Meriendas de campo y cabalgatas a la laguna, la propuesta turística de La Paquita
En el marco del futuro Parque Nacional Ansenuza ya funcionan emprendimientos turísticos que le dan otro perfil económico y productivo a este pueblo netamente agrícola- ganadero. LA VOZ DE SAN JUSTO rescató la historia de la familia Maranzana que abandonó el tambo para apostar al ecoturismo y la de Melisa Ghersi que creó una casa de té en medio del campo.
Nadie hubiera imaginado que una localidad rural de apenas 1.000 habitantes reciba turistas. Sin embargo, los vecinos se anticiparon a lo que será el futuro Parque Nacional Ansenuza y ya cuentan con propuestas más que atractivas para quienes visitan "El Bajo" de La Paquita.
Este pueblo puso primera en emprendimientos turísticos que ya reciben visitantes de toda la región. Melisa Ghersi, es docente pero decidió subirse a esta "ola" de propuestas y montó en su casa de campo el establecimiento Rosa Amarilla y el Chamical donde ofrece desayunos y meriendas piemontesas, con sabores tradicionales como los que hacía la "nona".
La familia Maranzana se agotó del tambo y decidió renovarse con un emprendimiento de turismo rural. Aprovechando su experiencia y conocimientos con los animales, Ángel ofrece cabalgatas hasta la costa de la laguna mientras que su esposa Roxana junto a sus hijos y colaboradores, se ocupan de recibir a los visitantes mostrando su producción de granja, huerta y porque no saborear platos caseros y un rico asado criollo.
Estas propuestas no serían lo mismo sin un diferencial: el ambiente natural que atrae con sus atardeceres únicos en el país y el reflejo de la luna en la laguna, que le dan valor agregado a al pueblo.
LA VOZ DE SAN JUSTO visitó ambos emprendimientos que le dan "otra vida" a la localidad de La Paquita, ubicada sobre la Ruta Provincial 17. Esto, en el marco del nuevo ciclo "Rutas Regionales" , que busca reencontrarnos a través relatos e historias de la región que hacen a la identidad, a la cultura y a la idiosincrasia, que nos define como somos.
Una casa de té con ADN piamontés
La casa de té- como la llama su propia creadora- Melisa Ghersi es un emprendimiento que surge en 2017 y queda trunco por la pandemia pero recobra fuerza con el proyecto del futuro Parque Nacional de la mano de las ONG que trabajan este proyecto.
"Se me ocurrió armar esto en mi casa teniendo en cuenta que estamos cerca de la laguna Mar Chiquita, a apenas 5 kilómetros de lo que se conoce como ´El Bajo´", sostuvo la entrevistada.
"Esta siempre fue nuestra casa, la de la familia paterna", agregó.
"Preparamos comidas que se servían antes en los campos cuando esperaban a las visitas; desayunos y meriendas abundantes debido a los trabajos forzados que se hacían en aquel entonces", comentó.
Los tradicionales semolines, buñuelos, salames, quesos y dulces caseros con recetas de la abuela, forman parte la oferta gastronómica, acompañada por variedades de té, café y aguas saborizadas.
Recordar sabores familiares
Melisa asegura que quienes visitan la chacra empiezan a recordar sabes familiares y a eso apunta con su emprendimiento. "Esto lo hacía la abuela", "¿te acordás de los semolines de mamá?", son algunas de las frases que se escuchan.
El arte también tiene su espacio de la mano de un músico del pueblo Jesús Vocos que junto a Melisa se animan a cantar temas en italiano o en piamontés haciendo referencia a la inmigración de esta zona.
También pueden recorrer un "mini" museo rural que Melisa arma de manera improvisa en uno de los galpones de la casa. Entre las herramientas y elementos que se pueden ver atrae una muestra de una planta: el chamico, una maleza propia del lugar que le da uno de sus nombres a la chacra familiar de los Ghersi: El Chamical.
"El establecimiento conjuga dos nombres en honor a la historia de esta casa que fue construida en 1926 por mi bisabuelo utilizando la tierra del lugar", contó Melisa que lo unió con "La Rosa Amarilla", elegido por su padre.
Para Melisa, lo más lindo del lugar que la vio nacer son los atardeces y el reflejo de la luna sobre la laguna "un privilegio que tenemos y podemos apreciar quienes vivimos acá, pero que también pueden ver quienes nos visitan".
"Nunca me imaginé turistas en este lugar, aunque la laguna Mar Chiquita siempre fue algo que nos llamaba la atención como familia y a cada persona nueva que llevaba a este lugar. De hecho, siempre los llevábamos a conocer la costa".
"En un futuro creo que esto va a tener mucha concurrencia. Cuando se difunda más lo de Parque Nacional, muchos estarán interesados en conocer esta región", concluyó.
Del tambo, al turismo rural
Ángel Maranzana junto a su esposa Roxana Pusseto dejaron de lado lo que hicieron durante más de 25 años: el tambo y dedican sus días al ecoturismo.
"Armamos este espacio en un establecimiento familiar donde funcionaba un campo de recría y luego un feedlot", comentó el matrimonio de La Paquita.
"Decidimos dejar el tambo porque nos habíamos agotado de eso y queríamos hacer algo para disfrutar de aquellas cosas que muchas veces el trabajo nos impedía como pasar más tiempo en familia y con amigos", explicaron.
Luego remarcaron que "todo el sacrificio nos dio bastante rédito y es lo que hoy nos permite disfrutar. Quizá para muchos viajar sea el mayor placer, pero para nosotros lo es estar acá en este ambiente y haciendo lo que nos gusta".
Ambos admitieron que "con este emprendimiento valoramos muchas cosas con las que hemos convivido casi toda una vida y nunca le prestamos atención; cosas simples como son los atardeceres, cada día uno diferente, ninguno se parece; o el reflejo de la luna, las bondades de una planta del monte o la cantidad de mamíferos que hay en la costa de la laguna".
"Queremos que conozcan a La Paquita como un pueblo que recibe turismo. Es algo novedoso y es un movimiento diferente que le generamos a la localidad", remarcaron.
Conectar con la naturaleza
"El Bajo Lpq", es un espacio bien campestre donde los turistas pueden entrar en contacto con la vida agrícola de la zona. En el lugar, el visitante podrá recorrer la granja, hacer cabalgatas o caminatas hasta la laguna y disfrutar de un rico asado de campo.
"Las familias que vienen la pasan muy bien, se olvidan de los celulares, de las malas palabras, comparten y aprenden más sobre la naturaleza", destacó Roxana.
"Nuestro diferencial eran las cabalgatas siendo que a mi marido lo que más le gusta son los caballos y en la zona no había nadie que lo hiciera", sostuvo.
El recorrido a caballo que parte desde la casa de los Maranzana en este sector y llega hasta la costa sur de la laguna. Se accede mediante un camino público- habilitado por el consorcio caminero cuando ni se hablaba Parque Nacional- y pasan por un sector del monte bajo.
"Llegamos hasta la costa de la laguna, donde nos quedamos el tiempo que la gente quiera y necesite para observar el lugar o sacar fotos y regresamos", puntualizó.
La temporada de invierno es la ideal para estos paseos en familia y asegura que la clave es recibir grupos familiares pequeños, para brindarles una atención personalizada. "A veces salimos en jardinera o en sulky y llevamos a los niños", dijo.
Producción sustentable
"El Bajo de La Paquita", como llaman sus habitantes forma parte de la costa sur de la laguna y de la Reserva de Usos Múltiples que implicará en el proyecto del futuro Parque Nacional Ansenuza y bañados de Río Dulce garantizar la conservación del ambiente.
"Cada año que baja el agua queda tierra improductiva para el sector agropecuario que es a lo que estamos acostumbrados, pero ahora vemos que puede ser explotada de otra manera y ser productiva para el turismo, por ejemplo", reflexionó Maranzana.
"Crece una flora diferente y aparece fauna que debemos proteger y que hacen al ambiente del lugar. Con este proyecto aprendimos que la producción puede convivir resguardando la naturaleza; ambas cosas de manera sustentable", finalizó.