25 de mayo
Los criollos del 25 se hornean en la panadería de la cárcel de San Francisco
Unos 16 reclusos trabajan a diario elaborando el pan para todo el penal. Solo acceden a esa tarea quienes observan buena conducta y muestran voluntad de reinsertarse laboralmente en la sociedad tras su salida. Hoy hornearán los “criollos” que se consumirán mañana durante el acto del 25 de mayo.
Son las 17 y en un sector del penal de San Francisco sale la primera horneada de pan de la tarde. Los internos que trabajaron en su elaboración y el encargado del turno sacan una “tira” de la bandeja y la cortan al medio. El aroma se hace sentir de inmediato: nada como un trozo de pan bien calentito, más con estos fríos.
La cuadrilla muestra orgullo mientras el reportero gráfico toma fotos. Es la rutina diaria de la panadería de la cárcel local, un lugar al que solo pueden acceder reclusos que cumplen buena conducta y que muestran ganas de aprender –o desarrollar- un oficio que les facilite la reinserción laboral una vez que recuperen la libertad.
Angel Brito es parte del personal penitenciario que se capacitó en Córdoba para poder enseñar los secretos de la panadería. Tiene a su cargo a 5 internos que, en este caso, están horneando el pan y los criollos para el día siguiente.
Así como en Pascuas y Navidad les toca elaborar roscas y pan dulce, para este 25 de mayo serán los encargados de cocinar los criollitos que se consumirán en el desayuno que forma parte del acto patrio. También, hoy serán repartidos en el acto que organizaron conjuntamente la Escuela Normal Superior Dr. Nicolás Avellaneda con el IPET Nº 50 Ing. Emilio F. Olmos, a partir de las 10.30 al frente de ambos establecimientos educativos.
“Soy ayudante de segunda, soy uno de los panaderos del servicio. Tengo cinco internos a mi cargo y mi tarea es guiarlos con las cantidades de harina, agua, levadura, etc. En este momento estamos haciendo unos 160 kilos de pan y 50 kilos de criollos para toda la población y el personal, que son más de 500 personas”, cuenta Brito mientras supervisa las tareas.
Si bien hay internos que antes de ingresar eran panaderos, actualmente los 16 que forman parte del staff de la panadería son novatos y están aprendiendo. “Es un oficio lindo, es muy satisfactorio el proceso y aprender algo nuevo”, cuenta uno de los internos mientras retoca con un cuchillo el pan recién amasado.
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Para acceder a este taller de panadería, como también a los otros oficios como carpintería y la cocina misma, los internos deben cumplir una serie de pasos. La buena conducta es fundamental, porque una vez que accedan a esos lugares van a manipular herramientas como cuchillos, martillos, etc. Entonces, ese aspecto es prioritario.
Luego, las ganas de aprender y de superarse. “Esto les permite aprender un oficio pero también les da un objetivo y los obliga a tener la mente concentrada en lo que pasa en la panadería, a trabajar en equipo. Cuanto más tiempo pasen acá, menos en los pabellones, por eso decimos que acá están un paso más cerca de la libertad”, cuentan las autoridades durante la recorrida.
Angel se preparó especialmente para esta tarea, más allá de que antes había realizado un curso de cocina en el IGA. “Acá hay buena onda, buena predisposición de uno para que ellos también se sientan cómodos y sientan confianza. Entonces, el clima para trabajar es muy ameno”, asegura.
“El pan que hacemos es de muy buena calidad, no sé si llega a competir con el de Las Cañitas, pero la calidad está garantizada”, bromea.