Análisis
Medio Oriente: urge evitar una escalada bélica
Más allá de las posiciones que adopten los distintos gobiernos, está claro que las consecuencias serían desastrosas para toda la humanidad.
El pasado sábado por la noche se evitó, por muy poco, un desastre. El ataque de Irán sobre territorio de Israel no tuvo, por fortuna, las consecuencias que pudiesen haberse esperado. El escudo protector antiaéreo que la Nación judía posee en colaboración con otras potencias repelió con éxito la embestida de los drones y misiles iraníes.
Pero el alivio podría durar muy poco si los ánimos siguen caldeados como hasta ahora y si los comportamientos de los líderes políticos continúan siendo tan irresponsables como afincados en la esfera del odio y la intolerancia. Ante la posibilidad de que todo estalle y el conflicto se vuelva incontrolable y de consecuencias imprevisibles, suenan atinados los llamamientos para advertir a los dos países en pugna para que atenúen la tensión y, así, se evite una conflagración regional que podría extenderse a otros sitios del planeta.
Todas las voces racionales de los líderes mundiales y de la prensa van en el mismo sentido. Es decir, la única alternativa es reducir la tensión. ¿Es lo que harán los gobernantes de Irán e Israel luego de un fin de semana en el que –como pocas veces- se estuvo a un paso de encender la chispa de una guerra mundial? Por el momento, parece que se transita en aquella dirección. Desde el régimen teocrático de Teherán se consideró “concluido” el asunto, aunque su nula credibilidad internacional no permite dar por sentado que ello ocurrirá. Desde Tel Aviv se sostiene que la confrontación “aún no ha terminado”. Pero los aliados occidentales de Israel no apoyarían un contraataque que, además, sería poco inteligente.
En verdad, no sería atinado responder a lo que fue una derrota de Irán en el campo de la inteligencia, en el militar y también en el político. El ataque fue anunciado por las potencias occidentales varios días antes de que se produjera, lo que significa que el espionaje hizo su trabajo. Además, la andanada de proyectiles demostró que la defensa israelí está consolidada. Y también porque el ataque iraní determinó que se atenuasen los cuestionamientos a la operación militar que el Estado judío lleva adelante en la Franja de Gaza, como represalia por la matanza de los terroristas de Hamas concretada en octubre pasado.
En este contexto, el alineamiento con Israel promovido por las autoridades argentinas también juega. Porque acerca más aún a nuestro país al conflicto. Y porque no puede olvidarse que la Justicia acaba de ratificar que los atentados de los años 90 tuvieron como ideólogos a varios jerarcas iraníes. Suenan algo débiles los argumentos para cimentar los reclamos de neutralidad, una posición que no siempre es correcta. Basta recordar que frente al horror del nazismo solo al final de la Segunda Guerra Mundial se rompió esa posición.
Esto no implica que no pueda reclamarse también desde aquí una desescalada del conflicto. De lo contrario, y más allá de las posiciones que adopten los distintos gobiernos, está claro que las consecuencias serían desastrosas para toda la humanidad.