Sociedad
Las guitarras Merlino y sus secretos musicales
El legado de Aldo Merlino vive en las manos de su hijo Alberto, perpetuando una tradición que sigue resonando en la música argentina.
En el interior de un taller en la calle Libertad al 800, en San Francisco, resuena la historia de una tradición que ha pasado de generación en generación. Allí, donde las manos de Aldo Merlino (1931 – 2024) dieron vida a miles de guitarras, su hijo Alberto continúa el legado con la misma dedicación y pasión.
Aldo Merlino, reconocido luthier y amigo cercano de Jorge Cafrune, dedicó más de 70 años de su vida a crear guitarras que acompañaron a grandes artistas del folklore argentino como Cacho Tirao, Palito Ortega, Chaqueño Palavecino, Jorge Rojas, Facundo Toro, Yamila Cafrune y Los Nocheros. Hoy, Alberto Merlino sigue con esta tradición, consolidando un oficio que va más allá de la simple fabricación de instrumentos.
Desde joven, Alberto aprendió el arte de la luthería junto a su padre. “Mientras yo iba a la secundaria, le ayudaba en el taller de lustre, porque en aquella época hacían 250 guitarras mensuales”, rememoró con nostalgia Alberto.
La creación de una guitarra en el taller Merlino es un proceso meticuloso. Alberto explicó que “el proceso para la fabricación de una guitarra es largo, porque el material lo tenemos estacionado por más de 40 años. Después está el proceso de armado, donde no doblamos con calor las fajas del contorno, sino que lo moldeamos. Para moldear una guitarra tardamos dos meses, y después para terminarla con el lustre y todo es un mes más”. Este método tradicional garantiza una calidad superior en el sonido. “Si lo moldeáramos con calor sería más rápido pero la madera sufriría y después no rendiría el sonido”, añadió.
Aldo Merlino dejó a su hijo un legado invaluable, no solo en términos de habilidades técnicas, sino también en su amor por la música. “Él me enseñó a encontrar una calidad óptima en las fabricaciones, en saber realizar combinaciones de madera, principalmente para la sonoridad de los instrumentos; me dejó los secretos de la madera”.
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A pesar de la disminución en la demanda de guitarras nuevas, el taller Merlino sigue siendo un punto de referencia en la reparación y restauración de instrumentos. Alberto mencionó que “hoy las fabricaciones de estas guitarras profesionales ya no se venden tanto como antes. El trabajo que más solicitan las personas es la reparación de sus instrumentos”.
Aunque Aldo Merlino dejó la fabricación de guitarras hace aproximadamente diez años debido a problemas de audición, su pasión por el oficio nunca decayó. Alberto lo recuerda con cariño: “Se lo va a extrañar, tuvo una buena vida. Llegó a los 93 años e hizo siempre lo que le gustó, tuvo una vida completa”.
En cada guitarra que sale del taller Merlino, se percibe el corazón de un artesano que transmitió su pasión a las siguientes generaciones.