Los panaderos de “La Luci” y el sueño de la pyme
Los chicos de La Luciérnaga ya cuentan con la panificadora propia que proveerá de alimentos a la institución. Y proyectan un emprendimiento laboral.
Lo que comenzó cómo una pequeña iniciativa, una tarde de tantas en las que compartían actividades, hoy es un sueño cumplido: la panificadora propia, de la que no sólo saldrán exquisiteces, sino alimento necesario para dar educación, inclusión y un mundo mejor.
Todos son jóvenes de entre 17 y 19 años, que llegaron a La Luciérnaga y la sintieron como "un nuevo hogar". Hoy quieren aprender para ayudar a otros chicos que llegan a la institución.
Fernando Navarro, Nahuel Sosa, Kevin Miranda, Leandro Maldonado, Sergio González y Matías Ramos forman el equipo de panaderos que estrenó la flamante panificadora, bajo la coordinación de la profesora Adriana Furnari.
La iniciativa, que el pasado martes recibió una ayuda económica de $250.000 por parte del municipio, tiene como objetivos principales la formación en oficios de un grupo de adolescentes para que se convierta en un emprendimiento laboral y también para aportar el desayuno y la merienda a los chicos que concurren a "La Luci".
Orgullosos de su tarea y satisfechos de hacer algo que les gusta mucho, algunos de ellos contaron sus historias de vida y proyectos a LA VOZ DE SAN JUSTO.
"La Luci es como nuestra segunda casa, un lugar de contención, vengo acá y me desconecto de todos los problemas. Empecé hace unos años porque me gustaban los talleres y me quedé, hice fotografía, pasé por otras actividades y el año pasado surgió el taller de cocina en el que hacíamos pizzas, pan y otras elaboraciones para darles a los chicos y me gustó mucho. Por suerte ahora tenemos nuestra panificadora", aseguró Fernando.
Agregó: "Siempre me gustó cocinar y ahora tengo la oportunidad de hacerlo. Creo que esto me ayudará en el futuro, porque es un oficio. Lo principal es aprender y es un trabajo solidario el que hacemos porque cada uno aporta su tiempo para ayudar a los chicos que necesitan".
Para Nahuel, la panificadora es una posibilidad de "aprender para ayudar a la institución y a mi casa".
"Llegué hace cuatro años, comencé en apoyo -recordó-, después me interesaron los talleres y cuando surgió el taller de panadería, me interesó porque me gusta. Quiero aprender a hacer distintas cosas, creo que es muy importante".
Remarcó que con la panificadora "además de la posibilidad de tener un trabajo, nosotros podemos ayudar a los chicos que vienen a la institución".
Kevin añadió que aunque todavía tiene que aprender, "el taller de panadería le gusta mucho".
"Me gusta la Banda Libre porque soy compositor de música -comentó-, escribo canciones y mi sueño es entrar a esa banda, ahora estoy en una más chica".
"Este espacio es como una segunda familia, aprendí mucho, conocí muchos amigos y con la panadería podemos ayudar a los chicos que vienen y también a sus familias", dijo.
Por su parte, Leandro contó que llegó al taller de radio hace tres años y con el tiempo se sumó a otros. "Estoy entusiasmado con el taller de panadería, esto es algo que me servirá a mí y a mucha gente. En La Luciérnaga encontré contención, amigos y nos olvidamos de los problemas".
De comerciante a voluntaria
Con su experiencia de años en un comercio familiar del rubro panificadora, Adriana Furnari llegó hace un año a La Luciérnaga con la idea de poder brindarse a los demás. "Como ya tengo mis hijos grandes y había cerrado un comercio que tenía, busqué un espacio en el que poder ayudar. Es lo que más me gusta y sin dudar me sumé, ahora es un proyecto mucho más grande y un sueño que se hizo realidad porque en pocos meses se consiguieron muchas cosas y un lugar de trabajo muy completo", afirmó Adriana.
Destacó que los chicos "tienen voluntad, están muy entusiasmados y aprenden rápido. Para mí es muy importante todo esto, una gratificación muy grande porque hice cursos, me capacité y ahora todo lo que sé, lo puede volcar acá para ayudar a los demás".
"Hacemos pizzas, pan, masitas, panes caseros, tortas, etc. y aprendemos a usar las máquinas que fueron logradas gracias al aporte de la Fundación Losano -manifestó-. Es un taller muy completo con máquinas en muy buen estado, quedó en óptimas condiciones"
Por ahora se comenzará con la formación y la producción para el espacio de La Luciérnaga, los chicos y sus familias, y más adelante, la idea es incluir los productos elaborados en el mercado de San Francisco para que se puedan comercializar y ser sustentable el espacio.
"Por el momento se producirán prepizzas, comunes, con semillas e integrales, alfajores y masitas, en un mes se comenzará con la producción para la venta", finalizó.