muchos la sala de espera puede ser un espacio complicado en el que aparece la ansiedad, los miedos, cuando la mente comienza a pensar los peores escenarios, el dolor se hace más insoportable y a veces sentimos que estamos a punto de explotar. Esperar suele ser muy agotador.
Hace unos días la intervención del joven violinista de San Francisco, Emanuel Villalba que llegó con su música a la sala de espera del Sanatorio Argentino sorprendió gratamente a los pacientes y se volvió viral en las redes. Esta intervención nos llevó a indagar más y explorar la musicoterapia preventiva comunitaria en salas de espera.
Esta acción es clave para mejorar la calidad de vida de las personas y promover la salud de manera integral. Al crear un ambiente más relajado y agradable, la música puede contribuir a una experiencia más positiva en el sistema de salud.
Para conocer más sobre este tema, LA VOZ DE SAN JUSTO dialogó con María Fernanda Barbaresco, licenciada en Musicoterapia Ontológica, quien, desde hace más de 25 años forma parte del equipo Investigación, Clínica y Comunidad Musicoterapéutica (Icmus) y participó en Buenos Aires de un abordaje de musicoterapia a nivel preventivo en las salas de espera de distintos hospitales como el de Clínicas o el Fernández.
“Es la creación de salud a través de la música. La musicoterapia preventiva comunitaria en salas de espera es el despertar de la medicina del alma, mediante el arte, la ciencia y la espiritualidad unidas en la música al servicio de la salud, la escucha, la expresividad, la integración y el bienestar colectivo”, aseguró Barbaresco.
La profesional destacó la convocatoria de un músico para que “le de otra vibración” a la sala de espera y explicó que como musicoterapeutas “tenemos objetivos que van mucho más allá de escuchar música, porque tiene que ver con hacer reflexionar activamente a los usuarios sobre el cuidado de la salud individual y colectiva para poder afrontar con mayor plasticidad todas estas dificultades de la vida diaria”.
“Estos lazos de apoyo que tienen que ver con el dar y el recibir ayuda en la comunidad y también facilitar la relación entre el paciente y el médico, porque muchas veces surgen temores, tensión, sumado al malestar o dolor que generan ansiedad en las salas de espera. Entonces nuestro objetivo como musicoterapeutas es acompañar y ofrecer contención e interconsultas si fuera necesario. También apreciar la participación espontánea de los pacientes acerca de esta experiencia sensible que les vamos a ofrecer como aporte a la creación de salud a través del arte musical”, dijo.
Un espacio de intercambio
Con la musicoterapia se genera un espacio particular de intercambio con los pacientes propiciando el encuentro a través también del diálogo y se los saca de una espera pasiva. Barbaresco explicó que el abordaje “no es simplemente ir a musicalizar o animar un contexto sanitario, sino que como musicoterapeutas, operamos desde las cualidades intrínsecas de la experiencia vincular y musical, delineando intervenciones y técnicas que se adecuarán a la demanda de los pacientes”.
“Escuchar la música es una actividad interna que crea un movimiento de co creación, pero nosotros como musicoterapeutas también vamos a realizar propuestas dinámicas que tienen que ver con crear un vínculo y generar la participación de la gente desde la expresión”, amplió la musicoterapeuta.
Barbaresco agregó que el abordaje “tiene que ver con la música como una posibilidad para vincularnos y como una herramienta para la integración. No se queda solo en la escucha y la contención, sino que nos permite también explorar modos de vida, la vulnerabilidad, los factores de riesgos que hay en la en la comunidad. Es implementar la conexión con la música, que todos somos, desde la propuesta de experimentar para después poder expresar algo y de alguna manera integrarlo”.
“En este espacio se enlazan lo biológico con lo psicosocial, con lo que cada uno está viviendo y de alguna manera se comienza a trascenderlo –manifestó-. En nuestra propuesta también nos involucramos a través de la improvisación, muchos cantan, acompañan con palmas o tocan instrumentos que podemos llevar”.
Comentó que también “se utilizan jingles preventivos en la promoción de la salud, canciones y a partir de todo eso, también buscamos la reflexión verbal que a veces sucede. Utilizamos no solo música en vivo o grabada sino también elementos extra musicales como mediadores, que a veces puede ser un cuento, títeres, grafitis, entre otros”.
Esta musicoterapéutica es muy acotada porque se hace según los tiempos de espera y además el público –los pacientes- puede ser homogéneo o heterogéneo. “Se hace con niños que están esperando con sus padres, adolescentes, adultos y adultos mayores, esto cambia las dinámicas de intervención”, añadió Barbaresco.
Afirmó que, además, “es un espacio también muy azaroso donde hay rotación de usuarios directos e indirectos porque están los pacientes que están esperando y también están las secretarias que tienen mucha movilidad y los médicos”.
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¿Qué pasa en la mente y el cuerpo?
Durante la intervención en la sala de espera los musicoterapeutas convocan a la gente a interactuar y a reflexionar “para que de alguna manera comience a despertarse esta medicina interior y esta sabiduría que ya tiene nuestro cuerpo naturalmente”, indicó Barbaresco.
Explicó que cuando estamos cantando o escuchando simplemente música “se activa un complejo multidimensional bioenergético vibrante que es la resonancia electromagnética corporal que sucede simplemente porque hay una intervención musical”.
“Al mismo tiempo existe una sincronización neurofisiológica, esto es, todo lo que sucede a nivel orgánico. No solo cambia la frecuencia cardíaca, respiratoria, sino también hay cambios en sistema inmunitario porque se activan las endorfinas y la serotonina y suceden cambios en la neuroplasticidad cerebral porque se empiezan a articular y a conectar los hemisferios cerebrales. Al mismo tiempo, se activan por las emociones que se generan con la música. Existe un complejo de aspectos que son físicos, mentales, emocionales e incluso espirituales que se activan, simplemente por una intervención con la música y el sonido”, detalló.
Abrir más espacios
La musicoterapeuta realizó distintos abordajes en hospitales de Buenos Aires e integra el equipo de Icmus que en 2011 lanzó el libro “Crear Salud”: Aportes de la Musicoterapia preventiva-comunitaria.
“Sería fantástico poder abrir también los abordajes en el ámbito de la salud de San Francisco donde no hay antecedentes. En el país hay muchos equipos de profesionales y hospitales donde está incluido el servicio de musicoterapia”, resaltó.
Comentó que en los abordajes “tuve oportunidad de intervenir en el proceso periquirúrgico –antes, durante y después de una cirugía- en tratamientos oncológicos, en hemodiálisis, en todos los procedimientos médicos que pueden generar dolor, en terapia intensiva y en salas de espera en el hospital de Clínicas y en el Hospital Fernández de Buenos Aires”.
La licenciada María Fernanda Barbaresco realiza musicoterapia individual, vincular, grupal y sociocomunitaria. Atiende en Consultorios Médicos Privados ubicados en Paraguay 1227 de San Francisco. Más información en el teléfono 3564-377053. En redes sociales IG: @taodelser. Musicoterapia, Canto y Tango Ontológico, FB: MI = Musicoterapia Integrativa Intercultural (Argentina, México, Italia), web: www.icmus.org.ar
Cómo surgió la disciplina
La musicoterapia surgió como disciplina el 23 de julio de 1966 cuando se firmó el acta de constitución de la primera asociación argentina de musicoterapeutas. Un año después, se dio inicio a la primera carrera de Musicoterapia en la Universidad del Salvador en Buenos Aires. Mucho después, en 2015 se sanciona la Ley 27153 de Ejercicio Profesional de la Musicoterapia a nivel nacional lo que significó un gran salto después de casi 40 años de profesión en la Argentina, brindando el marco legal necesario para poner a la profesión a la altura de muchas profesiones de la Salud.
Hace poco tiempo nació la Asociación Cordobesa de Musicoterapia y se está trabajando para que se dicte la carrera universitaria en Córdoba.