Sociedad
Leandro Picco: la pasión de un joven que conquistó Jesús María
A sus 24 años, el joven devotense logró el subcampeonato en la categoría Tropillas Entabladas. Su historia es un ejemplo de esfuerzo, tradición y amor por los caballos que lo llevó a cumplir un sueño que había cultivado desde la infancia.
En el corazón de la pampa, donde el horizonte se funde con campos infinitos y el viento susurra la historias, la figura de Leandro Picco asombra. A sus 24 años, no es solo un competidor, sino un guardián viviente de una tradición que late en cada caballo, en cada movimiento, en cada respiración.
Leandro Picco, oriundo de Devoto es mucho más que un joven apasionado por los caballos. Su reciente participación en la prestigiosa competencia nacional en el Festival Nacional de Doma y Folklore de Jesús María, donde obtuvo el subcampeonato en la categoría “tropillas entabladas”, lo marca como una de las promesas del ámbito ecuestre argentino. Pero detrás del logro hay esfuerzo, dedicación y aprendizaje, marcados por la herencia de una tradición que sigue viva en las nuevas generaciones.
El Festival de Jesús María no fue simplemente un evento para Leandro. Fue la culminación de un sueño que se gestó en la infancia, entre los relatos de sus abuelos Alfredo y Roberto, quienes le susurraron al oído los secretos de los caballos antes de que él pudiera entenderlos completamente.
La historia de Leandro no comienza en un escenario de competencia, sino en los potreros de Devoto, donde el campo se respira como un elemento más de la vida cotidiana. Sus primeros recuerdos están pintados de caballos moros, esos elegantes ejemplares de pelaje oscuro que poblarían sus dibujos de niño y hoy protagonizan su realidad.
"Siempre miré el tema de las entabladas sin entender", confiesa con una sonrisa que delata su pasión. "Muchas veces miraba desde arriba, por más que haya andado toda la vida a caballo, y no comprendía del todo".
Esa curiosidad lo llevó a transformar la observación en acción. En apenas un año, Leandro pasó de ser un espectador a convertirse en subcampeón nacional, un logro que habla más de su dedicación que de la casualidad.
La preparación: más que un entrenamiento, un ritual
Cada mañana, mientras el resto del mundo aún duerme, Leandro ya está en el campo. Su rutina no es un trabajo, es una vocación. Trece caballos dependen de su cuidado, una yegua madrina, once moros y uno lunar, cada uno con una personalidad que él conoce como si fueran extensiones de su propio ser.
La preparación para Jesús María fue casi una ceremonia. Cepillar colas que casi tocan el suelo, entrenar la sincronización perfecta entre los caballos, lograr que cada animal siga a la yegua madrina como si fueran una sola entidad. "Es un trabajo que lleva paciencia", dice, "no es comprar la tropilla y soltarla en el campo".
Su entrenamiento es un diálogo silencioso. Habla con los caballos, los escucha, comprende sus movimientos. "Tienen una inteligencia y una memoria impresionante", señala, revelando el profundo respeto que siente por estos animales.
Jesús María: el mundial de las tropillas
El festival no era solo una competencia, era su sueño de infancia materializado. Treinta y dos tropillas, cuatro noches de competencia, donde cada movimiento cuenta una historia de tradición y precisión.
Las pruebas fueron un verdadero desafío de habilidad y conexión: entreveros donde los caballos debían cruzarse sin descontrolarse, pruebas de velocidad, encierres que ponían a prueba la destreza de cada tropillero. Leandro no solo compitió, sino que ganó un encierre y logró el subcampeonato, un logro que lo posiciona entre los mejores del país.
Para Leandro, las tropillas representan más que un deporte. Son una forma de vida, un mensaje de humildad y perseverancia. "Sin esfuerzo y constancia no se llega a ningún lado", reflexiona, con la sabiduría de alguien que ha comprendido que el éxito se construye día a día.
Estudiante de la Tecnicatura en Producción Agraria, Leandro representa un camino profesional distinto al de su familia, que es propietario de una tradicional concesionaria Ford en Devoto y San Francisco. Mientras su familia gestionan el negocio automotor, él ha encontrado su pasión en el trabajo de campo y la crianza de caballos Su próximo objetivo: Palermo, otro escenario donde seguirá escribiendo su historia personal ligada a la tradición gaucha.
El joven tropillero no oculta su gratitud hacia quienes lo acompañaron en este camino. “Desde mi familia hasta mi profesor en Buenos Aires y mis amigos, todos tuvieron un rol clave. Es un logro compartido”, afirmó.
Más allá de los premios y reconocimientos, Picco valora las lecciones que le ha dejado esta experiencia. “La humildad, en primer lugar, pero también la paciencia, el compromiso y la constancia son esenciales, no solo en el trabajo con los caballos, sino en la vida misma”, reflexionó. Estos valores, transmitidos por su familia y compañeros, son los que ahora intenta compartir con las generaciones más jóvenes.
Leandro ya tiene la vista puesta en nuevos horizontes. Clasificado para la Exposición Rural de Palermo, planea formar una nueva tropilla, comenzando desde cero con caballos jóvenes. Además, espera inspirar a otros jóvenes para que se animen a continuar esta tradición. “Quiero que más personas valoren lo que hacemos y que las tropillas sigan vivas en las nuevas generaciones”, expresó con entusiasmo.
"Siempre miré el tema de las entabladas sin entender (…) Muchas veces miraba desde arriba, por más que haya andado toda la vida a caballo, y no comprendía del todo"
Consciente del trabajo que queda por delante, el joven devotense aspira a mejorar sus resultados en próximas competencias y seguir dejando en alto el nombre de su ciudad natal. “Cada paso que damos es un homenaje a quienes nos enseñaron a amar esto”, concluyó.
Leandro Picco no es solo un subcampeón. Es un símbolo vivo de que las tradiciones no se pierden, se renuevan. En cada caballo, en cada competencia, late el corazón de la cultura gaucha, recordándonos que nuestra identidad no es un museo, sino un organismo vivo que se transforma y se renueva con cada generación.