Sociedad
La propina digital en San Francisco: entre la novedad y la adaptación del sector gastronómico
La digitalización de las propinas en pagos electrónicos llega con desafíos, adaptaciones tecnológicas y resistencia inicial.
A partir del 14 de noviembre, un cambio significativo comenzó a regir en todo el país: la posibilidad de incluir propinas en los pagos digitales. Esta modalidad, habilitada por el decreto 731/2024, establece que los consumidores pueden dejar propinas utilizando tarjetas de débito, crédito o billeteras virtuales, integrando el monto en el ticket final o abonándola directamente al empleado. Sin embargo, en San Francisco, la implementación de este sistema todavía no es homogénea, revelando desafíos y opiniones diversas en el sector gastronómico.
Un nuevo sistema con dudas iniciales
El decreto establece que los comercios deben ofrecer obligatoriamente esta opción, garantizando que el dinero llegue al trabajador en un plazo máximo de 24 horas, ya sea en efectivo o mediante transferencia digital. Aunque la normativa busca modernizar las transacciones y facilitar el uso de tecnología, en la práctica, la transición no ha sido inmediata.
En la confitería La Palma, Alexis Aichino comentó a LA VOZ DE SAN JUSTO que “Todavía no tenemos implementado este sistema. Si alguien quiere dejar propina con tarjeta, damos nuestro CVU para que lo hagan por transferencia. Aunque prefiero el efectivo, la transferencia también es una buena opción.”
Esta solución improvisada refleja el estado de muchas pequeñas y medianas empresas, donde la falta de información oficial complica la adopción de la modalidad digital.
La tecnología como facilitadora, pero con limitaciones
Por otro lado, algunos comercios comenzaron a adaptar sus sistemas para incluir las propinas digitales, aunque todavía predomina el efectivo como forma preferida por los clientes. Ezequiel Branca del Bar Vidon, explicó cómo lo gestionan: "Cuando el cliente paga con débito o Mercado Pago, puede transferir un monto mayor al total de la cuenta. Eso lo ingresamos al sistema y después se reparte a los chicos. Aunque es práctico, el efectivo sigue siendo el método más común".
Si bien este método aprovecha las herramientas tecnológicas disponibles, aún no representa un cambio radical en el comportamiento de los consumidores. Según Branca, el flujo de propinas digitales no ha aumentado significativamente desde la oficialización de la medida ni el último tiempo.
En Ventura, Santiago Reyes confirmó que el efectivo sigue siendo el preferido, aunque algunos clientes optan por la transferencia o el QR para incluir la propina. "El cambio no se da de un día para otro. Aunque algunos eligen lo digital, la mayoría sigue manejándose en efectivo".
Obstáculos fiscales y falta de información
En el caso de La Florería, Emilio Aimaretti destacó las complicaciones que trae la falta de implementación en las plataformas más populares: "Solo trabajamos con propina en efectivo porque no usamos Mercado Pago, que es la única billetera con esta opción. Además, transferir propinas digitales genera gastos impositivos y administrar esos montos implica más trámites.”
Aimaretti también remarcó un punto crítico: la falta de comunicación oficial. "Hasta el momento, nadie del sector nos informó sobre este nuevo modo. Me enteré por las noticias". Este vacío informativo refleja un desafío para las autoridades, quienes deben garantizar que los comercios estén capacitados y cuenten con las herramientas necesarias.
Un cambio cultural en construcción
La llegada de la propina digital marca un paso hacia la modernización, pero también pone en evidencia las brechas tecnológicas y culturales en el sector gastronómico. Aunque algunos consumidores comienzan a aprovechar esta alternativa, el efectivo sigue siendo la principal opción en San Francisco a la hora de dejar propina.
A medida que los comercios se adapten y las plataformas tecnológicas evolucionen para simplificar estos procesos, es probable que la propina digital gane más terreno. Sin embargo, lograr una adopción masiva requerirá ajustes técnicos y un cambio en las costumbres tanto de los trabajadores, como de los clientes.