Le pelearon a las drogas y hoy trabajan para tener una nueva vida
Un grupo de jóvenes trabaja en un lavadero de autos. Tienen en común haber conocido el infierno de las drogas y hoy hacen todo lo posible para reinsertarse en la sociedad.
En la esquina de Formosa y Sáenz Peña funciona el lavadero del grupo Adulam, un proyecto que nació para brindar contención y ayudar a los jóvenes que tuvieron problemas con las drogas a reinsertarse en la sociedad.
Allí desempeñan su tarea personas que apoyadas en la fe hacia Dios, el apoyo de las familias y la comunidad, pudieron alejarse de las adicciones y descubrir en el trabajo diario una vida más digna.
Incluso uno de ellos, Diego Javier Escobares, de 40 años, contó que hasta formó parte del negocio de la venta de drogas en el pasado pero aseguró que hoy se convirtió en otra persona. No solo porque luchó para salir de ese mundo sino además porque estudió y se recibió de acompañante terapéutico con la idea de darle una mano a otros chicos que sufren los mismos problemas que él tuvo alguna vez.
El lavadero está abierto todos los días de la semana, de 8 a 18, y los domingos hasta el mediodía.
Lo que se obtiene de la tarea en ese lugar se divide entre quienes trabajan y el mantenimiento de la casa de contención, un lugar de tránsito.
Alejandro Narbona, que integra en el grupo Adulam junto al líder Rubén Monges y Juan Carlos Pioli, afirmó en diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO que el lavadero comenzó a trabajar en abril pasado con el objetivo de brindar contención a quienes salieron de las drogas.
"Esto los ayuda a tener un trabajo digno que puede ser el puntapié inicial para conseguir otros. Además tenemos proyectado crear una panificadora con el mismo fin. Muchos de ellos tuvieron serios problemas con las drogas y nunca trabajaron, no tienen incorporada la cultura del trabajo y por eso el objetivo es reinsertarlos en el mundo laboral", aseguró Narbona.
Un refugio
El grupo Adulam funciona hace dos años y pertenece a la Iglesia Nueva Vida y las reuniones se realizan los miércoles y viernes a las 21, en el espacio ubicado en la esquina de las calles 102 y 3, de la ciudad de Frontera.
Alejandro, quien también logró salir de las drogas, afirmó que el grupo se llama así en referencia a la cueva de Adulam donde David se refugió para protegerse de los que eran más fuertes que él, según dice en la Biblia. "Nosotros, igual que David, tuvimos que refugiarnos en Dios, que sería como la cueva que nos protege, para salir adelante", señaló.
Alejandro Narbona, que integra en el grupo Adulam
Agregó que quienes se acercan "reciben ayuda, muchos pasan por un proceso de recuperación, algunos necesitan internaciones y trabajamos en conjunto con el Hogar Vivir Libre de Buenos Aires. Es un grupo en el que todos conocen las consecuencias de las adicciones porque las vivieron y se ayudan llevando la palabra de Dios como guía".
"Muchos pasaron por la cárcel y cuando salieron a la sociedad no tenían donde vivir. Entonces justamente la idea de Adulam es brindar contención necesaria para cuando vuelvan recuperados a la sociedad. Por eso, al lado del lavadero contamos con una casa de contención, un lugar de tránsito", afirmó Narbona.
Esperanza a las generaciones perdidas
Diego Escobares fue protagonista de un pasado duro y oscuro. Estuvo en una banda que traficaba droga y a los 20 años se hundió en el mundo de las adicciones. Dijo perder todo: su familia, su vida. Pero gracias a un amigo encontró la ayuda necesaria para salir. Así fue que llegó a Adulam.
Escobares dejó de consumir hace 23 meses, trabaja en el lavadero de autos, se recibió de acompañante terapéutico y proyecta seguir estudiando gerontología. El objetivo: ayudar a sanar a los demás, a los jóvenes con problemas de adicciones y también a las familias, los abuelos que sufren las consecuencias de este flagelo.
"Quiero devolverle la esperanza a generaciones que se están perdiendo por la droga, trabajar de lo que me gusta que es ayudar a las personas. Mi idea es abocarme a la parte de salud y la espiritual para que las personas estén bien", aseguró.
Comentó que consumió cocaína durante 18 años. "Empecé a los 20 cuando caí preso con una banda de narcotraficantes y ahí empecé a consumir sustancias peligrosas, sin querer pedir ayuda, mintiéndole a mi familia, manipulando. Por las drogas perdí todo, desde mi familia hasta mi propia persona, mi salud", narró.
"Es muy difícil porque ese mundo te va atrapando, te hundís en todo y el clic lo hice cuando toqué fondo y me di cuenta que me había quedado solo, no había ninguno de mis seres queridos junto a mí. Me sentía como divagando, estaba vivo, pero al mismo tiempo espiritualmente estaba muerto porque dependía de una adicción", recordó.
Diego Escobares, uno de los que se animó a lucharla
Salir a la luz
La luz llegó a la vida de Diego, la ayuda no se hizo esperar y descubrió una vida distinta en la que también puede ayudar. Contó que un día, en medio de la oscuridad, decidió levantar su mano para pedir ayuda reconociendo que tenía problemas.
"Fue un camino largo hasta que conocí a Jesucristo y descubrí que la única solución era dejarlo entrar en mi corazón. Un amigo fue quien me llevó a trabajar a un comedor donde conocí el grupo Adulam y comencé a trabajar. También todo esto fue con el apoyo de muchas personas porque solo no se sale, hay que perseverar en los buenos caminos", comentó Diego.
Afirmó que al salir encontró una vida distinta y a la vez pudo estudiar y recibirse de acompañante terapéutico: "Esto me permite ayudar a los chicos de Adulam porque además yo conozco perfectamente la problemática".
"Ahora estoy haciendo un curso de gerontología porque veo que hay personas mayores que están inmersas en las drogas, el adicto también necesita de su familia y es importante acompañarlos", finalizó.