Análisis
Milei, la prensa y una contradicción
El Presidente se asume como liberal, entonces suena ilógico que pretenda que la prensa se convierta en amanuense del poder y que los periodistas pasen a formar parte de un coro de aduladores.
No hay dudas de que el carácter tempestuoso y, por momentos, impredecible del presidente de la Nación es un sello de este nuevo tiempo del país. Sus apariciones habituales por las redes sociales y las declaraciones periodísticas que formula siempre dejan margen para la polémica. Sus diatribas contra algunos sectores o personas están a la orden del día, casi al unísono con sus definiciones con las que analiza la realidad del país.
En este aspecto, Javier Milei sigue siendo el fogoso panelista de televisión. Aquel personaje con el que saltó a la consideración pública y, en un santiamén, se convirtió en protagonista de la vida política nacional. Los réditos de este tipo de intervenciones públicas están a la vista. Fue así como llegó a la máxima investidura a la que puede aspirar un ciudadano argentino. Y es así como sigue comportándose en el ejercicio de la presidencia. El aplomo que debería exhibir le tiene sin cuidado. El equilibrio y la serenidad no parecen formar parte de sus atributos.
Admitir que no hará cambios en este modo de comunicarse con la opinión pública –convencido parece estar de que sale fortalecido de cada una de las controversias que genera con su verba-, no implica marcar algunos puntos que asoman como contradictorios entre sus expresiones y la ideología que pregona y profesa. Por ejemplo, de modo agresivo, en la última entrevista periodística que brindó al colega Alejandro Fantino, agravió a un par de columnistas y desafió a otros periodistas. Lo hizo tan solo porque no le agradan sus opiniones o mantienen líneas editoriales críticas a su gestión.
Más serio aún ha sido el haber hecho público su deseo de que se produzca la quiebra de un diario por no coincidir con su línea editorial. Porque, como cualquier ciudadano, tiene todo el derecho de polemizar e, incluso, refutar con argumentos las expresiones periodísticas. Sin embargo, quien se asume como liberal ingresa en una contradicción mayúscula si pretende acallar las voces que cuestionan aspectos de su gobierno. La libertad de expresión y su difusión a través de la prensa libre es uno de los aportes más brillantes e importantes que el liberalismo ha dado a la humanidad. No comprender esto constituye una confusión grave para quien se asume como liberal.
Agosto de 2006: “Asociaciones de medios, entidades de profesionales y reconocidos periodistas rechazaron en forma categórica los reiterados y duros ataques. No porque el primer mandatario, y otros funcionarios no tengan derecho a expresar sus críticas a la labor de los periodistas y los medios, sino porque lo han hecho justo cuando la prensa ha puesto de manifiesto las contradicciones evidentes entre lo que se decía tiempo atrás y lo que hoy se afirma, respecto de temas tan sensibles a la calidad institucional del país”.
Noviembre de 2011: “La agresión contra la prensa no puede ser tomada como una anécdota irrelevante por quienes tienen la misión de respetar y consolidar las instituciones de la democracia”.
Abril de 2013: “Largas parrafadas de sus extensas alocuciones están dedicadas a desmentir o cuestionar informes publicados por el periodismo sobre distintos aspectos de la vida nacional. Su último “consejo” de que alguien impulse una ley de ética para los periodistas va en el mismo sentido que todos sus anteriores reclamos para con quienes no se someten a la visión de la realidad que se pretende instaurar desde el poder”.
La referencia al calendario de las citas entrecomilladas permite ubicar ejemplos de lo que se expresó en esta columna editorial respecto de las agresiones verbales y físicas que recibieron periodistas y medios durante los años en los que el kirchnerismo se consideraba dueño de la verdad y procuraba imponer un solo modo de mirar la realidad.
Lamentable es comprobar que, al menos en este tema sensible, Milei detenta las mismas actitudes que el matrimonio que se repartió la presidencia de la Nación durante varios períodos. Con un agravante: se asume como liberal. Por ello, suena ilógico que pretenda que la prensa se convierta en amanuense del poder y que los periodistas pasen a formar parte de un coro de aduladores.